<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

El guayacán rosado que se roba el show en San Juan

El árbol, que podría tener entre 25 y 30 años de edad, se parece a la ceiba rosada. Expertos explican su importancia.

  • Las flores de los guayacanes, sin importar su color, se caracterizan por conservar una forma similar a la de una campana. FOTOS Manuel Saldarriaga
    Las flores de los guayacanes, sin importar su color, se caracterizan por conservar una forma similar a la de una campana.
    FOTOS Manuel Saldarriaga
  • El guayacán rosado que se roba el show en San Juan

Una llamada de una lectora en la mañana de ayer nos puso en alerta sobre un posible error en la portada de nuestro diario de este miércoles. El árbol erguido de color rosado que sobresalía en la primera página, según la curiosa lectora, no era un guayacán, como lo dijimos nosotros, sino una ceiba rosada.

Como si se tratase de una celebridad, y pese a estar situado en pleno separador la calle San Juan, a la altura de la carrera 65, el árbol ha cautivado a los miles de transeúntes que por allí pasan y ha quedado retratado en decenas de fotografías que han inundado las redes sociales durante las últimas semanas.

La duda nos llevó a buscar la respuesta con expertos sobre qué tipo de especie es el hermoso árbol rosado, que para nosotros es un guayacán rosado, pero para nuestra lectora se trata de una ceiba rosada.

Álvaro Cogollo Pacheco, un biólogo con más de cuatro décadas de experiencia, que se trata de un guayacán, que podría tener aproximadamente 20 o 30 años de antigüedad y que es frecuente que este ejemplar se confunda con una Ceiba Rosada (también conocida como Ceiba sepeciosa).

Una especie patrimonial

Tras estudiar por años estos y otros árboles de Medellín, como uno de los científicos más experimentados del Jardín Botánico de Medellín, Cogollo dice sentirse sorprendido por la intensidad y la viveza del color de ese ejemplar.

“Este guayacán tiene un color bien encendido, porque la mayoría de los que crecen en Medellín no tienen un color tan vivo. Es todo un espectáculo”, resalta el experto, explicando que, aunque su altura podría dar una idea aproximada de su edad, para tener un dato preciso habría que medir el diámetro de su tronco.

Según explica el naturalista, suele ser muy común que estos árboles, clasificados como una especie nativa americana y que se distribuye desde México hasta Ecuador, suelan ser confundidos con las ceibas rosadas, ya que a simple vista sus flores pueden ser muy similares.

No obstante, agrega Cogollo, la clave para comprender esa distinción radica en agudizar la vista en la forma de las flores y sus pétalos.

Mientras en el caso de la flor del guayacán, tanto en sus ejemplares amarillos como rosados, se asemeja a una campana pequeña y tienen sus corolas cerradas, en el caso de la flor de las ceibas rosadas los pétalos y los estambres están dispuestos de una forma abierta.

“La morfología es completamente diferente, la flor es totalmente diferente”, resalta Cogollo.

En una ciudad absorta en el trajín diario, Juan David Fernández, coordinador de colecciones vivas del Jardín Botánico, explica que en dichos árboles radica un valor patrimonial y paisajístico.

Según señala, uno de los factores que explican que el guayacán haya florecido en esta época del año radica en las condiciones climáticas que tuvo la ciudad hace un par de semanas, con un cielo que dejó ver el sol.

“En este momento hay una condición ambiental ideal para la floración”, explica Fernández, acotando que, en paralelo al valor paisajístico, el árbol también tiene una importancia significativa en el ecosistema.

Contrario a lo que podría pensarse, al estar situado en una de las calles más anchas y congestionadas del Valle de Aburrá, el experto apunta que el árbol ayuda a descontaminar el aire y a capturar el carbono y el material particulado.

“También debemos entender que la planta tiene unos beneficios para el bienestar y la salud mental de las personas”, enfatiza Fernández, señalando que el impacto estético que trae la floración contribuye al bienestar de los caminantes.

Luego de su faceta más vistosa, el experto agrega que el árbol llegará a su etapa de fructificación, en la que cumplirá un rol fundamental para las ardillas y todo tipo de aves que pueblan la ciudad que pueden consumir sus frutos.

“Creo que es muy valioso que cada vez ganemos más sensibilidad en apreciar el valor de la fauna y la flora de nuestra ciudad, que algunas veces subestimamos”, reflexiona finalmente por su parte el biólogo Cogollo

Te puede interesar

Las más leídas

Regístrate al newsletter