El pasado nueve de febrero María Paulina Vélez, madre de una niña de 18 meses, recibió una llamada del centro educativo Guardimamá, ubicado en Envigado, al que asistía su hija, para que alguien de su familia se dirigiera hasta allí para recogerla de inmediato. La razón no era hasta entonces clara, aunque se trataba de una quemadura de segundo grado en la pierna derecha, según explicó horas después la pediatra que atendió a la menor.
“Yo estaba trabajando cuando la señora Juana, que es la dueña y la directora del jardín, me dice que Alicia sufrió un incidente, que al cambiarle el segundo pañal habían notado algo muy extraño, que ellos no sabían de qué se trataba. Yo supuse que era una pañalitis, entonces le dije: “Yo más tardecito voy por ella”, y ella en su desespero me responde: “No, es muy grave, tiene que venir por ella ya”. La señora me envía las fotos y cuando las veo me doy cuenta de que realmente es algo más grave”, relata la mamá.
María Paulina estaba muy cerca de la sede médica en la que atendían a la niña, por lo que llamó a su mamá para que fuera a recogerla. Una vez allí, a la señora le entregan a la bebé con un mameluco, sin pañal, y aparte, y en una bolsa iba la ropa con la que había sido ingresada al jardín, recientemente lavada.
“Al llegar a la clínica El Rosario ingresamos por urgencias y cuando nos atendió la médica especialista, al ver el nivel de quemadura llamó al servicio social para que nos tomaran las declaraciones porque según me dijo: “esto es supremamente grave, la niña tiene una quemadura grado dos, evidentemente, según el patrón que tiene, causado por un líquido hirviendo”, apunta Vélez.
Familia de menor señala inconsistencias
María Paula es enfática en señalar que una vez recibió el diagnóstico clínico, se comunicó con la directora del jardín para intentar esclarecer qué había pasado, sin embargo, ella fue enfática en que, primero, “no sabemos qué pasó, la encontramos así al cambiarle el segundo pañal”.
Al preguntarle a la directora de Guardimamá, Juana María Alonso, si esto es cierto, respondió: “La docente encargada del grupo me buscó para mostrarme cómo estaba la menor y yo de inmediato llamé a su acudiente, explicándole que no sabía que había pasado pero que sabía que necesitaba atención médica inmediata, en medio de todo le vuelvo a preguntar a la docente qué sucedió pero ella me dice de forma reiterativa que no sabe, que a ella no le había pasado nada con la niña, e incluso me empieza a enumerar una serie de hipótesis sobre lo que le pudo haberle ocurrido. En medio de todo yo estoy hablando de forma permanente con María Paulina”.
Segundo, la profesora encargada del grupo en el que se encontraba su hija, “había salido a cubrir una ruta de natación y no se encontraba en el aula durante esa mañana”. Sin embargo, según Alonso, esto se dio así porque la maestra le ocultó cómo sucedieron las cosas, y esa era la información que ella tenía hasta ese momento.
Tercero, en horas de la noche de ese mismo nueve de febrero, la llamó el esposo de la directora a preguntarle si existía la posibilidad de que se tratara de una alergia, “lo cual considero un insulto para mi inteligencia porque era evidentemente que se trataba de una quemadura”, explica Vélez.
Cuarto, al día siguiente, la señora Juana vuelve a comunicarse con ella vía telefónica y le comenta que ya saben qué paso: “Estuvimos investigando y la profesora encargada del grupo (quien habían dicho no se encontraba en la sala), a las 8:30 de la mañana, cambiándole el pañal a la niña, derramó un tetero encima de ella”.
Así lo explica Alonso: “Desde la institución no acompañamos la abuela de la menor y a la menor hasta la clínica porque en mi calidad de directora estuve investigando qué había pasado. Solo hasta las horas de la noche la profesora me cuenta que ella fue la directa responsable, pues, a las 8:30 de la mañana, preparó un tetero, lo dejó encima del mesón de cambio de pañal y en ese mismo momento se percató de que la niña necesitaba un cambio de pañal y lo estaba haciendo pero durante el procedimiento se tropezó con el tetero y este termina derramándose sobre la pierna de la niña. En ese momento la profesora atiende por sus propios medios la situación, le pone comprensas de agua fría, le echa crema antipañalitis, la viste nuevamente y no da aviso a ninguna persona de la institución sobre el hecho ocurrido”. Después de eso la niña se queda dormida y la docente se va con los otros niños a su ruta de natación, y cuando regresa, a las 10:30 a.m., la revisa, le nota las ampollas y ahí es cuando le da aviso a la directora.
