Luego de ganarse una beca en la Universidad de Manchester, a la que se postuló por un aviso que vio en este periódico, el ingeniero civil Lucio Chiquito Caicedo llegó a Inglaterra en 1943, con 27 años y en plena Segunda Guerra Mundial, durante los bombardeos nazis a Londres. No parecía un buen momento, pero la vida es eso, una historia incompleta a la que siempre le faltan respuestas.
Chiquito Caicedo, que habla sin la premura y el afán de la juventud, recuerda que un día salió en tren hacia Londres: “Todo lo que vi en el trayecto era desolación. La estación del tren no tenía techo: lo habían bombardeado. Aviones caídos. Edificios derribados. Destrozos y escombros por todas partes. Me asusté. ¿Adónde me metí?”.
Nació en Cali el 22 de mayo de 1916, de padre antioqueño, en una familia sin abolengos. Dice que desde muy temprana edad entendió que la única forma de salir adelante era estudiar con perseverancia y sin perder el tiempo. “No tenía contacto con personas influyentes ni nada de eso, pero supe aprovechar toda oportunidad que se me presentara para progresar en la vida”.
Decidió estudiar Ingeniería Civil en Medellín, becado por el Departamento del Valle, luego de que sus padres averiguaran que no había mejor lugar que la Facultad de Minas de la U. Nacional.
“Fueron grandes esfuerzos los de la época, bastantes renuncias, pero con grandes aprendizajes. Recuerdo que debía cuidar mucho mi economía de estudiante”.
Entonces apareció el aviso en EL COLOMBIANO. Chiquito aplicó a la beca del British Council para hacer la Maestría en la Universidad de Manchester. Fue el único seleccionado entre 28 aspirantes.
Durante años trabajó en su investigación sobre hidráulica y se graduó en noviembre de 1947: Master of Science and Tecnology del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Victoria University de Manchester. Los diplomas en inglés siguieron con títulos en las universidades de Colorado y Texas, además de una pasantía de un año en el Bureau of Reclamation of United States, en Denver, un centro de Ingeniería que estudia las necesidades de los 17 estados del oeste americano. “Me ofreció la oportunidad de entrar en contacto con una cantidad inmensa de organizaciones y grupos humanos del mundo, el Bureau hace estudios de Ingeniería para los gobiernos, aún conservo mis relaciones profesionales con esta organización”.
La fundación de EPM
Desde 1860 se hablaba en Medellín de que los servicios públicos serían prestados por el Municipio, aunque las primeras acequias se construyeron en 1790, luego de las instrucciones de Juan Antonio Mon y Velarde, oidor de la Real Audiencia y juez visitador a la provincia de Antioquia. El agua era conducida por acequias y atanores de barro cocido hasta pilas o fuentes públicas, donde era tomada por los pobladores de menos recursos.
En 1904, cuenta Chiquito, un incendio consumió la única planta de teléfonos que funcionaba en Medellín, con 50 líneas. “En vez de ponerse a llorar, la modernizaron con 500 líneas, es decir, multiplicaron el servicio por diez. Esa ha sido siempre la actitud, se ha trabajado para tener una ciudad confortable”.
El hito posterior nos sitúa en 1941, cuando la ciudad implementó la telefonía automática con una planta de 10.000 líneas. Esta fecha puede considerarse como el punto de arranque del desarrollo industrial de la ciudad, considera Chiquito, que cuenta la historia con la propiedad de quien fue protagonista. Narra que un año después el Concejo de Medellín organizó tres empresas municipales, a saber: primera sección, energía; segunda sección: acueducto, telefonía y tranvía; tercera sección, empresas varias.
Esta última, a su vez, era el conjunto de pequeñas empresas que prestaban diferentes servicios, tales como recolección de basuras, fábrica de tubos de concreto para alcantarillado, inclusive una planta pasteurizadora, porque en el Concejo se mencionó que los niños de Medellín tenían que tomar leche buena que no les hiciera daño alguno.
A su regreso de Manchester, Chiquito fue a trabajar por un año en la central en construcción del río Anchicayá, en la vía Cali – Buenaventura.
Estando allá, lo llamó el gerente de la segunda sección de las empresas públicas, Juan Guillermo Restrepo Jaramillo. Fue nombrado ingeniero jefe de la sección, con una misión especial: estudiar el diseño y la construcción de la represa de Piedras Blancas, para suministrar agua a la ciudad, además de las obras necesarias para garantizar la oferta del acueducto.
