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Por primera vez, científicos reconstruyen el genoma completo de un hombre del antiguo Egipto

Desde hace 40 años, investigadores vienen trabajando en extraer y estudiar un genoma completo de un antiguo egipcio. Esto no había sido posible debido a la mala conservación del ADN. Ahora se logró, en parte, a los avances tecnológicos de los últimos años.

  • La ascendencia del hombre se remonta a Medio Oriente, la primera evidencia antropológica de migración hacia el creciente imperio desde el Este. FOTO Liverpool John Moores University
    La ascendencia del hombre se remonta a Medio Oriente, la primera evidencia antropológica de migración hacia el creciente imperio desde el Este. FOTO Liverpool John Moores University
03 de julio de 2025
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Se trata de un hombre que vivió hace 4.500 o 4.800 años, época en la que se construyeron las primeras pirámides. Esta es la primera vez que científicos secuencian el ADN de una persona que haya vivido en esa época. Lo que esto quiere decir es que los investigadores analizaron la información genética del egipcio: en esta se encuentra algo así como el “código de la vida”, ya que permite conocer múltiples características como enfermedades, color de los ojos, color de piel, entre otras.

En este estudio, publicado en Nature, el equipo de investigación extrajo el ADN del diente de un individuo enterrado en Nuwayrat, un pueblo a 265 kilómetros al sur de El Cairo, y lo utilizó para secuenciar su genoma.

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El individuo falleció en algún momento de la superposición entre dos períodos de la historia egipcia, el Dinástico Temprano y el Imperio Antiguo, y fue enterrado en una vasija de cerámica en una tumba excavada en la ladera. Su entierro tuvo lugar antes de que la momificación artificial fuera práctica habitual, lo que pudo haber ayudado a preservar su ADN.

¿Qué encontraron en su ADN?

Al analizar su código genético, los investigadores demostraron que la mayor parte de su ascendencia se correlacionaba con individuos antiguos que vivieron en el norte de África. El 20 % restante de su ascendencia podía rastrearse hasta individuos antiguos que vivieron en el Creciente Fértil, en particular en una zona llamada Mesopotamia (aproximadamente el actual Irak).

Investigadores han sostenido la hipótesis con base en evidencia arqueológica que, durante este período de la historia del antiguo Egipto, existían conexiones comerciales y culturales con la Media Luna Fértil, un área de Asia Occidental que abarca los actuales Irak, Irán y Jordania, entre otros países. Se creía que se intercambiaban objetos e imágenes, como sistemas de escritura o cerámica, pero la evidencia genética ha sido limitada debido a que las temperaturas cálidas impiden la preservación del ADN. Esta secuenciación ha dado nuevas pistas sobre esto y ahora no solo hay evidencia arqueológica, sino genética sobre esta teoría.

También se reconstruyó la identidad del hombre egipcio. Al investigar señales químicas en sus dientes relacionadas con la dieta y el medio ambiente, los investigadores demostraron que el individuo probablemente había crecido en Egipto. Posteriormente, utilizaron la evidencia de su esqueleto para estimar el sexo, la edad, la altura e información sobre su ascendencia y estilo de vida.

Estos indicios sugerían que podría haber trabajado como alfarero o en un oficio que requería movimientos similares, ya que sus huesos presentaban marcas musculares por permanecer sentado durante largos periodos con las extremidades estiradas. Además, se cree que su dieta estaba basada en trigo, cebada, proteína animal y plantas.

Al estudiar el esqueleto del hombre encontraron que este medía aproximadamente 1.52 metros y tenía entre 44 y 64 años al momento de su muerte. Sus ojos y cabello eran castaños, y tenía piel oscura. Tenía indicios de artritis y osteoporosis.

“Esto es solo una pieza del rompecabezas de la variación genética humana: cada persona que ha vivido –y su genoma– representa una pieza única de ese rompecabezas. Aunque nunca podremos secuenciar el genoma de todos, mi esperanza es que logremos reunir suficientes muestras diversas de todo el mundo para reconstruir con precisión los eventos clave de la historia humana que han formado aquello que somos hoy”, le dijo Linus Girdland-Flink, profesor de arqueología biomolecular en la Universidad de Aberdeen en Escocia y coautor del estudio a CNN.

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