El tapabocas, ese pedazo de tela que debe cubrir nariz y boca para “combatir la propagación de la covid-19”, como lo describe el Ministerio de Salud en su página web, se volvió una pieza indispensable a la hora de salir o tener contacto con otras personas.
Pero en medio de la pandemia también se convirtió en un problema ambiental, pues gran parte de la población desconoce la forma correcta en la que se deben desechar las mascarillas de un solo uso o reutilizables.
Según un estudio publicado en la revista Ciencia Ambiental y Tecnología, 129 mil millones de tapabocas se desechan al mes en el mundo y cada uno de ellos tarda más de 400 años en desintegrarse.
Por ese riesgo el Ministerio de Salud lanzó una serie de recomendaciones para la disposición final de estos elementos en el país para evitar que se conviertan en un agente contaminante y en un riesgo para la población.
Lo primero que sugirió Jairo Hernández, subdirector (e) de Salud Ambiental de esta cartera, es no arrojar o desechar los tapabocas en espacios públicos, pues muchos de ellos "han acabado en las calles, vías públicas, parques, ríos o playas", indicó.
En ese sentido, los tapabocas, ya sean reutilizables o de un solo uso, deben separarse de otros desechos y ser arrojados en doble bolsa de color negro. Esta no podrá ser manipulada por el personal que realiza el reciclaje.