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No le tema a la vejez, que esa igual lo persigue

Las canas y las arrugas son rechazadas, será un sinónimo de que la sociedad ya no quiere envejecer.

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
05 de octubre de 2018
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Aunque actualmente la mayoría de las personas alcanzan la madurez, la vejez ya no tiene el brillo mágico de antes. Esto lo escribió Dale Archer, médico estadounidense y miembro de la Asociación Americana de Psiquiatría, en su blog.

“La publicidad y los medios masivos como la televisión bombardean diariamente con imágenes que exaltan la apariencia y la imagen, no la experiencia ni la sabiduría detrás de los ojos”, argumenta él.

Algunos le huyen a verse viejos. Cifras de la encuesta de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (Isaps) revelan que solo en 2016 se realizaron 21 millones de procedimientos estéticos en el mundo. Y desde 2010, cuando la Isaps inició con las clasificaciones y el análisis de cuántas intervenciones de este tipo se realizan a nivel mundial cada año, Colombia ha sido parte de los primeros 10 países con mayor número.

Con los avances tecnológicos, la búsqueda de permanecer joven se ha acelerado a velocidades tremendas. ¿Por qué, cuando ha habido épocas en que el cabello gris y las arrugas eran sinónimo de paciencia, autoconciencia y sabiduría?

Mientras hombres y mujeres sufren los estragos del tiempo, también buscan desesperadamente formas de escapar de ellos, tal vez, sugiere Archer, porque en esta época, la ancianidad, la enfermedad y la muerte forman una especie de trinidad.

Hoy no es normal morir antes de los 50. Casi todas las personas fallecen entre ese número y los 100 años. La edad final de la mayoría de gente, dice Rudi Westendorp, fundador de la Academia de la Universidad de Leiden en vitalidad y envejecimiento, está cerca de los 85 años.

La aparición de arrugas, piel flácida y pelos grises ha hecho que algunos se hayan obsesionado con la búsqueda de un mítico “elixir de la juventud”. Desde Cleopatra, que dicen se bañó en leche de asnas, pasando por la condesa húngara del siglo XVI Elizabeth Bathory, quien se sumergía en la sangre de las vírgenes, llegando hasta el que fue el primer ministro de la India, Morarji Desai, que bebía regularmente su orina, los humanos han estado obsesionados con lucir y actuar como jóvenes. Pero en esta época hay más formas de negar el envejecimiento.

Tampoco las personas mayores que se ven hoy en medios se les notan los años: Jane Fonda tiene 80, Madonna 60, Kylie Minogue 50 y Jennifer Aniston 49, pero sus mejillas se ven más lozanas que cualquier otra mujer de su edad. No vaya muy lejos, mire a Amparo Grisales, que aunque su edad es uno de los secretos de la farándula criolla, se especula que tiene 62.

Esa fuente tan buscada

Con la longevidad aumentando –solo en Colombia, según cifras del Dane, la esperanza de vida en 1985 era de 64 años y para 2015 se encontraba ya en 74–, la medicina antienvejecimiento encontró un nicho.

Incluso, a medida que la búsqueda de “la juventud eterna” se extiende más allá de Hollywood, los médicos advierten que esto podría convertirse en una obsesión enfermiza.

Varios estudios recientes han considerado las consecuencias para la salud de un fenómeno moderno: la relevancia de la imagen con la que las personas del común se proyectan ante el resto a través de sus perfiles virtuales. Uno de ellos, publicado en agosto de 2018 en la revista especializada Jama Facial Plastic Surgery por investigadores del Departamento de Medicina de la Universidad de Boston, acuñó un nuevo término: dismorfia de Snapchat.

Este describe a aquellos individuos que desean recurrir a la cirugía plástica para alterar su aspecto y que se asemeje lo más posible al que lucen en los videos o fotografías de la aplicación Snapchat gracias al uso de los filtros.

¿Se le teme a los viejos?

En Japón hay un día nacional por el respeto al anciano. En Europa, hasta la llegada de Emmanuel Macron a la presidencia, no eran comunes los líderes jóvenes. De hecho, en ese continente la fuerza gris es una colectividad con gran peso político, cuenta la psicóloga María Victoria Manjarrés, quien trabaja en la Universidad Eafit y es magíster en ciencias de la comunicación.

