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“Colombia es el país de la fracasomanía”: Alejandro Gaviria

El ministro de Salud lanzará en los próximos días su libro más reciente “Alguien tiene que llevar la contraria”.

  • El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, dijo que la legalización de la marihuana es “inevitable. Del prohibicionismo se pasará a una regulación sensata”. FOTO colprensa
    El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, dijo que la legalización de la marihuana es “inevitable. Del prohibicionismo se pasará a una regulación sensata”. FOTO colprensa
14 de noviembre de 2016
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Alejandro Gaviria tiene pocas horas para dormir. Desde 2012, cuando aceptó la propuesta de ser ministro de Salud, su vida transita entre una agenda pública y otra intelectual, ésta última menos conocida. Cuando no logra conciliar el sueño, otros temas ajenos a la salud comienzan a surgir: economía, sociología, literatura, filosofía. Sus pensamientos divergentes han quedado plasmados en diferentes ensayos.

Algunos textos están publicados en su blog personal, otros, hasta hoy desconocidos, están compilados en el libro “Alguien tiene que llevar la contraria”. En diálogo con EL COLOMBIANO, el ministro explicó el contenido del libro y destacó que lo escribió en los últimos cinco años.

Usted toca un punto crucial en el libro, el cambio social. ¿Cómo lo interpreta?

“El libro es en parte una reflexión sobre las posibilidades y dificultades del cambio social. Puede leerse como una defensa del incrementalismo y del reformismo democrático. Yo creo en el posibilismo. No creo en el tremendismo, no creo que una reforma legal o una nueva constitución o una utopía legalista vayan a resolver nuestros problemas. El cambio social requiere persistencia, consistencia y continuidad. Pero los demagogos promueven otra cosa”.

El capítulo sobre Estanislao Zuleta es propicio para el momento que está viviendo el país. ¿Cómo entran en juego el liberalismo, la democracia y el conflicto a la luz de lo planteado por Zuleta?

“Escribí ese capítulo hace dos años y ha cobrado vigencia. El liberalismo está hoy amenazado. La defensa de la tolerancia, el respeto y los derechos de las minorías son más urgentes que nunca en un mundo dominado por la demagogia rabiosa y la indignación vacía”.

En el tema de “los represores sexuales”, ¿cómo se puede relacionar este capítulo con las discusiones recientes sobre la “ideología” de género?

“En uno de los primeros capítulos critico los represores sexuales, lo mismos que han combatido en Colombia la vacunación contra el virus del Papiloma Humano (la llaman la vacuna de la promiscuidad), o que insisten en negarles los derechos a algunas minorías o que quieren impedir que las parejas del mismo sexo puedan adoptar. Las polémicas recientes al respecto son un síntoma más de ese antiliberalismo en crecimiento. Volvimos a debates que creíamos superados hace décadas”.

En Colombia hay una oposición a temas como la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio entre parejas del mismo sexo....

“Así es. Por ejemplo, en el Ministerio vamos a iniciar una campaña de difusión de los derechos de las mujeres a interrumpir voluntaria el embarazo en los tres casos señalados por la Corte. Muchos nos dijeron: ‘no es el momento, esperen un poco, hay mucha intolerancia’. Mi respuesta fue tajante: ‘todo lo contrario: la defensa de los derechos y las libertades es hoy más importante que nunca”’.

¿Qué podría rescatar de Darwin para analizar el contexto actual?

“Incluí el texto sobre Darwin porque es una buena metáfora sobre la hostilidad al pensamiento científico de muchos políticos. La historia es una anécdota vieja del siglo XIX. Pero hay historias similares en pleno siglo XXI. Por ejemplo, en el debate sobre la adopción por parejas del mismo sexo, los argumentos científicos se han hecho a un lado. Lo mismo ocurre en las críticas a la vacuna contra el VPH. O en los discusiones sobre la política antidrogas”.

