Con todos los atractivos que tiene Venecia, su templo no se quedó atrás y menos ahora que fue elevado a santuario de San José por el papa Francisco el pasado 19 de noviembre, un lugar hecho para la contemplación solemne pero inundado de luz, con paredes blancas, vitrales y arcos en punta donde la espiritualidad también propicia los encuentros comunitarios. Su interior es cálido y por fuera parece una réplica de la catedral de Medellín.
Dice Juan Pablo Granados Valle, un veneciano que se dedicó a rastrear la historia de este lugar, que el templo fue construido por los mismos años en que los que nació el municipio, pero antes había una parroquia que fue primero que el mismo pueblo. Esta data de 1898, estaba en un sitio llamado Sabaletas y se llamaba Capilla de la Soledad, consagrada a los patronos San Pablo y Santa Teresita.
“Venecia, en los primeros años del siglo XX, tenía un gran potencial cafetero y eso atraía mucha gente, entonces el cura de esa época, Jesús Antonio Duque Rivas, vio la necesidad de ampliar la capilla y aunque lo hizo, después de un tiempo tampoco fueron suficientes las ampliaciones y hubo que pensar en un templo de mayores dimensiones en el lugar donde se estaba concentrando la población, que era el mismo donde hoy está el parque de Venecia, enmarcado por el templo”.
La historia dice que la construcción del nuevo templo se inició en 1918 y se vino a terminar veinte años después.
“La primera piedra se puso el 19 de marzo de 1918 y el 19 de marzo de 1938 fue inaugurado, incluso aún sin terminarlo del todo”, cuenta Juan Pablo, que estudia historia en la Universidad Pontificia Bolivariana y fue más de diez años acólito en el templo, lo que sirvió para enamorarse del lugar y convertirlo en foco de sus investigaciones.
Pero no es fácil rastrear la historia de los templos. Y menos si son de pueblos. El de Venecia tiene la dificultad de que al darse el traslado de la parroquia a donde está hoy el Santuario, se perdieron gran parte de sus documentos. Uno de ellos esencial: los planos.
“Lo que se conserva son las actas de bautismo, matrimonios y primeras comuniones, pero no más. Y a nadie le ha dado por investigar el tema”, recalca Juan Pablo, envuelto en una aureola de solemnidad seguramente adquirida en sus años como asistente de los sacerdotes y al amor que siente por Venecia, el mismo que trata de inculcar entre sus paisanos ahora que el templo fue elevado a Santuario.
Las reliquias e imágenes
Como piezas de gran valor que conserva este templo están el altar, hecho en mármol de Carrara traído de Italia, en barcos que atravesaron el océano, llegaron a los puertos de la Costa Atlántica, viajaron por el río Magdalena hasta Puerto Berrío y desde allí fueron trasladadas en tren hasta una de las estaciones en los corregimientos Palomos o Bolombolo. En este altar están las imágenes de San José, el Corazón de Jesús, Nuestra Señora del Carmen y el Cristo.
Adicional, desde el viernes 19 de noviembre, en una urna en el altar están selladas las reliquias que llegaron con la elevación del templo a Santuario.
“Esas reliquias no se eligieron al azar sino que llegaron por designio. Son trozos de restos óseos de San Vicente diácono y mártir y de San Eusebio de Vercelli, y un cabello de la Madre Laura, la santa colombiana que en medio de dificultades llevó el mensaje cristiano por muchas tierras y que, según relatos, ella se habría hospedado en su peregrinar en la finca La Amalia (ligada a la historia veneciana)”, cuenta el padre Edison de Jesús Ortega Torres, párroco del Santuario de San José.
Otras piezas valiosas exhibidas allí son las imágenes de la Inmaculada Concepción y San Francisco de Asís, que tienen más de 100 años y que llegaron directamente a la capilla de La Soledad cuando no existía aún el templo.
La construcción es de estilo neogótico, con dos torres, el nártex (pórtico entre el atrio y las naves), el presbiterio, las tres naves y su forma en cruz latina. Está hecho en ladrillo cosido similar al de la Catedral Metropolitana de Medellín, que fue su tutora para la construcción y de allí la similitud entre ambos recintos, especialmente en el frontis.
Para el alcalde Óscar Sánchez, la elevación del templo a Santuario representa un hito, pues dicha categorización refuerza la costumbre religiosa de su pueblo, y “le suma un atractivo más a la consolidación turística del municipio”, lo que se traduce en peregrinaciones, más personas que van a llegar a rendirle tributo a San José, lo que beneficia al comercio, los transportadores y otros sectores económicos locales.
Una de las mayores curiosidades de este acontecimiento religioso es que paradójicamente, en sus inicios la parroquia no estaba consagrada a San José sino a San Pablo, pero por petición del presbítero Jesús Duque, en agosto de 2014 pasó a llamarse Parroquia de San José. El investigador Granados afirma que esto se debió a que los campesinos le rezaban más al Santo Patriarca de la iglesia católica, al que le encomendaban las cosechas, que a San Pablo, por lo que el sacerdote de la época pidió el cambio de patrono. Fue entonces cuando la esposa de un potentado y benefactor del pueblo llamado Bonifacio Ángel trajo la imagen de San José, no se sabe si de Europa o de Quito, dice la historia.
Posiblemente, con su nueva condición, este templo monumental levantado en un pueblo de 12.000 habitantes ahora empiece a ser foco de atención por los estudiosos tanto de la historia como del arte, lo que sería justo con esta joya que hoy llena de orgullo a la llamada Puerta de Oro del Suroeste.