Hay algo casi ceremonial, elegante y majestuoso cuando un chelo empieza a sonar. Ese instrumento posa como una especie de obra de arte entre los brazos de sus intérpretes y casi llega a ser así: algunos de los solistas más conocidos tienen en sus manos piezas que pueden haber cumplido 400 años de historia entre sus maderas.
Este espécimen de la música académica fascinó a compositores como Prokófiev, Kabalevsky, Mozart, Dvořák, Rachmaninov y Bach, todos ellos tuvieron algo que ver con él, no se resistieron al imponente violonchelo.
Ese es el mismo instrumento con el que Yo-Yo Ma trabajará para dominar las seis suites que Bach escribió para el chelo. Las presentará en vivo el próximo 9 de mayo, en una sola tanda, en el Teatro Metropolitano.
Esta es su personalidad
Sus cuatro cuerdas tensas se ubican en ese armazón de madera que es más grande que un violín, pero más pequeño que un contrabajo.
“El violonchelo es un instrumento de orquesta que hace parte de la familia de las cuerdas frotadas”, dice el luthier Darío Mojica. Cuenta que este instrumento tiene un desarrollo posterior a la música barroca.
“Los instrumentos barrocos son los antecesores de los de cuerda modernos”, comenta. Su desarrollo fue todo un proceso que se inspiró en dos familias de cuerdas: las violas y los violines.
En ese momento, el grupo de las violas estaba compuesto por la viola da gamba (pierna), la viola de braccio (brazo) o la viola de amor. Y cuenta Mojica que fue de esos instrumentos que luego dio origen también al contrabajo, como una evolución, el más grande entre las cuerdas frotadas.
Por otro lado, “su sonido, con respecto al violín, tiene más carácter y es más ronco”. Cada una de sus cuerdas tiene una afinación diferente: do, sol, re y la, desde la cuerda más grave hasta la más aguda, añade el luthier.
Un constructor memorable
La provincia de Cremona, en Italia, sigue siendo la casa de aprendizaje de las personas que quieren entregarle su vida al oficio de la luthería (la fabricación artesanal y el cuidado de instrumentos musicales como el violín, la guitarra o el violonchelo).
Una de las marcas más importantes, también nacida en Cremona, es Stradivarius. Entre otras, se trata de la marca del instrumento que Yo-Yo Ma tocará en Medellín: un Davidoff Stradivarius de 1712.
Esos fueron construidos por el italiano Antonio Stradivari, quien vivió entre 1644 y 1737. Se cree que no fabricó más de ochenta en toda su vida, pero los que quedan aún son considerados como piezas de un valor incalculable por la calidad de su sonido y su carga histórica.
“Stradivari fue el constructor de instrumentos de cuerda frotada con más reconocimiento en esa época: por su sonoridad, por el tratamiento de la madera que implementaba para construirlos y por su técnica tanto en el tallaje como en la aplicación del barniz”, señala el violonchelista Sergio González, miembro de la Filarmónica de Medellín.
Esas seis de Bach
No es un secreto para los músicos que las suites de Bach que interpretará Yo-Yo Ma en Medellín son de las más complejas que se han escrito para ese instrumento.
Cada una dura aproximadamente 20 minutos, así que para violonchelistas como Carlos Alfonso Montoya, de la Orquesta Sinfónica Eafit, “el primer reto es la memoria”.
Señala, además, que Bach es uno de los más grandes compositores de la música académica. De acuerdo con el músico, el interprete tiene que usar muchos recursos técnicos para sacar adelante a la perfección una pieza de esa magnitud. Para él la que supone un mayor desafío es la sexta: “Fue escrita para un violonchelo que tenía cinco cuerdas y una de ellas era más aguda”.
Para el maestro Juan David Osorio, director de la Sinfónica de Antioquia, las suites son difíciles por su escritura. “No solamente desarrolla aspectos de interpretación que ya son bastante complejos, sino que desarrolla aspectos técnicos del instrumento”. Estas suites, de hecho, sirven de estudio.
“Cuando uno escucha esas piezas hay momentos en los que pareciera que sonaran dos instrumentos al tiempo y fue porque Bach estaba sacando el mayor provecho del instrumento”, señala.
Por eso será imperdible la cita con el violonchelo el otro jueves, 9 de mayo, y con uno de esos intérpretes, Yo-Yo Ma, que creará música, como si fuera magia, con esas cuatro cuerdas.