En un rancho de tablas, en la frondosa selva del Nudo del Paramillo, se habría pactado la más reciente vendetta mafiosa que tiene como escenario de muerte a Bogotá.
La víctima fue Claudio Javier Silva Otálora, alias “el Patrón” o “el Rey de la Papa”, un reputado comerciante de abastos de 48 años, con una mancha en su pasado: una condena en EE.UU. por lavar dinero para el narcotráfico.
El 11 de noviembre anterior llegó en su carro a cumplir una cita, en la localidad bogotana de Suba. Allí fue rodeado por un automóvil y cuatro motos con sicarios, que lo acribillaron con fusiles AK-47.
Su nombre se sumó a una serie de lápidas de antiguos integrantes de la Junta Directiva del Narcotráfico (JDN), un cartel de alcance transnacional, que delinquió en Colombia de 1990 a 2010.
Tal cual ha registrado EL COLOMBIANO en reportajes anteriores, los líderes de la organización fueron extraditados y cumplieron sus penas en EE.UU., por lo que ya salieron de la cárcel. Según fuentes policiales, a su regreso al país trataron de recuperar su fortuna, la cual quedó bajo encargo de una red de testaferros con negocios en minería de esmeraldas, sanandresitos, propiedad raíz, ganadería y joyería, entre otros.
Así empezaron los problemas, cuando unos testaferros se negaron a devolver el dinero, y se agravó cuando ciertos capos quisieron sacar del camino a sus antiguos socios.
El primero en morir fue Luis Caicedo Velandia (“don Lucho”), máximo líder de la JDN. Lo abalearon junto a su abogado Julio Enrique Gonzáles en la localidad de Teusaquillo, el 16 de julio de 2021.
Este crimen, según las fuentes, dividió en dos a la organización: de un lado quedó la línea de Julio Lozano Pirateque (“Patricia”); y del otro, al parecer, la de Juan Francisco Caicedo (“el Ingeniero”), hermano del finado “don Lucho”.
En el último año han muerto varios personajes de cada bando, incluyendo a David Javier Fernández Barrero (“el Gordo”), el pasado 12 de octubre. Estaba en un taller del barrio Las Villas cuando lo visitaron los sicarios.
Este homicidio, en particular, habría acelerado la muerte de Claudio Silva (“el Patrón”), por pura venganza.