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Cuando se escribe un solo libro

A propósito de Harper Lee, una revisión a los escritores de un solo libro, o de quienes un solo libro se recuerda.

  • Cuando se escribe un solo libro
17 de febrero de 2015
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Hace unos años una secretaria de Hemingway vino a Medellín y le contó a Jhon Saldarriaga, de EL COLOMBIANO, que Hemingway no se daba permiso de no escribir aunque estuviera enguayabado y, pensó John, “tendría que haberlo hecho casi diario, porque bebía mucho”. Tampoco se daba permiso aunque estuviera un poco enfermo. Para él, escribir era su oficio, su empresa.

Escribir no implica, como creerían algunos, publicar. Los escritores —seguramente no los bestsellers— escriben por ellos, porque deben hacerlo. Después llegan los lectores.

Hay autores que solo publicaron un libro pero, como cree Pilar Gutiérrez, directora de Tragaluz editores, eso no significa que hayan escrito un solo libro. “Detrás de obras únicas hay mucho trabajo, hay un alma de escritor”.

El oficio del escritor es escribir, y si el autor lo asumió así, dice Paula Dejanón, directora de programa de Estudios Literarios de UPB, en ese solo libro se verá ese oficio, esa filigrana del que trabaja. Al final del día es un trabajo como cualquier otro, con días buenos y días malos.

Muchas cosas pueden pasar para no escribir más de un libro. Publicar —sigue Pilar— es una manera de exhibirse, de convertirse en personajes. Un libro trae entrevistas, crítica, medios, fotos, que les pregunten por qué el personaje hizo lo que hizo. Se vuelven figuras públicas, cuando a algunos no les interesa. Un escritor, como cualquier otra persona, puede ser tímido.

“Cuando uno escribe libros lo hace porque tiene algo que decir. Esos tipos de escritores de una sola obra por lo general se caracterizan por una suerte de maestría profética y concentrada, entonces como que lo dicen todo de una sola vez, y luego les parece que es redundante decir algo más”, opina el escritor colombiano Juan Esteban Constaín.

Juan Rulfo no necesitó más de una novela, Pedro Páramo, y un libro de relatos, El llano en llamas, para ser un referente de la literatura latinoamericana. En esos dos trabajos, aunque los lectores hubieran querido más, está ese escritor que fue Rulfo.

A él le solían preguntar —como se suele preguntar todavía— por su próxima novela y él respondía —cuenta en Bartleby y compañía Enrique Vila-Matas— que no publicó más porque se le murió el tío Celerino, que era el que le contaba las historias.

Agrega Paula que Rulfo siempre dijo que no se pudo superar a sí mismo.

El miedo a no repetir el éxito de un libro hace que algunos escritores no publiquen más, o incluso que no escriban, como si ese famoso suyo los bloqueara. Le pasó a Héctor Abad después de El olvido que seremos, que hasta incumplió los plazos de la editorial, pero salió de ello con La Oculta (y antes con un libro de poemas).

A veces, además, ese texto famoso no es el único del autor, pero sí el que se queda en la memoria de los que leen.

Robert Walser —se lee en Bartleby y compañía— sabía que escribir que no se puede escribir, también es escribir” .

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