Sin dejar de agradecer y resaltar el trabajo de su antecesor, el general Carlos Arturo Salgado Restrepo, asumió la comandancia de la Séptima División del Ejército, y de entrada se trazó como objetivo principal combatir las bandas criminales.
En la jurisdicción de esa unidad militar, Antioquia, Chocó y Córdoba, según el comandante saliente, general Leonardo Pinto Morales, se les ganó terreno a las guerrillas de las Farc y el Eln.
Sin embargo, coinciden los dos oficiales, un posible posconflicto traería nuevos retos, tanto en seguridad como en temas sociales y el Ejército sería clave en esos procesos.
El general Salgado conoce la región. Está orgulloso de trabajar en Antioquia y habla de su plan para no ser inferior a los resultados logrados.
¿Qué significa para un oficial del Ejército llegar a la Séptima División?
“Es la división más importante de todas. Antioquia siempre ha sido un modelo de institucionalidad, de trabajo interagencial, con todos los poderes unidos y la misma población civil. Trabajar en este departamento, si lo pudiéramos llamar así, es mucho más fácil: los gobernantes, los empresarios, y la gente del común son amigos. Ese cariño y respeto que siempre ha habido por nuestros soldados facilita la labor”.
¿Cómo piensa incluir a la población civil en su plan?
“Nos debemos a la población civil. Nos debemos a ellos, para ellos existimos y todos los sacrificios, nuestros muertos, y amputados siempre serán por proteger a la población civil”.
¿Cuál es el legado que recibe del comandante saliente de la VII División?
“Le recibo la División al general Pinto, que es un gran soldado, un general que ha hecho un trabajo maravilloso, fue comandante de la Brigada 11, de la Fuerza de Tarea Nudo de Paramillo y durante los dos últimos años, en esta división, dejó una ruta muy clara y establecida. Aquí simplemente cambia el capitán de un barco, con una velocidad y un ritmo que está muy definido y no lo vamos a cambiar”.
¿Qué tanto conoce la jurisdicción?
“Tuve la fortuna de ser comandante de un batallón de ingenieros en la región de Urabá. Luego fui segundo comandante de la Brigada 17, también en Urabá. Conozco la región, también estuve en el Bajo Cauca y con la Brigada 11 asumí la responsabilidad de la operación en Nudo de Paramillo”.
¿Cuál es el reto que asume al recibir la Brigada?
“Es garantizar la seguridad que tanto necesitamos. Esta ilegalidad criminal que nos rodea y se mantiene hay que combatirla de la mano con el Gobierno. Los temas sociales y de educación son fundamentales porque tenemos que llegar allá, donde pueden estar los focos de reclutamiento de estas organizaciones criminales, de pronto en algún sitio por falta de oportunidades.
Y ahí tenemos que estar. El Ejército es mucho más veloz que el Estado. Siempre llegamos primero a todos los sitios y estamos al lado de la población ayudándolos. En Antioquia el Estado camina cerca a nosotros y nosotros junto a ellos, en una sinergía maravillosa que redundará en la calidad de vida”.
¿En qué consiste la campaña de guerra “espada de
honor”?
“Es nuestra bandera y nuestra razón de ser, es el plan de campaña de nuestra autopista que es la victoria y necesitamos terminar de ganar esta guerra y consolidar la paz. Eso es un trabajo duro y necesario y, para ello, requerimos de cada uno de nuestros soldados, parados en el territorio ondeando su bandera y rezando la Constitución”.
¿Qué grupo o flagelo le preocupan?
“Me preocupa el tema de la minería ilegal y, por supuesto, las bandas criminales. Son fenómenos latentes que están en el ambiente y que causan inseguridad e intranquilidad en la población. Trabajaremos fuerte porque al final el único objetivo es la sensación de seguridad de la población. Nos enfocaremos a combatir cualquier amenaza que intranquilice a la gente.