Después de cuatro años de trabajos, la Comisión de la Verdad presentó esta semana el informe final sobre el conflicto armado. Como era de esperarse, hubo críticas, pero también muchos aplausos. Hablamos con el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, sobre las reflexiones que quedaron después de escuchar a más de 28.000 víctimas, victimarios y actores de la vida pública que estuvieron atravesados por la guerra. Su voz, calmada y sosegada, dice que esta es una mirada —que puede reunir muchas otras voces— del horror que nos pasó.
Dice el evangelio de Mateo que son “bienaventurados los que buscan la paz porque serán llamados hijos de Dios”, y el evangelio de Juan dice que preparar el camino de Dios es como alzar una voz en el desierto, ¿cómo ha sido ese llamado de paz en estos años a través de la Comisión?
“Me encantan las dos citas que acabas de hacer del evangelio y me encantan porque en esa misma cita continúa Juan diciendo en un lenguaje sencillo “abran espacio para que se pueda manifestar la verdad”. Y la verdad es mucho más de lo que nosotros podemos entregar.
Nosotros hemos hecho un esfuerzo muy grande. Hemos construido y sobre todo hemos tratado de recoger durante estos casi 4 años el sentimiento de la Colombia profunda, en su dolor, en sus sentimientos, y ve uno que eso se va abriendo paso y que se van creando las circunstancias que lo hacen posible, y que sobre todo los jóvenes lo acogen y que las víctimas en muchas partes comienzan a decirnos que esto ha sido muy conmovedor. Tenemos que seguir hasta que toda Colombia se sienta conmovida por lo que ha pasado y se sienta transformada”.
Estamos hablando de que son casi medio de millón de personas asesinadas durante el conflicto, según el informe...
“Es que piensen ustedes lo que significa: fueron un poco más de 450 mil personas muertas durante 50 años de guerra.
Lo más tremendo es que el 80% eran civiles, eran pueblo nuestro que no tenía nada que ver con la guerra, eran civiles sin armas, lo cual muestra que todo estuvo lejos de ser simplemente una confrontación entre unos insurgentes y el Estado. La guerra no fue solamente eso. El conflicto colombiano por eso es tan doloroso, porque se llevó de calle a miles de mujeres abusadas; miles de niños llevados a la guerra; minas antipersona por todas partes. 1.006 niños resultaron reventados por las minas antipersona, de los cuales 326 murieron; 7.050 soldados y policías afectados por las minas, de los cuales un poco más de mil murieron. Y más de 50 mil secuestros...
Y otra cosa es que ningún departamento fue tan golpeado como Antioquia. De esos 450 mil que murieron, por lo menos 130 mil murieron acá. Y el segundo departamento, para que vean la diferencia, es el Valle del Cauca, que, si no me equivoco, son un poco más de 43 mil.
¿Cómo le fue en Antioquia a la Comisión? ¿Encontraron un camino abierto a escucharla? ¿Fue difícil?
“Esa es una pregunta que valdría la pena hacerle a Marta Villa y a Max Yuri Gil (coordinadores en Antioquia), pero lo que nosotros encontramos realmente fue un pueblo que quería hablar desde el alma, en todas partes.
Y también aquí sí que el tiempo no fue suficiente para la cantidad de personas que de muchas partes querían expresar esa victimización. Aquí tú encuentras indígenas, afro, pueblos masacrados. Aquí las cosas fueron de un volumen impresionante y por todas partes. Quizás eso explica también la radicalización de Antioquia, pero una radicalización, fíjense ustedes, de todos los lados”.
Hablando de esa parte de Colombia que no creyó en el informe de la Comisión o en lo que venían haciendo como entidad, ¿qué le dice usted a esa Colombia que sigue rota?
“Eso que acabas de decir es parte de la verdad de Colombia. Colombia es así y nosotros tenemos que mirarla como es, porque si no, no podemos construir juntos.
Parte de la verdad es que en La Habana, después de cuatro años de luchas entre el Estado colombiano y las Farc, llegaron a un acuerdo. Y dejaron las armas y fue en serio. Yo por ejemplo estuve en la entrega de armas del Bloque Central Bolívar en el municipio de Santa Rosa del Sur y, créanme, ni comparación. Allá se entregaban unos fusiles viejos, las Farc entregaban unas armas pesadísimas.
