Colombia no jugó bien y a muchos futbolistas les faltó acompañar la gran actuación del portero David Ospina para que se diera el milagro de la clasificación a la semifinal de la Copa América.
Y es que si Colombia hubiera clasificado habría sido por la intercesión de los santos, porque solo tuvo una jugada clara de gol durante los 94 minutos, mientras que san David hacía todo lo posible por mantener su arco en cero pese a las múltiples llegadas de los argentinos.
La suerte era cafetera y cuando no aparecía el portero nacional los palos se convertían en sus aliados.
En las tribunas se decía que en esta jornada Dios era colombiano y puede ser cierto que una mano divina acompañó a Colombia hasta los penaltis, pero en esa instancia el combinado patrio no aplicó la frase “ayúdate que yo te ayudaré”.
Pese al constante apoyo de los hinchas, que no se dejaron amedrentar por los cánticos argentinos en la tribuna ni por el pobre rendimiento de la Selección en la cancha, al final llegó lo inevitable, la eliminación.
Jackson Martínez no aprovechó la oportunidad que le otorgó Pekerman de ser inicialista; Víctor Ibarbo tampoco salió ni marcó, mientras que Santiago Arias lució confundido, intentando marcar a Messi en toda la noche.
Colombia puso ganas y se dedicó a aguantar, pero esta vez la justicia premió al equipo que hizo más por el partido. Argentina tuvo el control y la selección nacional no fue la de otras jornadas históricas ante los albicelestes.
Qué lejos lucieron en esta Copa América los cafeteros en relación con lo mostrado en el Mundial. Con este fútbol llegó muy lejos.
Solo en el primer tiempo ante Brasil mostró pinceladas de ese rendimiento que emocionó a los hinchas colombianos y que permitió que la Tricolor llegara como favorita a este torneo.
Era casi imposible que con solo un gol anotado, y por un defensor (Jeison Murillo), Colombia se metiera en las semifinales del torneo. Quedó en deuda y ahora tendrá que trabajar para tener unas eliminatorias exitosas en su camino a Rusia-2018 .