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Catalina Estrada: la vida que marcó una casa de mil colores

La reconocida ilustradora antioqueña fue la elegida por Celsia para hacer el tradicional libro arte que entrega a sus accionistas cada año y en el que se reúne lo mejor de su obra.

  • Catalina Estrada se graduó con honores de diseño gráfico en Universidad Pontifica Bolivariana. A lo largo de su carrera ha colaborado con marcas como Disney, Netflix, Xbox, Paul Smith, Coca-Cola, Microsoft, Camper, Nike, Levis, Smart/Mercedes Benz, Paulo Coelho, Unicef entre otras. Foto cortesía.
    Catalina Estrada se graduó con honores de diseño gráfico en Universidad Pontifica Bolivariana. A lo largo de su carrera ha colaborado con marcas como Disney, Netflix, Xbox, Paul Smith, Coca-Cola, Microsoft, Camper, Nike, Levis, Smart/Mercedes Benz, Paulo Coelho, Unicef entre otras. Foto cortesía.
  • Catalina Estrada: la vida que marcó una casa de mil colores
hace 5 horas
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Para la ilustradora antioqueña Catalina Estrada, los colores habitan su mirada desde que empezó a concebir el mundo, cuando apenas era una niña. La vida a blanco y negro no existía. Sus sensaciones visuales se nutrieron en una casa llena de colores, esa que su mamá –en la Loma de las Brujas, en Envigado– decoró a su gusto, con marcos, puertas, dinteles, ventanas, pisos, techos y muros encendidos. No había una habitación igual a otra, ni un espacio que se pareciera a otro. Ella, por ejemplo, dormía en un cuarto con las paredes moradas, las vigas anaranjadas, las puertas amarillas y el techo azul clarito. Era la casa de los mil colores.

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Esa historia –y otras más sobre su vida y su trabajo– se cuenta en el libro que publicó Celsia como parte de su colección de libros de arte que buscan, no solo celebrar el talento colombiano, sino también fomentar el diálogo cultural y la apreciación del arte en nuestra sociedad.

A Catalina, esta propuesta le llegó como una gran sorpresa: “ni siquiera puedo decir que es un sueño hecho realidad, nunca me imagine que era posible tener un libro sobre mí”, le contó a EL COLOMBIANO desde Barcelona, ciudad que se ha convertido en su segundo hogar.

La llamaron de Taller de Edición y le contaron el proyecto que les había encomendado Celsia, que desde 2017 viene destacado el trabajo de diversos artistas (ver recuadro). Era un libro/arte en el que no solo se iba a contar su vida en pro de la ilustración y el arte colombiano sino a mostrar su trabajo en el mundo entero, ese sello Catalina Estrada made in Colombia que ha hecho para grandes marcas internacionales: “La mejor noticia del mundo, ni siquiera imaginé que eso fuera posible”, dijo.

Este libro tiene cuatro textos escritos por Camila Builes, Sinar Alvarado, Juliana Restrepo T. y Patricia Escalona en los que se cuenta su vida, su amor por la naturaleza y los colores, ese perfeccionismo que hasta le hace soñar con estampados, patrones y cosas gráficas, su incansable labor social, su percepción del arte, muchas de sus obras personales y otras más cargadas de ese sentido estético y cromático que le han dado reconocimiento en el mundo entero.

Catalina siempre ha trabajado para otros, ha proyectado en ilustraciones lo que el cliente de turno ha querido. Esta vez ella podía decir lo que quería, le daban gusto, “fueron muy generosos en todo el proceso. Tú sabes que mi trabajo siempre ha sido pensar qué quiere el cliente, darle gusto en lo que busca comunicar, siempre pensando cómo solucionar lo que quiere visualizar. Y de repente era a mí a la que me daban gusto, no estaba acostumbrada a decir qué es lo que yo quiero, fue muy lindo sentir que me estaban dando gusto en un montón de cosas”.

Tener el libro en sus manos fue emocionante, “en especial cuando empecé a leer los textos, de una belleza, era asimilar todo eso y aparte coincidió con que yo recién cumplía 50 años. Fue como si miraras para atrás más que para el frente y no podía creer que esos escritos tan amorosos y generosos me estuvieran llegando en este momento de mi vida”.

Es que ver su vida y su trabajo de tantos años agrupado en un solo libro la impactó. “No estaba acostumbrada a ver todo mi trabajo junto, porque como dicen por ahí, por este río ha pasado mucha agua y cada etapa de mi vida a nivel profesional ha sido muy distinta, con enfoques muy distintos, como todas las etapas de la vida que uno llega a ser muchas personas, por eso fue muy lindo ver todo eso en un libro, que regalo de la vida tenerlo”.

