El Gobierno Nacional aceptó que la muerte de los cuatro policías (dos en Arauca y dos en Nariño) obedece a un “plan pistola” que adelanta la guerrilla del Eln en algunas de las regiones donde se encuentra esa organización insurgente.
Tanto el presidente Iván Duque, como el ministro de Defensa, Guillermo Botero, confirmaron que los hechos en los que perdieron la vida los agentes, se trata de una práctica que utilizan los grupos armados ilegales, incluso desde la época del Cartel de Medellín, para atacar a la Policía Nacional.
“Ellos saben que están, en este momento, bajo el acecho de las autoridades y que esos actos serán siempre castigados”, dijo Duque, mientras que el jefe de la cartera de defensa aseguró que “este plan pistola es una retaliación por el levantamiento de las conversaciones con esa guerrilla en La Habana, Cuba”.
El modo en que ocurrieron los hechos, tanto en Arauca como en Nariño, fue similar: los policías fueron atacados en modalidad de sicariato y mientras se encontraban con la guardia abajo, además se trató, como lo dijo la misma institución, de funcionarios que no hacen parte de grupos que se encargan del combate directo a las estructuras armadas ilegales como el Eln, ya que en el caso de Arauca eran de la seccional Fiscal y Aduanera y los de Nariño eran de vigilancia y control.
El general en retiro Luis Ernesto Gilibert, quien fue director de la Policía Nacional, recuerda que lo que se denominó como “plan pistola” es un acto delincuencial que viene desde la guerra con el Cartel de Medellín y el ofrecimiento de Pablo Escobar de una recompensa para quienes asesinaran a un policía. A partir de ahí, otras organizaciones armadas ilegales fueron utilizando estrategias similares.
“Es una acción muy rápida y de sorpresa y las personas que la cometen no es que tengan una infraestructura de sicarios, simplemente reciben el precio que le ponen al policía y cometen el delito. Pablo Escobar daba dinero a cualquier sicario, no tenía que ser de su organización. Ahora, por ejemplo, el Eln les ordena a sus milicianos que cometan esos homicidios”, explica el oficial.
Para Gilibert, este tipo de acciones son “un acto de cobardía porque es aprovecharse de la situación de descuido o de ocupación que pueda tener la víctima y así lo atacan, además casi siempre es contra funcionarios que están prestando servicio diferente”.