Sin embargo, nuevas esferas de la cultura popular están tan obsesionadas con verse y actuar como jóvenes, que es difícil creer que antecesores se pusieron sus pelucas de color gris para parecer más viejos y sabios.

Líderes contemporáneos como el fundador de Facebook de 34 años, Mark Zuckerberg, se han pronunciado sobre el tema. Él dijo una vez que “los jóvenes son más inteligentes”. Toda una oda a la juventud.

Tal vez estas influencias logran que muchos hagan esfuerzos extremos para parecer de menos edad como un sinónimo de inteligentes, frescos e innovadores.

Desde tinturas para el cabello hasta bótox, viagra, cremas antiarrugas y una gran cantidad de procedimientos quirúrgicos, la carrera frente al espejo va sin límites.

Los estereotipos no son necesariamente verdaderos, pero cuando se dan comienzan en la infancia, dice el psicólogo Jere Daniel en el portal web Psychology Today: “Desarrollamos estereotipos negativos sobre el envejecimiento cuando tenemos seis años, en la misma edad en que desarrollamos prejuicios sobre la raza y el sexo. Estos persisten a medida que crecemos, completamente inconscientes de que incluso los adquirimos o les otorgamos nuestra aceptación incondicional. Con nuestra comprensión del tema para siempre congelado, crecemos asumiendo que son ciertos. Y vivimos para ellos”.

Aprendiendo a envejecer

Stephan Rechtschaffen, un médico holístico, escritor y fundador del Instituto Omega en Estados Unidos, apunta en sus libros que un pequeño y creciente grupo de expertos, entre ellos gerontólogos, médicos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos, éticos, observadores culturales y líderes espirituales, es la vanguardia de un movimiento para cambiar la forma en que se ve la sociedad en cuanto al envejecimiento.

“Buscan que dejemos de ver la vejez como un problema, como una enfermedad incurable que muchos quieren ‘resolver’ (ver microhistoria), gastando miles de millones de dólares en cirugía plástica en un intento por ocultar signos visibles de envejecimiento, otros miles de millones en investigación médica para extender la vida útil en sí misma, y miles de millones más en hogares de ancianos como una forma de aislar a aquellos que fracasan en la búsqueda de negar el paso del reloj biológico”.

Esta élite busca que otro discernimiento se arraigue: “El envejecimiento consciente es una nueva forma de ver y experimentar hacerse viejo que va más allá de nuestra obsesión cultural con los jóvenes hacia el respeto y la necesidad de la sabiduría de la edad”.

Así que aunque los adolescentes pueden tener vitalidad de su lado, las personas mayores generalmente son más estables psicológicamente. Y así sucede con varios fenómenos que se experimentan a medida que pasan los años.

En 2015, investigadores de Harvard y el Laboratorio de Atención y Aprendizaje de Boston publicaron un estudio conjunto que sugiere que a los 43 años se tiende a desempeñarse mejor en las pruebas de concentración. Otro estudio publicado en Psychological Science el mismo año sugiere que las habilidades matemáticas muestran su mayor pico a los 50 y un tercero, en la misma revista y año, sugiere que los puntajes en pruebas sobre vocabulario muestran su mejor momento entre los 60 y 70 años.

Betty Friedan, quien antes de morir analizó las actitudes de los estadounidenses hacia el envejecimiento en el libro La fuente de la juventud (1994), defendía con vehemencia la idea de que obsesionarse con la cultura juvenil, solo desarrolla la ira por la edad y deshumaniza: “Aquellos que renuncian a su negación de edad, que envejecen conscientemente, crecen y toman conciencia de las nuevas capacidades que desarrollan... Se vuelven más auténticamente ellos mismos”.

Ser joven es rápido, divertido y emocionante, eso repiten, entre otros, Hollywood y los comerciales en la televisión, pero no hay quien se quede ahí eternamente. Y usted, señor lector, por más lozano que se vea su reflejo en el espejo, no será la excepción. No está mal

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millones de procedimientos estéticos se realizaron en 2016 en el mundo: ISAPS.
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