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Así trabaja el grupo que rastrea la historia de los apellidos antioqueños

Se reúne cada semana en la Biblioteca Pública Piloto, para descifrar el origen de los apellidos antioqueños.

  • El Grupo de Genealogías fue creado en el 2018, desde entonces se reúne semanalmente en la Biblioteca Pública Piloto (BPP), en el barrio Carlos E. Restrepo de Medellín. FOTO Esneyder Gutiérrez.
    El Grupo de Genealogías fue creado en el 2018, desde entonces se reúne semanalmente en la Biblioteca Pública Piloto (BPP), en el barrio Carlos E. Restrepo de Medellín. FOTO Esneyder Gutiérrez.
27 de julio de 2025
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Mis abuelos me contaban –y seguro a usted también– que en sus tiempos de conquista lo normal era que, cuando uno llegaba a la casa de su enamorada y se presentaba, los padres de ella, con actitud juzgona, le pidieran su apellido seguido de la pregunta: “¿Y de los Londoño, de dónde?”, todo con el fin de conocer qué tan buen candidato era el pretendiente.

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Cuando uno va al Grupo de Genealogía de la Biblioteca Pública Piloto (BPP), luego de una presentación formal, esa es una de las primeras preguntas en aparecer. Pero, a comparación del interrogante que hacía años les hacían a nuestros abuelos para medir su posición y la riqueza de sus familias, la pretensión que explica el interrogante es meramente genealógica; es solo una forma de saber qué tanto sabe usted de su familia y, por ende, de usted mismo.

Uno de los principales objetivos de este espacio es claro, pero no por eso sencillo: construir el árbol genealógico, esa representación que, en troncos y hojas en papel, le pone orden a los lazos familiares que hicieron posible que uno esté hoy aquí.

El grupo se reúne dos veces a la semana, martes y jueves, en el primer piso de la BPP, exactamente en la Sala Experimental 2, y está conformado en su mayoría por paisas, pero de él también hacen parte personas de otros países como México y Estados Unidos. Gabriel Vanegas, historiador y líder del grupo, lo define como “un gran laboratorio social de aprendizaje” en el que la apuesta es construir la historia de las familias antioqueñas –y, por ende, del departamento– con la gente de a pie.

¿Cómo conocer a sus ancestros?

A Carlos Mario Ochoa el “bicho” de la genealogía lo picó hace más de una década, cuando una de sus hijas le preguntó cuáles eran sus apellidos. Dice él que, desde entonces, comenzó a buscar información en libros de genealogía, entre ellos en la obra del reconocido genealogista antioqueño Gabriel Arango Mejía, una de las “biblias” si quiere uno conocer la historia de las familias antioqueñas, e investigación de culto entre los miembros del Grupo.

Además, don Carlos Mario asegura que, en su familia, siempre estuvieron presentes las historias acerca de su tatarabuelo famoso, el reconocido empresario y político, Carlos Coroliano Amador Fernández.

Cuando llegó a la Piloto, en la pandemia, Ochoa era un genealogista solitario, pero el grupo le permitió compartir la investigación que había venido construyendo desde hacia años. El “encarretamiento”, como le llama don Carlos al cariño que le agarró a ese espacio, lleva ya casi cinco años, los cuales lo convierten en uno de los miembros más antiguos.

Por ejemplo, si uno le pregunta por el antepasado más antiguo del que tiene referencia, él inmediatamente cuenta que, en el caso de los Ochoa, todo viene de un tronco común: del español Lucas de Ochoa, quien arribó a tierras del entonces Reino de la Nueva Granada, exactamente a Cartagena, alrededor de 1684, y luego viajó a lo que ahora es Medellín porque, como explica don Carlos mientras se ríe, “le dijeron que aquí había niñas muy ricas que estaban buscando marido español”.

En el caso de Olga Cecilia Ramírez, quien desde hace tres años está en el grupo, comenzó a hacer parte de los encuentros porque cuando nació Emma, su primera nieta, notó que su apellido se había ido ya al cuarto lugar. “Uno va sintiendo que en la familia va como de salida, en términos del reconocimiento familiar”, dice. Ahí es cuando decide que su historia familiar no puede quedar en el olvidó y por eso tomó la decisión de reconstruirla para escribir un libro para su nieta.

Un día, buscando información sobre Guatapé, el pueblo del que vienen su abuelo y su padre, en la BPP le dijeron que había un taller de genealogía. “Y me senté y no me he podido parar”, cuenta.

En la construcción de su árbol, Olga dice que va sin afán porque, finalmente, su objetivo es reconstruir esos pedazos de memoria que están en cada uno de esos apellidos que lleva después del nombre.

Hasta ahora, tiene pensado reconstruir 500 años de historia, divididos en lapsos de 50 años, para que, más adelante, Emma y su segunda nieta, que está en camino, puedan conocer la historia de aquellas que las antecedieron.

Han sido aproximadamente 11.000 personas las que han hecho parte del grupo y de sus diferentes actividades desde 2018, cuando este se constituyó formalmente en la Biblioteca. Gabriel, el líder del espacio, cuenta que los orígenes de este se remontan a 2003, cuando, en la filial de la BPP en la vereda La Loma, ubicada en el corregimiento de San Cristóbal, tenían la Comunidad de Prácticas ConVerGentes, una iniciativa que buscaba reunir a la comunidad para construir conocimiento. En ese espacio, donde también instruyeron en genealogía, lograron construir más de 700 árboles genealógicos.

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Después, cuando el grupo llegó a la sede central de la Biblioteca, continuó con ese propósito, pero le añadió un extra, que era conocer las historias familiares y entender cómo fue el proceso de migración del campo a la ciudad de los ancestros antioqueños.

Aunque en cada sesión cambia el número de asistentes, a veces pueden participar hasta 50 o 60 personas, ya que también existe la posibilidad de conectarse por videoconferencia. Durante la pandemia de Covid-19, la asistencia fue tan numerosa que Gabriel recuerda que podían estar hasta 300 personas conectadas.

Si uno quiere responder la pregunta de dónde viene por medio de la búsqueda de sus ancestros, la idea sería llevar un diario de campo, conversar con los miembros de la familia que aún están –por eso los abuelos son un tesoro– y luego recurrir a fuentes de archivo como investigaciones genealógicas, archivos fotográficos o sitios web especializados como Family Search. Actualmente, en el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín existen alrededor de 10.000 materiales sobre genealogías.

Visto de esa manera, esta podría ser una tarea que fácilmente puede realizarse en soledad, pero, en palabras de Gabriel, “somos más cuando hacemos parte de una comunidad”. Y es que Carlos Mario y Olga Cecilia Ramírez, quienes desde hace tres años asiste al grupo, consideran que una de las cosas más importantes de este espacio es la camaradería, el hecho de que, a pesar de que todas las familias tienen caminos diferentes, han podido crear una red colaborativa para conocer su historia. Eso ha permitido que, por ejemplo, algunos miembros se hayan dado cuenta que entre ellos mismos existen parentescos, que son primos sextos u octavos.

En un futuro, Gabriel asegura que la idea es construir una base común para la investigación genealógica en Antioquia, pero que también sea útil en otras ciudades y países; todo para que cada quien tenga más herramientas para responder una pregunta tan básica como: ¿de dónde vengo?

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