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Manos ancestrales que crean memoria y paz

La Unidad de Restitución de Tierras acompaña a las comunidades indígenas a mostrar y comercializar sus productos tradicionales para ayudar a la supervivencia.

  • La estrategia Manos Ancestrales busca generar espacios de promoción de productos tradicionales indígenas. FOTO DONALDO ZULUAGA
    La estrategia Manos Ancestrales busca generar espacios de promoción de productos tradicionales indígenas. FOTO DONALDO ZULUAGA
Manos ancestrales que crean memoria y paz
22 de marzo de 2021
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La memoria de las comunidades indígenas colombianas ha pasado de generación en generación a través de la palabra. Los abuelos y padres salen con sus hijos a cazar o recolectar alimentos y semillas, mientras les explican cuáles son las plantas medicinales que pueden ayudarles en caso de un cólico, un dolor de cabeza, una fiebre o una intoxicación. Les enseñan de cuáles cortezas terrestres y vegetales pueden sacar los mejores colores para lucir en sus ceremonias, y les marcan el camino de la tierra que solo ellos han explorado. Bueno, no solo ellos, también los armados que han tratado de sacarlos a las malas de la tierra que desde hace siglos recorrieron sus padres.

Jacinto Mocho, de la comunidad Epedara Siapidara, de la comunidad Nueva Esperanza, asentada en Guapi (Cauca), recorre hasta seis horas por extensos caminos para recoger junto a los más jóvenes el chocolatillo, una palma que se encuentra en la montaña con la que los indígenas de esa región elaboran los canastillos. “Mientras vamos en camino explicamos las matemáticas, las ciencias, el funcionamiento de la naturaleza”, cuenta el comunero.

Una vez el chocolatillo llega al caserío a eso de las 6 de la tarde, las mujeres lo separan, la mitad del material lo tinturan y la otra mitad lo dejan al natural, como narró Griselda Chirimia. Tras ponerla al sol por tres días en el barro empiezan a tejer, como si cada puntada fuera un recuerdo de lo que un día fueron y un sueño de lo que serán.

Y es que cuando los Epedara Siapidara perdieron el control de su territorio en el marco del conflicto armado, hacer canastos, que era una actividad tradicional, se convirtió en el eje principal de ingresos y una parte importante de sus tradiciones. En ese ir y venir de las fibras que se entretejen por manos laboriosas se abrió un espacio para reafirmar la lengua, la cultura, pero a su vez garantizar ingresos para poder sobrevivir.

Hoy ellos reclaman su territorio con apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), pero también quieren mostrarse al mundo como los creadores de memoria ancestral. “Queremos que afuera todos sepan lo que hacemos, cómo a través de esos canastos nuestra comunidad se prolonga en el tiempo, y que nos ayuden a garantizar que vivamos por muchos siglos más”, anotó Griselda.

Y precisamente para eso, la URT creó Manos Ancestrales, una iniciativa que busca generar espacios de promoción y comercialización de productos tradicionales desarrollados por pueblos indígenas que hayan sido víctimas del conflicto, para lo cual ha identificado que 25 pueblos ubicados en 24 municipios en 12 departamentos del país realizan diversos oficios que pueden ser muy atractivos para mercados dedicados al sector de la moda y la decoración. (ver Entrevista)

Molas: el textil tradicional

“Para hacer una mola la materia prima es la tela, utilizamos la aguja, los hilos y las tijeras. Esas son las herramientas que se necesitan. Se hace el trazo del diseño que se va a tejer, porque hay unas molas geométricas, que tienen significado de protección, hay unas de pájaros y del resto de la naturaleza, pero hay otras de colores que son como labrar una historia”, así relató Rosmery Uribe cómo es la elaboración de la artesanía que desde niña aprendió a hacer para vestirse cuando se convirtiera en mujer.

Las mujeres del pueblo Guna Dule de la Comunidad Caimán Nuevo, ubicada en Necoclí (Antioquia), visten con molas tan pronto tienen su primera menstruación y tras la ceremonia en la que ante su comunidad son reconocidas como mujeres. Para entonces tienen listos varios ajuares que van actualizando con el paso del tiempo, pero como el conflicto armado los acorraló y les impidió disfrutar plenamente de su territorio, encontraron en su tradición una forma de sustento.

“Empezamos a hacer molas para personas de afuera, en cuadros, vestidos, abanicos, pulseras, carteras, bolsos, tapices, cinturones, lo que sea”, contó Rosmery. Aunque la comercialización ha sido todo un problema, ya que la comunidad vive a seis horas a caballo de Necoclí, para que justifique sacar los productos de allí el pedido debe ser grande y casi nunca lo es.

“Hemos ido a las ferias de Artesanías de Colombia, pero cualquier otro intento es muy difícil para nosotros. Queremos llegar a más gente, porque en Colombia cuando uno participa nos decían que la mola era panameña; no son del país, sino de la gente gunadule, que pueden vivir en Panamá o Colombia. Nuestro sueño es que en el mundo la gente luzca nuestras molas”

Infográfico
20
comunidades étnicas
han recibido la restitución
de sus territorios.

Una forma de mantener la cosmogonía de las comunidades indígenas que quieren recuperar el control de sus territorios es la comercialización de sus productos. La estrategia Manos Ancestrales los apoya.

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