El pasado 15 de febrero se cumplió un particular cumpleaños en el Oriente antioqueño que presagia que una de las “grandes obras” prometidas por el presidente Petro durante su campaña, no vería la luz en el último tramo de su mandato.
Así lo denunció el presidente del Concejo de Marinilla, Miguel Ángel Bedoya, quien apuntó en una sesión de dicho cabildo que ya son tres años los que se ajustaron desde que el en ese entonces candidato presidencial Gustavo Petro se comprometió a hacer la Universidad por la Paz y por la Vida que serviría para traer educación a esta golpeada subregión antioqueña.
“Los pestristas están de fiesta. Hoy hace tres años vino el entonces candidato Petro al parque de mi pueblo y prometió una universidad. ¿Qué pasó? Hizo lo que lo caracteriza: le mintió al pueblo”.
Para entender las palabras de Bedoya hay que retroceder a dos hechos que concentran el quid del asunto.
En el año 2018, la Unidad Especial para la Atención y la Reparación a las Víctimas admitió al Movimiento Cívico del Oriente Antioqueño como víctima del conflicto armado, luego de la muerte sistemática de varios de sus integrantes entre las décadas de 1980 y 1990, lo que inició un proceso para la obtención de medidas de reparación colectiva.
Desde 2013, los sobrevivientes del Movimiento, encabezados por el historiador Carlos Ruiz, comenzaron el proceso de recuperación de la memoria de este colectivo que luchó con uñas y dientes por los derechos humanos de la población del Oriente antioqueño, golpeada por las grandes obras que se empezaron a desarrollar allí desde la década de 1960.
Tras una serie de foros y conversaciones con los habitantes de algunos de los municipios del Oriente, se llegó a la conclusión de que como medida reparativa pedirían la creación de lo que llamaron ‘La Universidad de la Vida’.
”Como se recordará, el Estado, a través de la Dirección Nacional de Víctimas, nos ha reconocido como víctimas del conflicto armado, lo que significa que somos sujetos de reparación colectiva, para lo cual estamos construyendo el plan de bienes inmateriales, como líneas de investigación y formación, que deben culminar con la creación de la Universidad para la Paz, plan orientado a reconstruir la masa crítica, que fue lo que destruyeron todos los actores armados (Insurgencia, Estado y paraestado) al asesinar a los dirigentes del movimiento cívico, privando injustificadamente, a los pueblos del Oriente antioqueño de los guías, que luchábamos por la defensa del territorio y los derechos de las ciudadanías”, explicó Ruiz en su momento.
Ahora avancemos al 15 de febrero de 2022, cuando en su puja por definirse como candidato a la presidencia, Gustavo Petro visitó al municipio de Marinilla.
Ese día Petro estuvo acompañado de figuras que con el paso del tiempo se han vuelto polémicas, como el hoy exministro Juan Fernando Velasco –salpicado por el escándalo de la Ungrd–, la hoy senadora Susana Gómez (“popular” por sus constantes traspies y el escándalo de contratación de su pareja), el exembajador en Nicaragua y hoy senador León Freddy Muñoz, el quinterista y hoy representante a la Cámara Alejandro Toro y el ahora ministro del Interior Armando Benedetti; además de otros personajes de la izquierda antioqueña.
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Ese día, Petro llegó entre el júbilo de los congregados a la vez que tomaba fotos de la multitud con su celular. Mientras un animador se desgañitaba gritando arengas como: “¡P de pacto. P de Pueblo. P de Peeeeeeeeeeeeeeetro!”.
Ese día, el entonces concejal John Edison Ramírez, le hizo entrega al hoy presidente de una tradicional guitarra marinilla. Ramírez fue tal vez uno de los que salió ganando ese día con su gesto, pues luego de fracasar en su propia campaña para la Alcaldía de Marinilla avalado por el Pacto Histórico, terminó como coordinador de Diálogo Social en Antioquia de la Agencia Nacional de Tierras. Similar destino en las mieles del poder corrieron otros personajes que compartieron tarima con Petro esa fecha.
“Petro, con vos vamos a construir el cambio”, dijo el en ese entonces corporado. Luego del gesto, Petro tomó el micrófono y comenzó rápidamente con sus promesas: “El Movimiento Cívico de Oriente necesita una especie de compensación, ahora que se habla de la indemnización integral a las víctimas de la violencia en Colombia. Y esa (compensación) será la Universidad por la Paz y por la Vida que me comprometo, si soy presidente de Colombia, a irradiar por todo el Oriente antioqueño. En Santuario, en Granada, en Marinilla, en Rionegro, como una compensación que esta ciudadanía toda del Oriente antioqueño –independientemente de cual haya sido su opción política– debe tener, porque ha sido martirizada por la violencia en Colombia”, dijo Petro ante un auditorio exaltado por las promesas.
Desde entonces, ya son tres años de los que no se ha sabido nada de la tal Universidad por la Paz y por la Vida a la que se comprometió Petro.
De hecho, este diario consultó con las alcaldías de Rionegro y Marinilla donde en teoría, y según la promesa del en ese entonces candidato, deberían ser las sedes del supuesto centro de educación.
A la pregunta de si se han comunicado con estas municipalidades desde la Presidencia de la República o desde el Ministerio de Educación para anunciar el inicio de las obras de la Universidad por la Paz y por la Vida y ambas indicaron que hasta hoy no han recibido ningún llamado oficial.
Así mismo se les inquirió si desde el Alto Gobierno les han informado en qué punto de sus geografías quedaría la supuesta universidad pero volvieron a comentar que no se les ha informado nada al respecto. Igual se indagó sobre el rubro que destinaría el gobierno nacional a dicha tarea y cuánta plata le tocaría asumir a las alcaldías y nuevamente estas confirmaron que desde Presidencia y Ministerio nada les han dicho de este asunto.
Finalmente se preguntó si se conoce el porcentaje de ejecución de la construcción de la Universidad por la Paz y por la Vida prometida por Petro y ambas entidades indicaron que ni siquiera este dato se les ha sido informado toda vez que de la obra no se sabe nada.
EL COLOMBIANO también buscó al Ministerio de Educación sobre este proyecto. Desde la entidad nacional uno de sus encargados de prensa estuvo presto a atender las preguntas de este diario e incluso se solicitó enviar el respectivo derecho de petición para, supuestamente, darle agilidad a las respuestas.
Sin embargo, pese a la insistencia por respuestas a los interrogantes, hasta ahora no se ha recibido una respuesta oficial.
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En síntesis, si se evalúan las promesas en materia educativa que el en ese entonces candidato Petro se puso a hacer en campaña, puede decir que a la región del Catatumbo le fue mejor que a Antioquia. Y esto se puede decir porque en esa convulsa zona del oriente del país, por lo menos ya tienen definido el lote donde supuestamente quedaría su centro de educación superior; así hoy en día solo sea un lote. Mientras tanto, en Antioquia ni siquiera está claro donde quedará la tal La Universidad con la que el presidente incluso dejó viendo un chispero a las víctimas de las que tanto habla en sus discursos.