Un trabajo muy solitario

A Catalina siempre le gustó la ilustración, pero –como lo dice en el libro– nunca pensó que pudiera vivir de ella.

Con todo y eso hay que anotar que este es un trabajo muy solitario, quizá por eso busca espacios compartidos para unirse con otros profesionales como lo hace actualmente en Barcelona, en donde vive con su esposo y sus dos hijos. “Trabajo en un coworking, en una mesita, en el despacho de un arquitecto, trabajamos cerca de seis chicas ahí en una sección que él tiene y fuera de la casa porque, si no, uno se pasa la vida lavando ropa, lavando platos y organizando la casa”.

Esa soledad –que también se ha arraigado por la distancia con Colombia y esa sensación de no pertenecer ni aquí ni allá– se ha achicado con este libro. “Tan bonito poderme sentir como parte de algo. Yo tengo ese dolor de no pertenecer a ningún lugar. Si a mí me quitan mi trabajo yo siento que no pertenezco a ninguna parte. A mí me define mucho mi trabajo, entonces leer esos textos, de personas distintas, fue un regalo muy grande porque también era como completarme”.

Lo social, parte de su vida

Hace cinco años hablé con Catalina sobre un proyecto lleno de color y amor por los demás. Era un cuadrado de seda de 70 por 70, una pañoleta solidaria que ella misma había diseñado y que al venderse le daría fondos a un trabajo social que su amiga y profesora de Fotografía, Camila Villegas, realiza desde 2012: ayudar a los niños de las comunidades indígenas del Amazonas con kit escolares.

Y son varios los diseños que Catalina ha hecho para aportar algo al mundo con su visión, creatividad y talento. Este pañuelo comenzó a venderse años atrás con otra iniciativa social, el Laboratorio del Espíritu, que desarrolla procesos educativos, culturales y comunitarios con la población rural, fortaleciendo sus competencias y oportunidades con un enfoque humanista y sostenible. Todo eso también se narra es este libro porque Catalina no solo diseña los patrones de las pañoletas, también las produce y es el eslabón que une a todas las partes implicadas.

“Es que para mí esos proyectos son igual o casi los más importantes de mi carrera, aunque no tengan tanta visibilidad, porque me han permitido desarrollar mucho mi lenguaje y sacar la mejor versión de mí. Estos proyectos han sido uno de los regalos más grandes que me ha dado mi oficio porque me conecta con la realidad de Colombia de otra manera y también le dan un valor muy profundo a lo que yo hago. Cuando tú apoyas un proyecto como los del Laboratorio del Espíritu o como los de Carolina o para Fundación Herencia –aunque sean en una medida tan pequeñita como una imagen o una ilustración– se siente como uno de los regalos más grandes que me ha dado mi trabajo porque yo siento una conexión muy distinta y me siento muy orgullosa de lo que hago”.

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Pero es que además ese “orgullo” no siempre ha estado ahí. Como en la vida de muchos profesionales talentosos, Catalina también ha sentido ese síndrome del impostor respirándole en la nuca.

“En ocasiones y hasta el día de hoy me pasa. Yo ahora estoy preparando una charla y el pobre Pancho (su esposo) tiene que oír todas las quejas mías: ‘para qué me llamaron’, ‘se equivocaron’, ‘los voy a decepcionar en mi inglés machacado’, eso es horrible, yo soy muy insegura y sufro mucho con eso”.

Pero por más pensamientos intrusivos que tenga Catalina Estrada es hoy un icono en la ilustración en el mundo, un referente para las nuevas generaciones y no tiene que hablar bien inglés u otro idioma porque en ella habla su trabajo, sus colores, patrones, formas y lo que en este libro han llamado “una mezcla de excéntrico gusto y fina delicadeza”.

Ella es perfeccionista en trazos y figuras, en la naturaleza que incorpora en su trabajo y que ha sido también otro de sus sellos porque la botánica siempre estuvo presente en su visual en esa casa de los mil colores.

Ese esmero, cuidado y pulcritud en su trabajo también hace que, en algunos momentos hasta trabaje mientras sueña, “cuando estoy en medio de proyectos, como por ejemplo el de los pañuelos solidarios, en el que mi nivel de compromiso era con toda la cadena de producción, yo soñaba con las telas, con los colores y los estampados y eso me pasa mucho y puedo decir en ocasiones me la paso toda la noche en sueños trabajando”, dijo entre risas.

