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“El silencio de Ucrania nos lo ha dicho todo”: familia de paisas que se fueron para la guerra

Un sobrino y un tío de la familia Ríos de Támesis murieron en la guerra entre Ucrania y Rusia. Allegados lamentan incertidumbre sobre su destino.

  • Jaime Alberto Ríos y su sobrino Diego Alejandro Ríos vistiendo uniformes del ejército ucraniano. Al fondo, el municipio de Támesis. FOTOS: Jaime Pérez y Cortesía
    Jaime Alberto Ríos y su sobrino Diego Alejandro Ríos vistiendo uniformes del ejército ucraniano. Al fondo, el municipio de Támesis. FOTOS: Jaime Pérez y Cortesía
13 de julio de 2024
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Una familia del municipio de Támesis, suroeste antioqueño, está viviendo una situación que hace unos años era impensable para ellos: dos de sus miembros –tío y sobrino– murieron en la guerra entre Rusia y Ucrania que poco a poco se vuelve en otro conflicto mundial entre dos potencias.

Los fallecidos son Diego Alejandro Ríos Cardona y su tío Jaime Alberto Ríos Ruiz, dos más del desconocido número de exmilitares colombianos que han partido por múltiples motivos a pelear en este conflicto iniciado el 24 de febrero de 2022.

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Por las razones que fueran, los dos familiares cambiaron el idílico paisaje tamesino para terminar sus días en el distante país europeo. EL COLOMBIANO viajó al Suroeste para conocer un poco más de sus vidas. Sin embargo, en el pueblo poca gente habla sobre sus paisanos. Unos por respeto a la familia, otros porque son muy pocas las certezas.

De forma cortés, pero con la firmeza que da el dolor, los familiares de Diego y Jaime prefirieron no dar declaraciones, pues sienten que no hay más que decir sobre ellos. “Hermano, es mejor dejar las cosas así. Lo más seguro es que ellos se queden allá. Por eso, hablar con ustedes de eso es como tirarle una ‘escupa’ al río Cauca”, apuntó un apesadumbrado allegado.

Otra familiar solo comentó que sus parientes eran excelentes personas, que decidieron emprender ese camino hasta Europa dejándolo todo para buscar un mejor futuro para la familia, pero solo encontraron la muerte.

“Diego era un gran trabajador que se ganaba la vida transportando la gente de por acá. Siempre servicial con todo el mundo. Él vendió su motico y se gastó los ahorros llegando a Ucrania. Y bueno, esta es la hora que no sabemos nada de ellos. Aquí viene todo el mundo a preguntarnos y los únicos que saben son los ucranianos, ellos deberían buscarnos y decirnos qué pasó. Pero no ha sido así. Por eso, ponga bien grande en el periódico: ¡El silencio de Ucrania lo dijo todo!”, zanjó.

Sin embargo, de a poco, surgen los retazos de información necesarios para conocer sus historias. Diego Alejandro era un hombre de 38 años de edad que se dedicaba al mototaxismo en Támesis. Él había prestado su servicio militar en el 2006 en la Cuarta Brigada y en marzo de 2024 se embarcó a Europa tentado por el exorbitante salario que allí dicen ofrecerle a los exmilitares colombianos y también por el principio de defender un país que está siendo invadido.

Como tantos exsoldados y mercenarios que viajan desde Latinoamérica, Diego habría llegado a Europa vía España. De allí habría hecho otro tramo hasta Varsovia, en Polonia, y luego un trayecto final en bus hasta Ucrania. Entre los conocidos de Diego no hay quien descarte la hipótesis de que su reclutamiento tenga detrás una especie de trata de personas que se aprovecha de la ignorancia de los colombianos que van a pelear, pues para ellos es muy sospechoso que el hombre llevara tiempo sin haber sido aceptado en ninguna unidad, pero las vísperas de haber firmado los seguros que lo incorporaban a las fuerzas ucranianas no se volviera a saber nada de él. “Todo eso está envuelto en mucha corrupción ¿Quién va a cobrar la plata de esos seguros qué él firmó?”, cuestionó uno.

La muerte desde arriba

Según pudo establecer EL COLOMBIANO con base en testimonios de personas que están en Ucrania y registros de redes sociales, Diego habría llegado allí en abril esperando incorporarse en una unidad militar.

“Él llegó a Kiev y empezó el proceso de incorporación pero a veces estos pueden durar más de un mes y eso es una ‘muerte lenta’ para los que vienen con muy poca plata porque les toca costearse todo mientras los enganchan”, apuntó uno de los antioqueños desplegados en Ucrania.

