<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

La cúrcuma les da oportunidad a las víctimas de Bojayá

Este proyecto productivo permite que indígenas y afros ganen su sustento.

  • Indígenas y afro vienen trabajando juntos en un proyecto productivo de cúrcuma, planta de la que aprovechan sus bondades curativas y gastronómicas, un ejemplo de reconciliación. FOTO Cortesía
    Indígenas y afro vienen trabajando juntos en un proyecto productivo de cúrcuma, planta de la que aprovechan sus bondades curativas y gastronómicas, un ejemplo de reconciliación. FOTO Cortesía
23 de marzo de 2020
bookmark

Cuando los indígenas emberá escucharon de la cúrcuma, una planta que estaba empezando a ser mencionada por todos los rincones de Bojayá (Chocó), no tenían ni idea de qué se trataba, el nombre les parecía extraño y su uso gastronómico mucho más, hasta que alguien les hizo caer en cuenta que se trataba del azafrán, ese que por muchísimos años han utilizado para curar cualquier cantidad de enfermedades, es algo, como se dice popularmente, bendito.

“Todas las familias indígenas cultivábamos azafrán, no en grandes cantidades, sino dos o tres maticas, porque no necesitábamos más, pero luego nos dimos cuenta que los afros la llamaban cúrcuma y se la echaban a las sopas”, cuenta Baldolovino Tumata Cuñapa.

Entonces los afros empezaron a decirles, a modo de burla, curcumeros a los indígenas, en una época en la que ambas etnias desconfiaban entre sí, pero de eso hace ya mucho tiempo. Hoy juntos cultivan la planta para darles ambos usos y derivar su sustento, haciéndoles el quite al confinamiento y la violencia que los rodea.

En medio de la guerra

Si por algo ha sido conocido Bojayá en el mundo es porque en mayo de 2002 fue destruido y abandonado después de que, en medio de un combate con los paramilitares, las Farc lanzaran un cilindro bomba en su iglesia que dejó 79 muertos, según el Centro Nacional de Memoria Histórica.

Por 18 años han intentado superar las secuelas de la guerra, y la cúrcuma resultó ser también sanadora de su tejido social. (Ver Paréntesis)

“Mi esposa que es bacterióloga que en sus brigadas de salud viajaba hasta las comunidades indígenas notó que ellos con la cúrcuma curaban la hepatitis en los niños”, cuenta Edwin Allín, representante legal de Eropananía (que significa “Tenemos cúrcuma en Bojayá” en una mezcla entre lenguaje emberá y afro.

Allín agrega que “un día nos sentamos a pensar ¿qué tal si ese producto que utilizamos indígenas y afro lo podemos masificar y venderlo con ambas utilidades”, y crearon la empresa de la que hoy se benefician 205 familias (105 indígenas y 100 afro).

Actualmente cuentan con unas 17 hectáreas distribuidas en cultivos pequeños por Bojayá: en El Corazón de Jesús, Caimanero, Puerto Candela, Mesopotamia.

De ahí logran producir aceite con propiedades medicinales y harina para la gastronomía, ya que cuentan con una planta de beneficio en Bellavista en la que hacen el secado y la producción.

Están en capacidad de vender unos 200 kilos de harina en cada cosecha, pero logran vender solo 100, porque el mercado es difícil, pero eso les permite subsistir y alimentarse, en las largas temporadas de confinamiento a la que ya los tienen acostumbrados los grupos armados, sin necesidad de acudir al cultivo de la hoja de coca ni a ir a parar a las filas guerrilleras o paramilitares, lo que hasta hace poco fue la única alternativa en esa olvidada zona del país

El empleo que busca está a un clic

Te puede interesar

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD