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Canserbero y el legado que lo mantiene vivo

La trágica e insólita muerte de Canserbero ha opacado su vida y su música. Pero su influencia es tal, que no solo es reconocido como uno de los raperos más influyentes de habla hispana, sino que hay quienes viven de imitarlo, como Héctor Rivas.

  • A la izquierda, Tirone José González Orama, Canserbero. A la derecha, Héctor Rivas, Ourobotos. FOTO: Cortesía
    A la izquierda, Tirone José González Orama, Canserbero. A la derecha, Héctor Rivas, Ourobotos. FOTO: Cortesía
20 de diciembre de 2023
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Héctor Rivas recuerda con detalle el día que mataron a Canserbero, el martes 20 de enero de 2015. Estaba en un café internet cuando la noticia se volvió tendencia y todo el mundo empezó a hablar del tema. Recuerda la sensación de conmoción, de no creer que fuera cierto. Recuerda que puso una canción del rapero venezolano que nunca había escuchado antes: C’est la mort, que empieza así:

Sean bienvenidos todos a un mundo mental

Por mí creado y que por hoy los pienso dejar pasar

Es Tirone y Can, peor pesadilla de cierta gente

Al que detestan comúnmente por pensar diferente

Lamentablemente he muerto, pero no dejaré la música

Pues, el alma no ha salido de mi cuerpo

Eso que rapea Canserbero es más o menos lo que le pasó a Héctor, que entró a ese mundo mental y hoy, ocho años después, es el imitador más reconocido del rapero, por lo menos en Colombia.

Héctor nació en Ocumare del Tuy, estado de Miranda, Venezuela. Allá estudiaba, pero cuando la situación se puso muy difícil empezó a trabajar y cuando se puso peor y su sueldo dejó de ser suficiente, se vino para acá.

Hace siete años llegó a Colombia, a Barrancabermeja. Como no tenía papeles para trabajar formalmente, empezó a cantar en los buses y en las calles. Casi siempre con un amigo, cantando las cosas que escribían. Así fue que el rap se le volvió el trabajo, la vida.

“A veces ensayábamos y un día de esos, un domingo, me aburrí y puse una canción de Can e intenté cantarla y él me preguntó ¿estás cantando? Y yo sí. Y me dice, marico, te sale muy parecido, deberías intentarlo. Él me dio como el empujoncito que me hacía falta”, dice Héctor.

La primera vez que imitó a Canserbero en la calle le dieron seis mil pesos, que no es mucho, pero los vídeos de él cantando se regaron por las redes. A algunos les gustaba, a otros no y se burlaban. Unos le decían que se presentara al programa Yo Me Llamo, otros lo terminaron amenazando.

Héctor decidió presentarse al programa, y para hacer la imitación mucho más cercana a la realidad se hizo el mismo tatuaje que Canserbero tenía en el brazo, que decía All we need is love (todo lo que necesitamos es amor). A pesar de que no pasó al programa siguió con la imitación y con lo de los tatuajes. Ahora Héctor tiene cada tatuaje que Canserbero tenía y vive de imitarlo.

“Mucha gente se molesta conmigo porque dicen que yo quiero reemplazarlo. Están locos, no. Yo sé que no puedo, si quisiera tampoco podría. Sus canciones me cambiaron la vida, me cambiaron la manera de pensar, me abrieron los ojos ante un mundo que no está bien y eso es como una fiebre que se contagia. Todo lo que él pudo sembrar en mí con su música es lo que está pasando”, dice Héctor.

Además de imitar a Canserbero, Héctor está construyendo también su propia carrera bajo el seudónimo de OuroBoros y ha lanzado ya tres temas, Silencio, En mi defensa y Despierta, que harán parte de Resurrección, el que sería su primer disco. “Es la resurrección de ese legado musical, no de Canserbero, porque Canserbero ya no va a volver”, dice.

Héctor nunca conoció a Canserbero. Cómo muchos de sus fanáticos, lo más cercano que han estado de él es a través de su música y lo que saben de él, lo saben por sus canciones. Por eso, aunque su voz sea parecida y los tatuajes sean los mismos, cuando Héctor hace su propia música es cuando menos se parece a Canserbero.