Para saber más, lea: Buques militares rusos llegan a Venezuela tras su paso por Cuba, ¿qué significa?

Según comentó, Diego quería entrar a la misma unidad que él pues en ella había varios colombianos y un poco más de comodidades. La última vez que este soldado y Diego hablaron, él se quejaba de que ya llevaba 25 días esperando la reincorporación y se le estaba acabando el dinero.

“No pude hablar más con él porque yo volví a las trincheras y allá no podemos usar los celulares. Cuando volví, vi los mensajes de él diciéndome que se había encontrado con su tío Jaime y que él lo había metido en el Batallón 151 de la Guardia Nacional”, dijo.

Al otro día, 24 de abril, por los grupos de redes de los connacionales se comentó el bombardeo que había sufrido un grupo de colombianos que estaban en proceso de reentranamiento en la base de Nove, ubicada en el Oblast de Dnipropetrovsk. “Al ratico me llamó la hermana de él, a decirme que había un rumor en Támesis de que lo habían matado. Yo me puse a averiguar, y claro. Un ‘comando’ de esa unidad me comentó que un misil cayó cerca y la onda mató a varios, entre ellos a Diego”, apuntó el hombre, quien sospecha que el uso despreocupado de las redes sociales por parte de los atacados habría sido mortal.

Y es que en esta guerra moderna son cientos las historias de soldados sorprendidos por mortales ataques de artillería surgidos instantes después de haber subido fotos y videos a redes sociales. “No falta el que se pone a hacer un ‘en vivo’ o a mandar fotos desde una posición. Y los rusos tienen gente que mira esos videos y esas fotos, lo geolocalizan a uno y ahí mandan los misiles. Así han caído varios, así tal vez cayó Diego”, comentó la fuente.

Pero con la muerte de Diego no acabaron las tragedias para la familia Ríos, pues cerca de dos meses después su otro familiar también cayó preso de los ataques rusos, esta vez en uno de los frentes más violentos del conflicto. Según pudo conocerse, Jaime también había llegado al ejército ucraniano en abril de este año y se enlistó en el batallón 151. Como a los combatientes que estén más cerca del frente se les paga mejor, la unidad de Jaime habría sido desplegada en Toretsk, oeste de Ucrania y muy cerca al enclave Donetsk donde rusos y ucranianos se baten ferozmente por su control.

En Telegram se ha difundido que la unidad de Jaime sufrió a inicios de julio un grave ataque y en ella también habrían caído defendiendo la posición los colombianos William Luna Capera, Ricael Bejarano, Luis Javier Cardona Isaza, Alex Padilla Guzmán, Eduardo García Carvajal, Bladimir Ramírez Beltrán, Fabio Padierna Avendaño y Ómar Vegas López.

De hecho, en Támesis ya rueda un video, al parecer, grabado por Jaime en las vísperas del ataque en el que narraba la situación que estaba viviendo.

“Este mensaje sale de lo profundo de mi corazón. Si tienes un hijo, un sobrino, un amigo o un conocido que por necesidad, deudas, o porque por andar viendo videos de TikTok se quiere venir para Ucrania porque se va a ganar $19 millones facilito: díganles que están muy equivocados. ¡Por favor no los dejen venir, no se los permitan! Acá van a encontrar la muerte”, apuntó.

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En el video, el hombre explica que es falso lo que venden los videos de redes sociales e incluso lanza sus sospechas sobre los “influencers” que los promueven. Narra que los cuerpos quedan tirados sin quién pueda recogerlos, por lo que al soldado caído se le declara desaparecido, y así no se pueden activar las pólizas de vida ni de repatriación.

“Además, si acá tenemos un cañón, los rusos tienen 10; si tenemos un dron allá hay cientos. Aunque hay que aceptar que somos los mejores y que los rusos lo saben –porque por cada uno de nosotros que cae son mínimo 10 de ellos y por eso cuando cogen colombianos los torturan–; también hay que decir que esta es una guerra desigual. Yo estoy luchando por salir de acá porque estamos rodeados y no sé si volveré a mi casa. Así que no vengan”, puntualizó.

Paisas siguen llegando

Pese a las advertencias de tantos compatriotas en Ucrania, cada día siguen llegando exmilitares colombianos. Así lo cuenta uno de ellos quien ajustó seis meses seguidos en las trincheras.

