Botas texanas, pantalón bordado, cinto de cuero, camisa, chaleco, chamarra, lazo y sombrero. Así se visten los mariachis, que de domingo a domingo salen en busetas a buscar trabajo en la 70 con Colombia. La Twittercrónica acompaña esta vez a uno de ellos.
Primero, hay que arreglarse
Guillermo Hernández, líder del grupo Mariachi Xochimilco, se prepara en su casa en Manrique Oriental, antes de salir a las calles de Medellín a la espera de un cliente que esté en la búsqueda la serenata del día.
“El trasnocho es inherente al oficio del mariachi”, comenta Hernández después de almorzar a las cinco de la tarde. “Lo más difícil de este trabajo es acostumbrarse a los horarios. Uno tiene que dormir de día obligado, porque sino se queda dormido mientras canta y a ningún cliente le gusta eso”.
Después de tener una noche “fuera de lo normal” para ser entre semana, con cinco espectáculos, Hernández y los dos compañeros que viven con él llegaron a dormir a las cuatro de la mañana. “Eso es mucho, porque los mejores días son los sábados; o el Día de Madres, que nosotros lo llamamos ‘el Día de los Mariachis’, porque podemos hacer hasta 15 serenatas”.
Los sombreros están apilados en una esquina, las chamarras guardadas en una maleta y los lazos arrumados en una bolsa; solo cuando cae el sol se empiezan a arreglar para salir a trabajar.