Nadie se parece realmente a Canserbero. De él, además, se sabe muy poco. Cuando murió era bien reconocido en el mundo del rap, y lo es cada vez más, tanto así que se quedó con el primer lugar del listado de los 50 grandes en la historia del rap en español de la revista Rolling Stone. Pero los medios más tradicionales empezaron a hablar de él por su muerte, que fue tan impactante, tan desconcertante.

Héctor dice que su imitación tiene un propósito. “Quiero que su memoria sea limpiada, que se reivindique su nombre, que se le levanten las infamias que dijeron con respecto a su muerte. Y bueno, continuar... ser un rapero más de Venezuela, seguir la línea que él trazó”.

La muerte

“El cantante de rap venezolano Tyrone José González Oramas, alias ‘Canserbero’, se ha suicidado este martes, lanzándose desde un décimo piso, tras presuntamente asesinar a puñaladas a su amigo Carlos Molnar”, escribió el diario El Mundo, de España, sobre la muerte del rapero.

Desde el lugar de los hechos, Guillermo Améstica, el cuñado de Carlos relató en declaraciones a Globo Visión: “Toca la habitación, la puerta de Carlos. Carlos se levanta y va a hablar con Canserbero, mi hermana (Natalia) lo ve, y lo ve en un estado alterado. Mi hermana en ese momento busca internet para ver en que situación se encuentra porque ve que está en una situación psicótica, estaba como alucinando Canserbero. No sé que tenía en ese momento, pero tenía un problema evidentemente emocional”.

Todos los diarios replicaron la noticia y se basaron en esas declaraciones. La tesis que se impuso en la investigación, en ese momento, fue un homicidio-suicidio, y se justificó diciendo que Canserbero tenía problemas psiquiátricos.

Incluso, la periodista de Globo Visión, Yajaira Alubillas dijo en su reporte de ese día, “según familiares de Carlos Molnar (...) el rapero en varias oportunidades habría presentado cuadros emocionales severos”.

Cada 20 de enero, desde hace ocho años se ha repetido en los medios la noticia del homicidio-suicidio, por eso muchos saben más de Canserbero por su muerte que por su música.

El pasado 11 de noviembre la Fiscalía de Venezuela reabrió el caso. La investigación ha encontrado que nada fue como se dijo entonces, tanto así que los hermanos Améstica pasaron de testigos a imputados por los siguientes cargos: “homicidios calificados por motivos fútiles con alevosía en grado de complicidad correspectiva, agavillamiento y simulación de hecho punible”.

Otro tercero fue también imputado, pero según la fiscalía de ese país, se presume que en los homicidios habrían participado cerca de seis personas.

En una rueda de prensa convocada el pasado 15 de diciembre, para anunciar la imputación de esas tres personas por los homicidios de Canserbero y Carlos Molnar, el Fiscal General de Venezuela, William Tarek Saab dijo, entre otras cosas, que la primera tesis quedaba completamente descartada, que en la investigación inicial se omitió información y se destruyó evidencia, que Canserbero probablemente fue torturado antes de ser lanzando por la ventana y que la tesis que se impone en la investigación en curso tiene que ver con disputas de carácter económico.

“Aparte de que lo mataron físicamente, a Canserbero lo quisieron matar moralmente, para que en vez de amar su música y su arte, le tuviesen rabia”, dijo también el fiscal.

El mito

Tirone José González Orama, el Canserbero, se ha vuelto tan mítico como el personaje del que tomó su nombre, el can Cerbero, guardián del inframundo.

Todo por la muerte.

Casi nadie quiere hablar de la muerte. Para muchos, mencionarla es invocarla. Para Canserbero no. La tuvo tan cerca tantas veces que se le volvió un tema de reflexión constante en su vida y su discografía.

Pero con su muerte, toda su gracia se hizo desgracia. La muerte lo cubrió todo, su vida, su música y tantas cosas más que dijo, porque Canserbero rapeó como si ya hubiera vivido antes, sin temor y con una lucidez extraordinaria. Todo su genio está ahí, en sus canciones, por eso nadie se le parece realmente, pero tantos quieren imitarlo y seguir sus pasos.

Si quiere saber más de Ouroboros, entre aquí.

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