Tantos colores juntos

En el libro arte de Catalina Estrada hay dos partes que muestran su trabajo. Una personal que hace sin la intervención de una marca o un cliente y que es parte de su expresión libre y creativa y otra más –la que la ha hecho una figura reconocible en el mundo entero– que hace parte de su trabajo con clientes, marcas y estudios de moda.

“Yo trabajo mucho en imágenes inspiradas en la naturaleza. Eso para mí se volvió muy importante desde que me fui de Colombia: esa relación con la tierra, con las plantas, con echar raíces. Por eso voy desarrollando ilustraciones, estampados a nivel más personal. Y después eso ya se va aplicando en distintos productos, entonces hay desde trabajos más personales y otros más dirigidos y encargados por los clientes”.

En ese trabajo para otros Catalina lleva, por ejemplo, 16 años ilustrando las agendas anuales de Paulo Coelho, “editadas en 23 idiomas y distribuidas en el mundo entero (...) con el tiempo, estas agendas se han convertido en piezas de colección para el público, apreciadas tanto por su belleza como por el mensaje inspirador que encierran”, cuenta el libro.

Y a ese trabajo se suma los que ha hecho para la casa de moda Paul Smith en el Reino Unido, para Coca Cola, para la marca brasileña Anunciação São Jorge, para el gobierno de la India, al igual que para marcas como Arrels Barcelona, Kilimanjaro Coffee, Old Navy, Disney y hasta para organizaciones como Amnistia Internacional.

“Todo esto ha sido muy emocionante. Imagínate que mi clienta del Brasil, estuvo en Japón y me mandó fotos de la tienda de Paul Smith con mi colección, porque fue una colección especialmente hecha para Japón. Yo gozo mucho cuando me mandan fotos de que tienen el papel de pared y lo pusieron en la casa o que a la niña le compraron una mochilita con uno de mis dibujos. Me parece muy lindo sentir que lo mío puede llegar a la vida cotidiana de la gente, más que estar en una galería de arte o en una tienda de diseño y gozo mucho más sabiendo que mi trabajo acompaña el día a día de la gente, en un paraguas, una maleta, un bolsito o una pañoleta”.

Catalina fue la que propuso el título del libro, luego de leer el artículo de Sinar Alvarado, quería que se llamara Contra la oscuridad, aunque también aclaran en el prólogo: “No hay una absoluta renuncia hacia la oscuridad. El diseño de este libro lo muestra: como una matrioshka, cada capa de sentido es una capa de forma; entre el color y la opacidad se esconde su misterio”.

Pero este título en sí, concentra en gran parte la poética de Catalina. “Esas tres palabras, que son el mundo, pueden leerse como se leyeron los versos de Emily Dickinson: Los Poetas solo encienden Lámparas / Y Ellos mismos —se van—/ En las Mechas activan —/ La vital Luz. En estas páginas, las imágenes creadas por Catalina nos atraviesan como el sol a una grieta antigua y descubren nuestro asombro”, dice el texto.

El trabajo creativo

Antes de finalizar la conversación le pregunto a Catalina si en esta prolífica carrera ha tenido momentos de crisis creativa. La respuesta no dista mucho de lo que las grandes mentes imaginativas cuentan: “Sí”. Y lo que hace, cuando le pasa, es tener mucha paciencia, “y empiezo a hacer dibujos pequeñitos porque a veces me bloquea la magnitud del trabajo final, se mezclan el síndrome del impostor con la crisis de creatividad, la única manera de romperlo es esa. Si uno se queda en la parálisis cada vez el monstruo se va haciendo más grande”.

También cuenta que se levanta, se pone a leer, hacer ejercicio, y le funcionan mucho las famosas páginas matututinas que recomendó Julia Cameron en su libro El camino del artista: “Una de las cosas más efectivas es despertarte y escribir tres páginas sin ninguna intención, sino empezar a vaciar todo lo que da la mente”.

Tras despedirme de Catalina pienso en su historia tejida de colores, desarraigo y silencio, pero también de talento, orgullo y emoción. Ella no sabe que hace tiempo recorté un par de ilustraciones de una de sus agendas de Paulo Coelho y las pegué –enmarcadas– en una de las paredes de mi casa. Cierro este texto con esa confesión, porque resume lo que este libro refleja, que su arte no necesita palabras para llegarnos al corazón, sus trazos y colores lo son todo.

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