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El mexicano que hace sonreír a Hollywood
Amor a la deriva es una comedia protagonizada por Eugenio Derbez. El amor y el dinero vuelven a ser tema.
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Eugenio Derbez interpreta a Leonardo, mientras Anna Faris le da vida a Kate. Él un magnate, ella su empleada. FOTO película
30 de junio de 2018
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Esta vez Eugenio Derbez es un típico millonario arrogante y egocéntrico llamado Leonardo, que perderá la memoria. Eso lo hace todo diferente, tanto que terminará siendo padre de dos hijos y un trabajador de clase media, no muy bueno.
El mexicano compartió set en Amor a la deriva (Overboard) –así se llama este nuevo film– con Anna Faris, Eva Longoria y Emily Maddison. Sigue en la comedia, como estuvo alguna vez en Cómo ser un latin lover y No se aceptan devoluciones.
La cinta es un remake de otra de 1987, dirigida por Garry Marshall. Esta vez el director fue Rob Greenberg.
Su personaje en Amor a la deriva se transforma de un millonario déspota a un humilde trabajador. ¿Qué tan complejo fue?
“Muy complicado, sobre todo la parte del millonario, porque tenía la intención de interpretar –igual que sucedió en la película original de 1987 (en ese entonces era una mujer la protagonista)– a un arrogante, prepotente y grosero al que al final uno termina queriendo, así que mi principal reto era lograr a alguien odiado, que al final tuviera empatía, que le cayera bien al público. Ahí estuvo la dificultad: encontrar el punto en la actuación en el que el rol se conectara con la gente. Para eso me basé en unos amigos millonarios, con yate, por cierto, que resultaron perfectos, porque hay un dicho que reza que todos los sirvengüenzas son simpáticos”.
¿Tuvo ocasión de ver la cinta original?
“Sí, por supuesto, la vi cuando era joven, con mi mamá, y ya cuando me ofrecieron hacer el remake dije que claro, fue una película que me encantó y la tuvimos que ver de nuevo para entender qué íbamos a dejar y a quitar. Todo fue muy estudiado y fue ahí, después de verla varias veces, que decidimos cambiar los roles para romper con el estereotipo clásico de que el latino siempre es el pobre y fregado. Decidimos dignificarlo y lo pusimos de millonario, mientras que la gringa era la que limpiaba los pisos, eso fue una de las cosas que más nos gustó de esta visión moderna de Overboard”.
¿Ese estereotipo del latino sí ha cambiado?
“Antes en Hollywood ser latino era un problema, una desventaja, ahora no, estamos de moda, ha servido de mucho el trabajo que han hecho cineastas como Alfonso Cuarón, cuando ganó el Oscar por Gravity; González Iñarritu, que ha ganado en la Academia con dos películas diferentes, y lo de este año con Alfonso Cuarón, con La forma del agua, todo eso ha ayudado a cambiar la percepción de los latinos en Hollywood, se han dado cuenta de que el cine es diversidad, hay muchas historias interesantes por contar y no siempre desde la perspectiva de los norteamericanos. Hay que traer narraciones de todo el mundo”.
¿Siente la presión de superar el éxito de sus películas pasadas?
“Siempre he tenido esa presión que odio, no me gusta, pero es inevitable. Los medios y el público esperan que la nueva supere la pasada, que rompa la marca, que la sobrepase en taquilla. Presión habrá, y no me gusta, porque siento que influye en un mundo tan comercial como es Hollywood. Me ha pasado que quiero hacer algo diferente y terminan por ofrecerme las comedias, y es ahí cuando les digo que no todo es taquilla, que debemos salirnos del esquema. Busco hacer cosas que conecten con la gente, unas podrán gustar, otras no, pero son hechas con calidad y con el corazón, no buscando taquilla. De cierta manera ese ha sido mi secreto, ya no me dejo presionar por los estudios, no pienso en el dinero, sino en lo que a mí, como público, me gustaría encontrar en la pantalla”.
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