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Al intendente Abelardo Romero Hernández se le manchó el uniforme hace 8 años cuando –según la Fiscalía– decidió unirse a “Los Magníficos”, un grupo de exmiembros de la Policía que entre otros delitos se encargaba de perfilar y señalar personas, especialmente empresarios, para que el ELN los secuestrara.
La tarea de la que acusan a “el Sargento”, como era conocido en el bajo mundo, parecía sencilla: presentarse ante algún millonario luciendo su traje de Policía, sacar una orden de captura falsa, simular un arresto y entregárselo a su contacto directo.
De acuerdo con el expediente se trataba de “Mono Clinton”, un excabecilla del ELN que fue capturado en 2020 por secuestro extorsivo.
De esta forma se convirtió en una de ficha clave en este entramado de corrupción al interior de la Policía y por el cual perdió su cargo de intendente.
Según el dosier que levantó la Dirección de Fiscalías contra la Criminalidad Organizada, “El Sargento” era quien seleccionaba a los ‘prospectos de secuestrados’ para cobrar rescates en dólares para financiar el sostenimiento del ELN.
Uno de los “trabajitos” en los que tuvo éxito y por los que ahora es procesado Romero Sánchez ocurrió el 27 de abril de 2015 en Copacabana, Antioquia. El ELN ya tenía fichado a un finquero al que “el Sargento” contactó para ofrecerle un nuevo inmueble que pudiera arrendar los fines de semana.
Cuando el empresario salió a la puerta para cerrar el negocio, Romero sacó sus dotes de policía y armó la parafernalia necesaria para que el finquero no sospechara de un secuestro, como ya había pasado con una víctima anterior.
Sacó una orden de captura falsa por el supuesto delito de receptación y, en contra de la voluntad del finquero, lo subió a un automóvil para luego trasladarlo a la cajuela de otro carro cubriéndole la cabeza con una bolsa. Su destino final estaba en las manos de Édgar Humberto Restrepo Benjumea, alias Mono Clinton, quien para ese momento era integrante del Estado Mayor y coordinador del Frente de Guerra Urbano del ELN.
El finquero estuvo tres días en una finca de Copacabana al norte de la capital antioqueña, durmiendo en un cajón de madera forrado en icopor, y luego fue trasladado en otro vehículo a la vereda La Clara, en el municipio de Caldas.
Allí permaneció 17 meses encerrado en un pozo séptico de 3 x 3 metros con dos cámaras de video para monitorearlo y un balde de plástico para que hiciera sus necesidades fisiológicas.
El botín de recompensa lo negociaron con la familia a través de correos electrónicos durante 15 meses y exigían 2.800 millones de pesos de los que los secuestradores alcanzaron a recolectar 2.200 millones de pesos en efectivo antes de su liberación el 11 de septiembre de 2016.
Dos años después, en junio de 2018, “Los Magníficos” comenzaron a caer uno por uno, aunque trataron de desviar las investigaciones varias veces.
En medio de las pesquisas, cinco expolicías firmaron un principio de oportunidad y sus declaraciones fueron fundamentales para atrapar a “Mono Clinton” en 2019 y condenarlo a 40 años de prisión.
Pero ahí no terminó el entramado, la Fiscalía continuó las investigaciones hasta que este lunes lograron dar con el paradero de Romero Hernández, quien para ese tiempo estaba adscrito a la policía de vigilancia y cumplía funciones de recuperación del espacio público en Medellín.
Por ese motivo a “El Sargento” se le imputó el delito de secuestro extorsivo agravado, pero se declaró inocente. Sin embargo, un juez de control de garantías impuso medida de aseguramiento en centro carcelario hasta que se de fin a su proceso judicial.