“Por primera vez en Medellín se estableció el servicio de hidrología, que cubría todo el departamento, con el propósito de tener un inventario en el cual se definió dónde estaban las fuentes de agua para la ciudad y otras actividades, como las de energía. Este inventario ha permitido la construcción de 26 centrales de energía, algunas de ellas son Guadalupe, desarrollo del río Porce, las obras del Peñol para la central de Guatapé, San Carlos, entre otras”. Finalmente, el 6 de agosto de 1955, a través del acuerdo 58, el Consejo Administrativo de Medellín fusionó en un establecimiento autónomo cuatro entidades hasta ese momento independientes: energía, acueducto, alcantarillado y teléfonos. Ahí, entre tantos esfuerzos colectivos, estaba Chiquito. “Nuestro propósito al fundar EPM fue el desarrollo de Antioquia y del país. Ha desempeñado una labor inmensa en el progreso general, inclusive con actividades en el exterior”.
Chiquito, el fundador
Cuenta que durante su permanencia en Inglaterra conoció el concepto de ingeniería de consulta y quiso implementarlo en Medellín, pero que tuvo muchas dificultades porque no se entendía el funcionamiento. También en 1955 le propuso a su amigo José Tejada la fundación de una oficina para tal fin, que Ofelia, la esposa de Chiquito, bautizó con el nombre de “Integral”, que significa: Ingeniería Técnica General. El problema estuvo cuando Chiquito y Tejada le contaron al entonces gerente de EPM, Óscar Baquero, que iban a fundar Integral y que para tal fin se iban a retirar cinco ingenieros. “Después de felicitarnos por la fundación y ofrecernos colaboración y éxitos, manifestó la condición de que yo me quedara todavía en EPM por un plazo de dos años, lo cual se cumplió religiosamente, y en 1957 pasé a formar parte del personal de Integral”.
También echó a rodar a Camacol (1958), Sedic S.A. (1971) y la Escuela de Ingeniería de Antioquia (1978).
Epílogo de oro
Chiquito tiene celular y escribe en computador de escritorio. Quiere comprar un reloj digital para que le mida los pasos. Ve series de suspenso e historia en Netflix y pone música para trabajar, entre ellas, una de sus canciones favoritas, A mí manera, de María Marta Serra Lima.
Por esas carambolas de la vida, el destino de Chiquito Caicedo se volvió a unir a Manchester. La semana pasada, a sus 104 años y medio, culminó su tesis para optar al título de Doctor de la misma universidad. El nombre de la tesis es “Punto óptimo de la utilización del agua de un río”.
Explica que el problema con el agua de los ríos es que no se puede prever con exactitud cuánta llevan, porque siempre tienen un caudal mínimo más otro poco que proviene de lluvias, debido a las variaciones de la meteorología. Este es un problema que se ha venido tratando de resolver hace unos 150 años, cuenta. “Yo encontré una solución simple y sencilla que usa matemáticas que no son complicadas. Es una propuesta que sirve para centrales hidroeléctricas, con o sin embalse, y para proyectos de irrigación”.
Precisa que ha estudiado el problema desde hace 30 años. “Lo pensaba, me acostaba reflexionando en cómo resolverlo, lo dejaba descansar por épocas, hasta que en los últimos cuatro años me concentré en terminarlo. Aproveché la pandemia para concretarlo”.
Lo envió por correo el pasado 23 de septiembre a la Universidad de Manchester.
¿Y cómo fue que lo logró en medio de la pandemia? Responde que su rutina es levantarse temprano, hacer sus oraciones, desayunar, leer las primeras noticias y si el clima permite, salir a caminar media hora diaria. Lee periódicos en horas de la noche y cuando empezó la pandemia se propuso la meta de concretar la escritura de la tesis. Entonces, luego de realizar su rutina diaria, regresaba de caminar y se sentaba a escribir e investigar hasta la 1:00 p.m., para retomar después de las 3:00 p.m. hasta las 6:00 p.m.
Además de ser ilustre egresado de la Facultad de Minas, moción de exaltación y reconocimiento por su labor académica e investigativa en la Universidad Nacional, orden al Mérito Don Juan del Corral categoría Oro, Chiquito es uno de los personajes más influyentes de la ingeniería en el país durante el siglo XX. Con 104 años sigue resolviendo problemas. Hasta dormido.
— Un mensaje para los que lean esta nota.
— Aprovechen el tiempo y luchen por sus sueños, todo es posible sin importar la edad.