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Venezolanos en Colombia, más allá de los datos del Dane

Conozca cuatro historias de vida que ejemplifican los hallazgos de esa entidad sobre esta población migrante. Un 95,9% quiere quedarse.

  • El 95,9 % de los venezolanos no planea regresar a su país el próximo año. FOTO: Andrés Camilo Suárez
    El 95,9 % de los venezolanos no planea regresar a su país el próximo año. FOTO: Andrés Camilo Suárez
  • Venezolanos en Colombia, más allá de los datos del Dane
  • Venezolanos en Colombia, más allá de los datos del Dane
  • Venezolanos en Colombia, más allá de los datos del Dane
  • Venezolanos en Colombia, más allá de los datos del Dane
16 de octubre de 2021
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Millones de migrantes se “vinieron con la expectativa de esperar un tiempito mientras se calmaba la marea y volver– dice Andrés García Suaza, profesor de la Universidad del Rosario–, pero la fecha de retorno está cada vez más difuminada”. Y, ahora, un 95,9 % de los venezolanos que viven en Colombia no planean regresar a su país en el próximo año.

Esa fue la principal conclusión de la encuesta “Pulso de la Migración”, el primer estudio de ese tipo realizado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en alianza con el Banco Mundial y la Universidad del Rosario –en cuyo nombre participó el profesor García–, que analiza las condiciones en las que llegaron los más de 1’729.537 venezolanos que viven en Colombia –según Migración– y las características de vida que mantienen.

Dentro de los hallazgos, se conoció que cerca del 31,1 % gastó sus ahorros mientras sobrevivía a la pandemia y que ese factor no influyó en que una buena parte de ellos regresara, pues solo el 3,1% manifestó haberse ido de Colombia tras los impactos del covid-19.

Así mismo, los reportes dan cuenta de que hay patrones que se repiten en la población migrante: “Uno de los más interesantes está en la evidencia de que en la mayoría de familias viajó primero el padre, o la cabeza de familia, y trajo al resto de los integrantes tras encontrar estabilidad acá”, dice García.

Sin embargo, esa misma brecha de género obligó a que un 38,2 % de las mujeres se dedicara a labores del hogar, frente a un 3,6% de los hombres. Bajo ese contexto, el Dane concluyó que hay una menor inserción laboral femenina y, por ende, una mayor inactividad en la economía colombiana.

Sumado a ese contexto laboral, el estudio también revela que el 74,7 % de los encuestados no cuenta con un Permiso Especial de Permanencia (PEP) y que un 46,0 % no conoce o ha aplicado al Permiso de Protección Temporal, el documento más viable para ellos, que permitiría estar de manera regular en el país por un período de 10 años.

De hecho, hace tres días fue entregado el primer permiso por protección temporal para ciudadanos venezolanos. El trámite estuvo a cargo del presidente, Iván Duque, y fue a favor de Óscar Soto, quien se convirtió en el primero en terminar todas las fases necesarias para recibir el documento.

Esto –explica el investigador García– también habla de una necesidad de ampliar dichas estrategias para que la acogida de esa población, que espera quedarse por tiempo indefinido, sea tramitada de la manera menos traumática posible para ambos lados: población local y migrante.

Pese a que la encuesta no profundiza en las razones por las que la mayoría quiere permanecer, sí se pregunta por qué se quiere ir ese 4,1 % restante. La respuesta es simple: quieren regresar a casa o están esperando la oportunidad de viajar a otro país.

Dentro de las opciones más populares, los migrantes optarán por naciones como Chile (9,1 %), Perú (5,9 %) y Ecuador (2,0 %), pero otros solo saben que quieren partir y no han definido a dónde (52,0 %).

Por último, la encuesta da luces sobre los flujos migratorios que se han reportado en la última década. La tendencia empieza a mostrar un aumento de migrantes en 2016, fecha en que llegó el 5.0 % de la población migrante, y aumenta de año en año hasta llegar al pico más elevado que se ha registrado hasta la fecha, en 2018: con 33,8 % del total de encuestados.

El cuestionario fue aplicado a 7.955 personas, que representan 3.475 hogares, y tendrá dos entregas más –en noviembre de este año y enero de 2022– que ampliarán los detalles que surgieron en esta.

EL COLOMBIANO buscó cuatro migrantes que viven en Colombia e indagó por los puntos claves que concluyó el estudio. En sus relatos, se confirmaron las tendencias y se dibujaron sus perspectivas sobre lo que ya pasó, y lo que viene

Mía Victoria y la doble nacionalidad

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Mía Victoria nació a las 7:35 p.m. del 19 de agosto de 2019 y fue uno de los 605 partos de madres venezolanas que atendió el Hospital General de Medellín durante ese año. Como en su caso, un 7 % de los migrantes encuestados por el Dane han tenido hijos nacidos en Colombia, lo que les otorga una doble nacionalidad desde el momento en que dan el primer respiro. Erilim Nava y Ómar José Álvarez, sus padres, decidieron abandonar su natal Zulia –en Venezuela– y migrar hacia Colombia en 2018. Todo eso, tras ver a su nación cada vez más inestable y con menos oportunidades económicas, según ellos mismos cuentan. Ómar llegó primero, buscó estabilidad y –una vez estuvo listo– llamó a su esposa para que llegara a hacerle compañía. A partir de ahí, ambos se radicaron en un municipio turístico y empezaron a vivir de actividades comerciales. Pese a ello, Nava ha tenido que estar más tiempo en casa desde que nació su bebé, una historia que se repite para al menos 38 (2 %) de las mujeres encuestadas, que afirmaron dedicar su mayor parte del tiempo a oficios en el hogar. Por ahora, ambos intentan ayudar a la familia que quedó en Venezuela y le giran dinero. En cuanto a los migrantes que tenían hijos antes de llegar al país, un 33 % dijo haber migrado con ellos, mientras que el 17 % lo hizo antes que sus hijos y solo un último 3 % los dejaron en ese país sin planes de traerlos a Colombia. La idea, como desde el momento en que llegaron, sigue siendo que toda la familia migre, pues ven lejos un retorno.

