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Un primer recorrido por la ópera italiana arrancará el 30 de junio de 2021 durante la edición número 15 del Cartagena Festival de Música, que este año corrió su fecha seis meses. En esta oportunidad, el evento bautizado como Il Bel Canto irá hasta el 5 de julio y retomará su viaje por ese país europeo en 2022.
“Es una historia de casi cuatro siglos de ópera, que inician con Monteverdi y que van hasta Puccini”, explicó Antonio Miscenà, director general del festival que durante 15 años ya ha tenido más de 230 conciertos y por el que han pasado más de 2600 artistas.
Este primer acercamiento en 2021 pretende ser una antesala y “un abrebocas”, a lo que será un festival más robusto en 2022, considerando las limitaciones que impone la pandemia en estos momentos. Se está considerando que el aforo de esta edición, que le apuesta a la presencialidad, se reduzca a un tercio de la capacidad total de espacios como el Teatro Adolfo Mejía y el Centro de Convenciones de Cartagena de Indias.
La Orquesta Filarmónica de Bogotá será la orquesta invitada y contará con las voces de los cantantes colombianos Julieth Lozano, Sara Bermúdez, Pablo Martínez y Juan David González.
Durante cinco días habrá interpretaciones de, aproximadamente, 25 arias italianas con un formato instrumental de cámara, al igual que recitales con un número más grande de músicos. El primer día estará dedicado a la ópera barroca con fragmentos de obras de Monteverdi y Cavalli. En la segunda jornada, la protagonista será la ópera clásica, incluyendo la trilogía que Mozart escribió en italiano y composiciones de Scarlatti. El tercer día será para la ópera romántica y la cúspide del bel canto con Rossini, Donizetti y Bellini, para luego culminar la edición de 15 años con Verdi y Puccini.
El bel canto, como estilo y técnica, cobija una gran cantidad de las obras que se escucharán durante el festival. “Se creó desde el segundo barroco, hacia finales de la década de 1630 y se fue consolidando hacia 1640”, explica Luz Marina Monroy, docente de Historia de la Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia.
Dice que fue una creación para contrarrestar la técnica que se empleaba en el primer momento del barroco y que consistía en que la interpretación de las letras “se hacía de manera muy violenta”. Se buscó entonces una técnica que permitiera hacer un manejo vocal “mucho más comedido de las letras, con una técnica mucho más elegante y buscando, ante todo, la belleza de la voz”.
Expresa que a partir de las últimas composiciones de Claudio Monteverdi se puede ya escuchar el bel canto. Desde ese momento, transcurren 200 años en los que “es una técnica muy apreciada y sostenida” e incluso Mozart la utiliza para sus composiciones.
El estilo siguió su camino en la escuela napolitana y su consagración fue con las óperas belcantistas de Rossini, Donizetti y Bellini.
El abogado, docente y experto en ópera, Nicolás Ceballos, cuenta que antes del romanticismo, los personajes de la ópera “no parecían ser de carne y hueso, eran prototipos ideales de héroes”.
Los castratos, cantantes masculinos sometidos a la castración cuando niños, fueron insignia del bel canto. Eran admirados por su “dominio impecable, hedonismo y virtuosismo vocal”, destaca Monroy. Cuando la práctica de la castración entra en desuso, se empiezan a explorar las posibilidades entre los tenores y las voces femeninas. Ceballos expresa que esa búsqueda se dio en vía doble: de compositores a intérpretes y de cantantes a creadores. Intérpretes como Manuel García o María Malibrán influyeron también en las decisiones de Rossini y Donizetti, respectivamente.
En el romanticismo llegarían entonces óperas cumbres como Norma de Bellini y Lucía de Lammermoor de Donizzeti. Si está apenas conociendo este panorama, Monroy recomienda, además, toda la obra de Rossini.
Ceballos, por su parte, concuerda en recomendar las dos primeras, “sobre todo, Norma” y añade otras a la lista: la Trilogía Tudor de Donizzeti, al igual que Los Puritanos y La Sonámbula de Bellini