Pero a qué voy con eso... Allí se hizo la paz de los ejércitos, pero no se hizo la paz entre los colombianos. La sociedad quedó dividida. Y mucho de lo que las personas le hacen sentir a uno, las personas que no oyen o no pueden oír, es que tienen dolores muy profundos. Dolores de secuestros en sus familias, de extorsiones, de haber tenido que salir al exilio, de pequeños negocios que fueron destruidos, de familiares que fueron desaparecidos o asesinados”.
¿Se pueden unir esas dos Colombias?
“Estamos convencidos de que hay futuro si hay verdad. Es construir al país desde donde nosotros somos, desde el dolor que llevamos por dentro.
Pero de ninguna manera queremos con eso que sea una verdad que invite a los odios, a los señalamientos, a las venganzas, a las estigmatizaciones. Ojalá no se interprete que estamos tratando de decir la verdad de un solo lado. No queremos que sea una verdad que invite a la venganza ni a los señalamientos. Aceptemos las responsabilidades, pero no como culpas”.
¿Cómo se pueden aterrizar las recomendaciones que le hicieron al país con el informe?
“La primera recomendación que hacemos es invitar al país a que se deje empapar del sufrimiento que hemos tenido todos desde todos los lados y que nos conmueva. Que nos ponga en una actitud de que esto es intolerable y que esto no puede volver a pasar entre nosotros.
La segunda es pongamos en práctica, en serio, el Acuerdo de Paz de La Habana. Hagamos una reflexión muy seria sobre la manera en como estas cosas se están implementando. Pongamos en práctica, en serio, la reforma rural integral y la reforma política.
Otro tema es la impunidad. Una de las cosas que sentimos más es que la gente siente que la justicia no funciona, que la justicia está polarizada y que es absolutamente inútil.
Entonces sí llegamos a decir que necesitamos una justicia libre. Una justicia independiente. Que sea la Fiscalía la que acuse, pero que lo haga con total libertad”.
¿Qué hacer con el narcotráfico?
“Ustedes en Antioquia conocen lo que eso significa. El narcotráfico se mete desde el principio en el conflicto y luego termina siendo el gran financiador.
Estados Unidos nos dijo que el problema del narcotráfico es un problema de seguridad nacional que se resuelve con las armas. Entonces se armó la guerra contra él. Pero esa guerra es la misma del conflicto armado, entonces se exacerba y no deja que se acabe.
La guerra contra el narcotráfico no es la solución a la guerra, y menos la solución sobre la argolla más frágil de la cadena: los campesinos.
Esto está muy pegado en Colombia. Lo que está en este momento haciéndose de guerra, las disidencias, las vinculaciones que tienen el ELN, lo que estaba haciendo Otoniel, todo eso no se soluciona con la guerra contra el narcotráfico. Incluso, esa guerra acrecienta las ganancias del narcotráfico”.
Con el tema de las reformas a las Fuerzas Armadas hay mucha resistencia...
“Nosotros tenemos un aparato de seguridad muy serio. Me refiero al Ejército, a las Fuerzas de Defensa del Estado. Ahí hay gente muy buena: bien entrenada, seria, que está convencida de que está entregando la vida por la patria. Y también hay gente con problemas muy delicados como pasó con los falsos positivos.
Es posiblemente el Ejército mejor dotado y el más costoso del continente, fuera del de Estados Unidos.
Entonces uno se pregunta, ¿para qué ha servido esa seguridad si la gente no se siente tranquila y no tiene paz?
Metamos a todo el país en la paz. Salgámonos del esquema de que aquí hay unos enemigos internos de lado y lado y que la política no soluciona las cosas y entonces hay que solucionarlas con armas. Hagamos una Policía civil de ciudadanos para cuidar a los ciudadanos, pero no en una perspectiva de guerra”.
¿Eso tiene que ver con el trato diferente que sugieren al tema de las drogas?