Es inevitable no relacionar el capítulo de las drogas con “la derechización” que parece estar pasando la política internacional. ¿Qué cabida tienen las propuestas alternativas, como la legalización de la marihuana, en el actual contexto?

“En abril, en Naciones Unidas, fue evidente que un grupo de países, entre ellos México y Colombia, aboga por un cambio de enfoque, por una política que enfatice la salud pública y los derechos humanos, una política basada en la evidencia que corrija los errores y aberraciones de la ‘guerra contra las drogas’. Pero otro grupo de países insiste en el enfoque represivo. El mundo está dividido. Sea lo que fuere, la legalización de la marihuana es inevitable. Del prohibicionismo se pasará a una regulación sensata que reconozca sus usos medicinales”.

Es difícil no creer en el fracaso ante los sucesos políticos de 2016. ¿Cómo combatir la “fracasomanía”?

“Es difícil, pero toca. El libro invita a evaluar nuestro pasado con objetividad, a reconocer nuestros logros y aceptar nuestros fracasos. Pero también invita a mantener cierta rebeldía, sobre todo en la lucha por la libertad, la dignidad humana y la igualdad de condiciones. Pero sin duda hay un asunto que me preocupa: el totalitarismo, en todas sus versiones, incluida la tropical, tiende a crecer pues las sociedades tienden a aceptar la pérdida sus libertades”.

¿Cuáles son sus argumentos centrales para señalar que no existe una crisis de la salud en Colombia?

“No digo que no hay crisis. Sí, la hay. Afirmo, eso sí, que hay logros innegables. Colombia es un ejemplo para el mundo en varios aspectos: el aumento de la cobertura de aseguramiento, su programa de vacunación, la disminución de mortalidad infantil por IRA y EDA, la equidad en el financiamiento del sistema, etc. Nada de eso se dice. Nada de eso se pondera. Este es un ejemplo perfecto de ‘fracasomanía’”.

Hay un lugar común en los críticos de la salud. Dicen que la gente “sigue muriendo en las puertas de las clínicas”. ¿Qué ve usted detrás de este tipo de afirmaciones?

“Hay problemas innegables de oportunidad, calidad e integralidad. Esa frase puede ser un reflejo de una frustración entendible. Pero es falsa, es una exageración que, como diría Zuleta, exime a algunos críticos de la tarea ardua de entender y estudiar”.

¿Cuáles son los cinco retos más complejos e inmediatos que enfrenta el sistema de salud actualmente?

“Superar las desigualdades entre regiones y Regímenes, recobrar el equilibrio financiero, resolver el lío de Cafesalud y otras EPS, recuperar la confianza pública y erradicar la corrupción.

¿Cuál es su perspectiva sobre la aplicación del modelo de salud en Antioquia?

“Antioquia es un caso paradójico: tiene los mejores prestadores y médicos del país, tiene uno de los mejores aseguradores del Régimen Contributivo, tiene las mejores facultades de medicina, tiene investigadores de talla mundial; pero enfrenta una crisis financiera profunda porque, en conjunto, ha desbordado su capacidad financiera, se ha gastado más de lo que se tiene”.

¿Hay ejemplos de eficiencia que quiera mencionar?

“El trabajo de la Universidad de Antioquia en telemedicina y el trabajo en ciernes para mejorar la red de prestación en el Área Metropolitana”.

¿Cómo han cambiado sus percepciones sobre Colombia tras dirigir el Ministerio de Salud?

“Han cambiado en muchos aspectos. Voy a mencionar uno solo que me parece clave: soy ahora más consciente de la heterogeneidad, de la falacia de los promedios. Con el mismo sistema, los mismos problemas, encuentro, por ejemplo, hospitales públicos exitosos, que crecen, invierten y dignifican lo público. Los protagonistas de esas historias positivas reciben poco reconocimiento. En el país de la ‘fracasomanía’ pareciera que las buenas noticias estorban”.

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