Durante toda la serie de acontecimientos la familia se quedó con varios interrogantes: “¿Si la quemadura fue a las 8:30 a.m. por qué solo nos llamaron hasta las 10:30 a.m.? ¿Qué clase de torturas le estaban haciendo a la niña para quitarle la ampolla que se le generó? ¿Por qué desde el principio ocultaron que la profesora responsable estaba en el jardín? ¿Por qué la misma profesora no fue suspendida o retirada? ¿Por qué al pedir las cámaras de la guardería respondieron que “coincidencialmente ese día habían sido desconectadas”? Y, ¿por qué en el comunicado que emitieron como institución para intentar darle un parte de tranquilidad a los padres de familia en general, hablan de los niños como “su material de trabajo”?”.
En su mayoría los interrogantes fueron resueltos por Alonso en conversaciones con EL COLOMBIANO, como se deja ver a lo largo de este artículo, quien también explicó que la docente no fue retirada porque “lleva 15 años de vida institucional. Durante ese tiempo ha sido sometida a evaluaciones de 360 grados por parte de Guardimamá, de los padres de familia, de sus pares académicos, y nunca ha cometido ningún error. Está capacitada, ha hecho cursos de primeros auxilios, de atención a la primera infancia y de manipulación de alimentos. El hecho es lamentable y no tiene una explicación racional más allá de haber sido un error completamente humano, y en virtud de eso decidimos destituirla de su cargo como profesora titular. En este momento se encuentra realizando actividades de tipo operativo (organiza maletines, la ropa de los estudiantes y está vigilante de su bienestar), y lo hará durante el resto del año, si pasa las capacitaciones que se le van a dar, tendrá la oportunidad de optar por el cargo de docente auxiliar por tres años más, pero solo si aprueba todos los exámenes que se le van a practicar durante este tiempo”.
El comunicado, publicado por Guardimamá y dirigido a todas las personas de interés es este:
Se abre un proceso legal
Posteriormente, los padres de la menor instauraron una denuncia en la Secretaría de Educación, la cual se escaló ante la Comisaría de Familia, quien citó a una audiencia a ambas partes el próximo 27 de febrero. “Supe que de la Secretaría de Salud visitaron el jardín, pero ellos en esas visitas lo que hacen es ver que toda la parte de salubridad esté bien”, dice Vélez.
El alcalde del municipio antioqueño, Braulio Espinosa, escribió un tweet en el que explica que “Desde la Dirección de Inspección y Vigilancia de la Secretaría de Educación del Municipio de Envigado se inició la respectiva investigación del caso reportado con una menor en un preescolar privado. Esperamos que avance para dar claridad a la familia y a la comunidad en general”.
Por su parte, Alonso agrega: “Hay evidencia de todo lo que ha sido la institución a lo largo de sus 30 años, y todas las veces en la que nos han hecho auditoría y las hemos superado de forma positiva. Me duele profundamente todo lo sucedido porque sé que María Paulina está sufriendo, y que la niña está sufirendo, y toda la familia en general, pero yo también lo estoy haciendo, por eso tomamos acciones con la profesora, y los padres de familia que están en este momento conmigo, lo saben. María Paulina no lo sabe porque no he tenido la oportunidad de hablar con ella”.
Por su parte, María Paula aclara que, aunque el propio Secretario de Educación le especificó que la guardería donde estudiaba su hija era “una de las guarderías certificadas del Valle de Aburrá”, le gustaría hacer un llamado a las entidades encargadas de certificar centros educativos:
“Me duele, me duele en el alma, me duele que sea, como me dijo el Secretario de Educación, una de las guarderías certificadas en Medellín. Entonces sí me gustaría hacer un llamado a las personas encargadas de certificar porque “no se trata de certificar por certificar, uno a la guardería lleva su vida entera, como dice mi esposo, y en esta oportunidad una bebé fue burlada por un grupo de adultos que se supone tienen el estudio y la consciencia para trabajar con la primera infancia, con niños vulnerables y me parece que, gracias a este caso, queda demostrado que ellos no están capacitados para hacerlo”.
Desde lo ocurrido, la menor está recibiendo un tratamiento en la Unidad de Quemados de la Clínica El Rosario de Medellín para que le hagan las curaciones en su pierna. “Ayer tuvimos una cita con un cirujano plástico que nos confirmó que vamos a estar en este proceso durante más de un año. ¿Por qué? Porque la cicatriz que le está generando esto puede demorarse hasta un año en sanar. Un año donde mi hija no puede recibir sol, un año donde tengo que estar aplicándole cremas especiales, donde tengo que ponerle unos apósitos en la noche”, finaliza la madre de la menor.