El primer mes de una escalada de ataques tras el fin de la tregua de las Farc se cerró con un atentado en Norte de Santander que causó la muerte a cuatro militares y dejó a dos más heridos a bordo de un helicóptero.
La explosión de un campo minado instalado por los insurgentes para el momento del aterrizaje del helicóptero Black Hawk resultó mortal para los ocupantes que desembarcaban de la aeronave, que se partió en dos partes, en esa zona montañosa.
Tras la explosión, los uniformados fueron atacados con fusiles. Minutos después llegaron tropas para responder a la acción de la guerrilla y evacuar a los lesionados. Con estas víctimas se elevó a 15 la cifra de uniformados muertos en 30 días de acciones violentas ininterrumpidas.
La aeronave adscrita a la Brigada Móvil 33 de la Fuerza de Tarea Vulcano transportaba a 15 militares y una de sus misiones era fortalecer la seguridad para los técnicos de Ecopetrol que realizan las reparaciones del oleoducto Caño Limón-Coveñas.
En ese sector del corregimiento El Aserrío, la guerrilla destruyó con explosivos un tramo de la tubería la semana pasada. El derrame de petróleo obligó el cierre de la bocatoma del acueducto de Tibú por la contaminación del río Catatumbo y cerca de 20.000 habitantes de la región sufren aún el racionamiento de agua.
La zona es un área de amplia presencia de las Farc y según el Ejército, “los explosivos fueron colocados y activados por la cuadrilla Resistencia del Catatumbo, en un sitio donde las tropas realizaban las maniobras ofensivas para apoyar a las unidades en tierra”.
Un mes de violencia
El ataque ocurrió en la región de Catatumbo, una de las más conflictivas y afectadas por la oleada violenta de la guerrilla que completa un mes tras el fin de su cese el fuego.
Según el seguimiento de la Fundación Ideas para la Paz (Fip), durante los últimos 30 días las Farc perpetraron aproximadamente 75 ataques contra la fuerza pública, la infraestructura (petrolera y energética) y otras acciones con afectación a civiles.
En su afán de presionar al Gobierno por su negativa a pactar un cese el fuego bilateral en medio de las negociaciones de paz en Cuba, la insurgencia incrementó su “guerra de guerrillas”.
Esta se reflejó en 33 hostigamientos contra la fuerza pública, 12 atentados contra torres de energía y 10 contra la industria petrolera, sin contar los intentos frustrados por las Fuerzas Militares.
Cinco municipios de Nariño (Tumaco, Ricaurte, Roberto Payán, Magüí y Barbacoas) permanecen sin energía. Además, hubo ocho quemas de vehículos, cuyo caso más reciente fue la destrucción de un bus de pasajeros de la empresa Coonorte que viajaba ayer entre Ituango y Medellín.
Para Eduardo Alvarez Vanegas, analista de la Fip, “la escalada de ataques no significa un fortalecimiento militar de la guerrilla y se reducen a hostigamientos y acciones de bajo y mediano esfuerzo, que no requieren mucho personal, pero causaron graves daños ambientales por los derrames de petróleo a los ríos y fueron de mucha visibilidad”.
La Defensoría del Pueblo denunció que más de 30 hechos afectaron a la población civil en su vida y bienes.
15
militares y policías murieron por los ataques de las Farc en los últimos 30 días.