viernes
3 y 2
3 y 2
Florecita Rockera es una perrita que a los tres meses de vida fue atropellada; su columna quedó destruida y le iban a aplicar la eutanasia. Claudia Marcela Castrillón la recibió para que, con una primera cirugía, le intervinieran la columna para salvar su vida. “Ella perdió toda sensibilidad, hace poco le amputaron sus dos patas traseras y hoy estamos en proceso de recuperación”, cuenta.
Florecita Rockera hace parte de su manada entre la que también está Rayito de Luz, un perro que no puede caminar porque fue enterrado vivo y, al ser rescatado, fue hallado con un daño neurológico.
Castrillón tiene más perros con alguna discapacidad entre sus mascotas porque, por convicción, lucha contra la eutanasia a animales que estén en esta situación, “y es algo que pasa aquí y en cualquier parte del mundo”. Pero añade que no se puede romantizar la idea de que adoptar a una mascota discapacitada es lo mismo que con una sana, “adoptar así requiere de un alto nivel de responsabilidad”.
Reafirma que un animal en esta situación requiere compromiso y capacidad económica para sustentar los gastos que conllevan, pero esto es para ella un acto de amor.
Lo mismo piensa Julio Aguirre, veterinario forense y decano de la Facultad de Veterinaria de la Corporación Universitaria Remington, quien tiene a Paco, un bulldog francés que fue “desechado como basura de un criadero por no cumplir con los estándares que querían y por tener anormalidad en las patas y la pelvis”. Paco tiene más de tres años con él y está siempre con cuidado, observación y terapia preventiva.
Responsabilidad ante todo
Lo primero que aclara Aguirre es que hay animales de este tipo en albergues que están buscando un hogar. “Hay criollos, mestizos e incluso animales puros que hoy cuentan con enfermedades congénitas, con daños corporales producidos por lesiones físicas que son los menos favorecidos en temas de adopción”.
Lo primero que recomienda Castrillón es que se hable con un médico veterinario, “por que tampoco es tener una mascota que esté sufriendo, que tenga una vida de dolor o que sea casi un vegetal”. Ella apoya la decisión de tener a un perro o gato con algún problema físico, pero con la asesoría veterinaria adecuada.
En esto también es claro el decano, “si el animal tiene una cojera, alguna enfermedad crónica, si le falta una extremidad, si tiene alguna alteración comportamental, lo mejor es que haya acompañamiento de los profesionales en medicina veterinaria para darle una mejor calidad de vida con base en esta alteración. Lo mínimo que debemos tener es una muestra de respeto y atención a esa condición física”. Por ejemplo, un perro (o gato) ciego quizá no sea tan ágil como uno que ve bien, pero tiene desarrollados otros sentidos que lo ayudarán a ubicarse.
Por eso no tenga miedo si el perro o gato es ciego, si le falta alguna pata, si no se mueve como un animal sano: Rayito de Luz no se desplaza por la casa tan fácil como lo hace Florecita Rockera, pero ambos están bien. Así como Paco, que es un perro saludable y muy activo.
Que la condición física o estética de una mascota no sea motivo para que no tenga una oportunidad de vivir bien y ser feliz en familia.
Periodista, presentadora y locutora. Fui DJ de radio, reportera de televisión y ahora disfruto el ejercicio de escribir a diario. Melómana, cinéfila y seriéfila.