Duermen los animales, incluso aquellos que se creía que no como los peces. Pero ¿y los árboles? También. Y aunque no se pueden retirar a dormir, descansan en silencio.
La mayoría de los organismos vivos adapta su comportamiento al ritmo del día y de la noche. Las plantas no son excepción, bien sabido que las flores abren en la mañana e incluso algunas hojas se cierran en la noche.
Un grupo de científicos de Austria, Finlandia y Hungría se dio a la tarea de buscar una respuesta a eso sugerido desde tiempos de Carlos Linneo y Charles Darwin. Para responder usaron una serie de grupos, nubes de puntos de láseres, cada uno con 1 millón, apuntando al árbol.
“Los resultados muestran que todo el árbol se ‘desgonza’ durante la noche, algo que se puede ver en la posición de las hojas y ramas”, explicó Eetu Puttonen, científico del Instituto de Investigaciones Geoespaciales de Finlandia.
“Los cambios no son muy grandes, solo de hasta 10 centímetros en árboles con una altura de 5 metros, pero son sistemáticos bajo la precisión de nuestros instrumentos”.
Para descartar efectos del tiempo y la localidad, el experimento se hizo dos veces con dos árboles distintos, uno en Finlandia y otro en Austria. Ambas pruebas se hicieron cerca del equinoccio (cuando el día y la noche duran lo mismo, ocurre dos veces al año), bajo condiciones de quietud, sin vientos ni condensación.
Se encontró que las hojas y ramas se encorvan gradualmente, alcanzando la posición más baja dos horas antes de salir el Sol. En la mañana, los árboles retornaron a su posición original, con otra incógnita: si se ‘despiertan’ por el Sol o por su propio ritmo interno.
András Zlinszky, del Centro de Investigaciones Ecológica y la Academia de ciencias de Hungría, recordó que en el nivel molecular, el campo científico de la cronobiología está bien desarrollado y ha sido muy estudiado el respaldo genético de la periodicidad diaria de las plantas. “Su movimiento está muy asociado con el balance de agua de las células, que es afectado por la disponibilidad de luz a través de la fotosíntesis. Los cambios en la forma de la planta son difíciles de documentar incluso para las hierbas pequeñas al usar la fotografía tradicional luz visible que interfiere con el movimiento de dormir”.
Con un escáner láser la molestia a la planta es mínima, pues usan luz infrarroja que es reflejada por las hojas. Puntos individuales sobre la planta se iluminan solo por fracciones de segundo. Con esa técnica un árbol entero puede ser mapeado automáticamente en minutos con una resolución de menos del centímetro.
“Creemos que esas nubes de puntos láser nos permitirán desarrollar un mayor entendimiento de los patrones de sueño de las plantas y extender las mediciones de plantas individuales a áreas más grandes como huertos o parcelas del bosque”, afirma Norbert Pfeifer, de TU Wien.
El paso siguiente será recolectar nubes de puntos de manera repetida y comparar los resultados de mediciones de uso del agua en el día y la noche, con eso se entenderá mejor ese uso y su influencia en el clima local o regional.