La literatura brasileña es más que Jorge Amado, Machado de Assís y Guimaraes Rosa. Sin embargo, muchos narradores y poetas del país de la samba permanecen en las sombras para la mayor parte de los lectores colombianos.
Por eso es Brasil el país invitado a la XI Fiesta del Libro y la Cultura, una oportunidad para descubrirlos.
Darío Henao, profesor de literatura brasileña en universidades de Brasil y Colombia, cree que esa invisibilización se debe a que pocas obras son traducidas, a pesar de que siempre ha habido extraordinarios autores.
“Mientras España fue caja de resonancia de las letras de los países latinoamericanos de habla hispana, que hasta posibilitó el surgimiento del boom, Portugal no lo ha sido para los brasileños. Ni tiene la maquina editorial para hacerlo, ni le interesa”.
Y destaca los nombres de Mario Andrade, especialmente con su novela Macunaíma, publicada en 1928. En Colombia, recuerda, en novela policíaca se lee a Rubem Fonseca, el de El collar del perro.
Sobre los autores que vienen a la Fiesta, destaca la narrativa de Ziraldo Alves Pinto, con su obra El niño loquito, y la de Ana María Machado, gran escritora infantil.
Los demás autores son de las nuevas generaciones y de tan diversas regiones, que permiten reflexionar en que ese es un país con regiones con grandes diferencias culturales.
Por su parte, el escritor y profesor Óscar González Hernández dice que se ha acercado a esas narrativas por sus estéticas modernistas, sus mixturas alucinantes y “la eclosión de la naturaleza y la ciudad en sus escritores, desde Machado de Assis hasta Haroldo Campos, haciendo trayectos por Carlos Drumnond de Andrade hasta Geraldino Brasil y Vinicius de Moraes”.
Él disfruta de las turbulencias fascinantes de las narrativas de Clarice Lispector y de Oswald de Andrade.
Y, por supuesto, nadie deja de mencionar a esos gigantes, referidos en las primeras líneas: los autores de Doña Flor y sus dos maridos, Memorias póstumas de Bras Cubas y Gran Sertón: veredas.