Las movidas de Otoniel en la Corte y la Jurisdicción Especial para la Paz no fueron suficientes para evadir su extradición. Pese a las maniobras con las que intentó frenar su llegada a una cárcel de Estados Unidos, el aval de la Corte Suprema de Justicia lo dejó con un pie en una celda de ese país y con pocas posibilidades de anular la decisión.
Con esa luz verde que se conoció en la tarde de este miércoles, el proceso quedó listo para enviarse a la oficina del ministro de Justicia, Wilson Ruiz, y su extradición podría darse en menos de 10 días dada la urgencia con la que el gobierno de Iván Duque ha tramitado todos los procesos relacionados con Otoniel.
Sin embargo, la extradición de Úsuga no se dará como la de cualquier otro narcotraficante. Según el Acta número 76 -en poder de EL COLOMBIANO- la Corte dejó como condición de entrega dos cosas: que Otoniel pueda mantener comunicación directa con las autoridades para contar su versión del conflicto y respetar el derecho a las víctimas; y que, una vez cumpla su condena en ese país, sea deportado a Colombia para que pague por el resto de sus crímenes cometidos acá.
Dichas condiciones fueron un espaldarazo a la Jurisdicción Especial para la Paz en las dos condiciones que había solicitado. La de deportar a Otoniel de inmediato cuando termine su pena en EE.UU., que la había pedido tal cual, y la de que permitiera que él contara su verdad antes de enviarlo.
Esa última, la Corte no la suplió como se lo había pedido la JEP -que le sugirió que mantuviera a Úsuga en Colombia hasta que terminara de aportar su verdad-, pero le dio la posibilidad de comunicarse con él cada vez que lo necesite, que es un logro casi con la misma relevancia.
Pese a eso, el gran perdedor de todo esto sí será el exjefe del Clan del Golfo, quien había intentado por todos los medios retrasar su llegada a las cortes de Florida y Nueva York, quienes lo pidieron en extradición por los delitos de narcotráfico y terrorismo.