La deportista María Katherine representa a esa mayoría que no quiere retornar

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María Katherine Sanabria Suárez tiene 16 años y vive en Cúcuta desde los 13. Parece poco –dice–, pero han sido suficientes para que ya quiera vivir en Colombia para siempre. Acá, María encontró la estabilidad económica y social que había perdido su familia en la ciudad de San Cristóbal (Venezuela) y el equipo por el que compite a diario. Dice que sus padres sí quieren regresar por la familia y las propiedades que dejaron en su nación, pero que aún no tienen planes de hacerlo. Sus dos hermanos concuerdan con ella y dicen que no se ven retornando a ese país, al igual que el 96 % de los encuestados por el Dane que aseguran que no regresarán durante el próximo año. Es deportista de alto rendimiento y tiene cupo en la selección de natación del Norte de Santander desde 2019. Allí, representa a ese departamento, y a Colombia, en la modalidad juvenil de aguas abiertas y competencia de carrera. Su familia siguió la tendencia de un 24,7 % de los hogares venezolanos que se trasladaron a Colombia, pues su papá llegó a probar suerte y, una vez logró establecerse, llegaron los otros cuatro integrantes de la familia. Esa acción, según las conclusiones del Dane, se repite con frecuencia en los procesos migratorios, donde la “cabeza” del hogar migra antes que todos los otros. Además de su carrera como nadadora profesional, María Ketherine estudia de manera virtual en una institución educativa colombiana. Cursa grado once y hace parte del reducido 4,2 % que aseguró dedicar su mayor parte del tiempo a estudiar.

El arte de Guillermo y la falta de acceso al sistema de salud

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Las primeras veces en que Guillermo Valera coloreó, dibujó y pintó, lo hizo desde Venezuela. Creció con lápices y pinceles en las manos y perfeccionó su técnica en las calles de ese país mientras vivía de su arte. Pero “la cosa se puso difícil” y arribó directo a Medellín en 2017, fruto de una de las primeras olas de migración que llegó a Colombia. En ese mismo año, según la encuesta del Dane, llegaron el 18,5 % de los venezolanos que aún viven en el país. No se queja de lo que ha vivido, pues ha sido parte de ese 7,7 % de sus compatriotas que recibió comida como forma de ayuda y que afirmó haber recibido un buen trato por parte de los colombianos. Además, bastaron apenas 15 días para que lograra recolectar lo suficiente para pagar una habitación y, más tarde, un arriendo. Como tantos otros, se trajo a su esposa tras ver que su futuro en Antioquia sería próspero y, aunque sí desea volver a su país en algún momento, dice que esa fecha está lejos y que ni si quiera se ha puesto un plazo. “Habrá que esperar a que la situación de allá mejore; mientras tanto, Colombia ha sido generosa”, dice. Sin embargo, la historia no ha estado a favor de muchos de sus compañeros. El Dane estima que un 1,9 % de los migrantes se la pasa en una búsqueda constante de trabajo y que un 15,2 % permanece desempleado. En ese mismo sentido, Valera dice que no ha requerido ningún servicio de salud y que por eso no se ha afiliado al sistema, pero le preocupan algunas enfermedades de su esposa, que tampoco ha hecho el trámite. Dice que no sabe cómo hacerlo y, por eso, hacen parte de un 67,5 % que no está afiliado al sistema de salud.

Dalila Cabrita y ese 31% que han evitado a toda costa que su pasaporte se venza

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Dalila Cabrita de Peña aterrizó en Colombia en 2016, cuando el éxodo venezolano apenas comenzaba. No huyó como fruto de sus condiciones económicas –como el otro 92,1 % sí lo hicieron– ni por la inseguridad (19,0%) o la política (10,7%), se marchó porque vio en Colombia un mejor suelo para su empresa y allí la fundó desde aquella época. Lleva cinco años en el país y ya tiene un miembro de la familia con nacionalidad colombiana: su esposo, quien espera ayudar a tramitar la de los otros tres miembros de la familia que aún la esperan. Aquí aquella idea de negocio dio frutos y, ahora, sus pasteles son famosos en 12 naciones del mundo, donde Dalila da clases de decoración y repostería. Sus hijos, Sojaida Peña y Jesús Alejandro Peña, también le siguieron los pasos y trabajan en la empresa familiar mientras ella viaja compartiendo su arte. En cuanto a su documentación, Dalila se ha mantenido con su pasaporte vigente, al igual que un 31 % de sus compatriotas, y con un permiso de trabajo. Su realidad, en todo caso, dista de la de la mayoría de sus connacionales, pues viaja con regularidad a Venezuela y a Estados Unidos, por ejemplo, mientras que la mayoría de venezolanos afirmaron no haber visitado ese país en el último año, registrando un 94,2 % de los encuestados. Cabrita y su familia no descartan la idea de regresar a su tierra natal, pero dudan, por ahora, que la empresa corra con la misma suerte y tome esa misma fuerza, por lo que seguirán en Colombia en el futuro a corto y mediano plazo.

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