“Sí. Hay que buscar caminos de justicia transicional con los aparatos que están en el narcotráfico y que tiene unos elementos muy importantes.
Es para sometimiento a la justicia, no para hacer la paz con ellos. Esto lo que hace es que la dimensión de la verdad sea muy importante, porque es lo que nos permite que, si se coge a un tipo como Otoniel, no lo dejen ir hasta que no nos entregue todo lo que sea necesario.
Colombia, con lo que ha sufrido, tiene toda la fuerza moral para liderar, con otros a nivel mundial, un avance hacia la reconversión de los mercados de coca. No se va a acabar la droga en el mundo, como no se acabó el alcohol”.
¿Hay que legalizarla?
“Hablamos de la regulación primero es avanzando hacia allá”.
El presidente Iván Duque ha sido crítico con la Comisión, ¿cómo le fue entregándole el Informe?
“Nos fue muy bien. Fue un encuentro muy respetuoso y amable de lado y lado.
Le agradecimos porque él nos respetó, él cuidó que los recursos que necesitaba la Comisión se tuvieran.
Le presentamos las recomendaciones y él nos dijo que no las había leído pero que había cosas con las que no estaba de acuerdo.
Teníamos que entregárselo primero a él, es el presidente de los colombianos. Incluso le habíamos enviado una carta para tener un encuentro previo al evento de la mañana, pero las cosas no se dieron. Él tenía un encuentro en Portugal y era un asunto de planes previos y de tiempo”.
Gustavo Petro sí fue, y su plan de Gobierno concuerda con muchas de las recomendaciones de la Comisión...
“A él también teníamos que llamarlo porque es el presidente electo de los colombianos. Pero yo les quiero contar dos cosas: primero, que yo tenía comunicación con Petro desde cuando era alcalde de Bogotá. No volví a verlo, era la primera vez que lo veía después de eso.
Con Francia Márquez sí me había visto por su lucha antes de que entrara a la campaña presidencial. Justamente por su liderazgo social en el municipio de La Toma, porque habíamos ido a acompañar a las mujeres del Cauca y una de esas líderes era Francia.
Nos causó un sentimiento muy favorable ver que Petro recibía lo que nosotros le estábamos diciendo y decía “yo quiero incorporar esto en lo que estoy haciendo con mi equipo para este período de presidencia”.
Es curioso. Porque muchas de las cosas que nosotros decimos están formuladas en la manera de pensar de Petro. Ninguno de los miembros tiene que ver con él, pero no es raro que cuando uno se quiere meter en la profundidad del país comienza a sentir el tipo de cambios que Colombia quiere hacer y que necesita.
El país escogió a Petro. Él dice que está buscando la reconciliación y nosotros también estamos buscando eso. La reconciliación no la puede hacer una sola persona, y una persona que de todas maneras va a hacer muy discutida. Tenemos que hacerla todos”.
¿Qué pensó con el encuentro entre Petro y Uribe?
“Me pareció muy importante el gesto que hizo Álvaro Uribe. Honradamente me parece un gesto, no solamente de visión política, sino de grandeza humana y de comprender que lo que está en juego es Colombia. Eso nos hace pensar en que estamos entrando en un escenario distinto”.
Se despiden como comisión en dos meses ¿Qué le espera el país después de la Comisión?, ¿Colombia está preparada para hacer la paz?
“Yo espero que lo que nosotros dejamos realmente vaya tomando camino al interior del país y vaya empapando a toda Colombia. Espero que los colombianos entiendan, cada vez más, que la tragedia que nosotros vivimos con el conflicto es parte de nosotros mismos.
El cuerpo que somos no puede vivir con la cabeza quemada en Machuca, con los pies destruidos en el Chocó, con el estómago reventado en Tierra Alta, con la visión enceguecida por lo que nos pasó en el Cauca, con los brazos quemados en el Magdalena Media.
Pero que somos muchísimo más que eso y lo vamos a superar para que ninguna parte en Colombia siga tan sufriente. Espero que eso siga creciendo, que sea un camino irreversible. Estoy seguro que nosotros no vamos a soltar esa responsabilidad”