“Pare bolas. Esta semana quedé sorprendido porque me subí en un tren y conversando con un muchacho que se iba a enlistar me di cuenta que era un paisano mío. Acá hay muchos paisas: gente de Andes, de Caucasia, de Itagüí, de Medellín, de todo lado y toda condición”, añadió Carlos*.

Carlos es un exmilitar paisa adscrito a la Fuerza de Tarea conjunta Aquiles, quien dejó todo en busca de un mejor futuro para su madre y su pequeño hijo luego de ver los videos que subía otro compatriota desde Ucrania. También dijo que lo hizo por ayudar a un país que se defiende.

Él contó que llegó allí el pasado 28 de diciembre, específicamente a la ciudad de Ternopyl, en los límites con Polonia, donde hizo su proceso de reincorporación para posteriormente elegir cuál unidad integrar. Según detalló, cada exmilitar debe costear su llegada a Ternopyl, que ronda $6 millones.

“Uno trata de ir a donde haya colombianos, porque es duro trabajar con los ucranianos por el idioma, y de evitar quedar en la Legión Extranjera pues allá hay problemas de pagos y encima son unidades de ataque, más riesgosas”, dijo.

Carlos explicó que el reentrenamiento en sí no existe, de hecho hasta su incorporación –el 28 de enero– solo hizo polígono con el fusil una vez. Frente a cómo se siente un soldado colombiano –más experimentado en entornos tropicales– al ingresar al campo de batalla europeo, sus palabras lo dicen todo teniendo en cuenta que él se reincorporó en pleno invierno.

“Yo fui militar cinco años y aun así siento que se necesita el reentrenamiento para asimilar una guerra con estaciones, artillería, drones y cientos de enemigos. Cuando entré a la trinchera por primera vez fue algo muy duro, porque yo entrando y ya iban saliendo compañeros heridos y muertos. Ahí me dije: ‘¡Jueputa. Esto es la guerra!’. Entonces como acá no dan reentrenamiento, uno se pega a los veteranos colombianos que explican cómo moverse, cómo repeler un ataque de drones, qué hacer cuando cae la artillería o cuando vienen los rusos por montones”, dijo.

Para saber más, lea: Ucrania comienza a usar armas de la OTAN en territorio Ruso y las amenazas de Putin se mantienen

Frente al tema de los “sustanciosos” pagos, él explicó que prácticamente los combatientes extranjeros trabajan el primer mes “gratis”.“Usted empieza a recibir plata desde el segundo mes. Entonces, a principio del segundo mes le llega el sueldo del ejército ucraniano en grivnar, que es la moneda local, por casi $2 millones y a final de mes llega el bono de la OTAN que antes estaba en casi $10 millones. O sea, el pago total serían unos $12 millones. Pero, a partir del 18 de marzo, salió una ley nueva que obliga a los extranjeros a quedarse mínimo seis meses pero también trajo un aumento del bono que ya quedó en $17 millones”, explicó.

Según Carlos, el aumento poco se ve pues la rampante corrupción ucraniana hace que muchas de las ayudas y salarios para los soldados se “desaparezcan”. “El mes pasado me tenían que llegar $17 millones pero solo me llegaron $9 millones”, dijo.

Frente al tema de las repatriaciones señaló que estas pueden demorar hasta un mes, dependiendo del estado del cuerpo del soldado fallecido. Sin embargo, con el desembolso de los seguros para el beneficiario de la familia –que pueden rondar los $1.100 millones– la cosa puede durar más de ocho meses. Aún así no hay garantía de que el desembolso se dé.

“Las tarjetas de nómina y de crédito de los muertos las bloquean de una. Y para el seguro ya le toca a los familiares que vienen a buscar a sus difuntos empezar a voltear y esperar que les dan”, dijo.

Sobre la relación con los ucranianos, él comenta que por lo general son desplegados juntos, aunque en menor proporción. En una escuadra de ocho hombres, puede haber dos ucranianos. “Ellos son como muy apartes por el tema del idioma, pero en mi unidad ucranianos y colombianos vamos juntos a todo lado”, dijo.

Finalmente, Carlos se despide aclarando que en el momento está sin contrato, pues tras ajustar seis meses en el frente y sin obtener permiso para salir de la zona, decidió prescindir. Actualmente medita si volver a la guerra o buscar un trabajo alejado del campo de batalla. “Yo solo le digo a la gente: piénsenla bien y sepan a dónde vienen. Acá llegan muchos que solo preguntan por el sueldo. Pero acá hay unidades que le maman gallo a uno. Hay gente que sale en su primera misión y queda herida. Acá no es tan fácil como lo pintan”.

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