Con una población de 51.600 habitantes, distribuida en su casco urbano y en 57 veredas, Barbosa es el municipio con más bajos indicadores de desarrollo del Valle de Aburrá: es el más rural de los diez, no tiene universidades, las empresas con asiento allí se reducen a 9 y de 24.677 personas que han buscado trabajo en los últimos seis años, solo han logrado colocarse 685, según la Oficina de Empleo de la alcaldía.
En contraste, sus ciudadanos, para salir del municipio o entrar, deben pagar $11.100 de peaje. No ocurre en ninguna otra localidad de la región.
Esta situación ha significado un freno al desarrollo local de tal impacto que, dicen sus dirigentes y líderes comunitarios, en poco tiempo el municipio no será viable ni competitivo: “Acá no hay empresas que quieran asentarse, porque el hecho de tener que pagar peajes para movilizar sus productos les resta competitividad y prefieren irse a otro lugar”, dice Victoria Jiménez, integrante del comité No más peajes en Barbosa, que desde 2019 inició una lucha, con protestas pacíficas y en escenarios de concertación, para que estas casetas sean retiradas.
Su trabajo empezó a dar frutos este año, cuando se logró que los diez alcaldes del área metropolitana firmaran una petición enviada a la ministra del Transporte, Ángela María Orozco, para que se instale una mesa de estudio que analice el traslado de los peajes por fuera del territorio.
Hay que aclarar lo siguiente: mientras en el sur del Aburrá no hay peajes, en el norte, entre Bello y Barbosa, hay tres: Niquía, El Trapiche y Cabildo. Quien paga el de Niquía ($2.700) al cruzar El Trapiche o Cabildo ($11.100), le descuentan el pago de Niquía. Y quien paga Cabildo o Trapiche, al cruzar Niquía está exento de este pago. Es decir, cada ciudadano que sale en su vehículo de Barbosa paga $11.100. Al regreso cancela otros $11.100.