Una mediática y polémica discusión tiene al mundo dividido. Se trata del pleito judicial que adelantan, desde 2018, el actor Johnny Depp (famoso por la saga Piratas del Caribe) y la actriz Amber Heard (conocida por su participación en películas como Aquaman y Diario de un seductor).
Los hechos que cada uno ha narrado durante el litigio han dado cuenta de una cruenta violencia física y psicológica perpetrada desde ambas partes. ¿Quién es el culpable? ¿Hay uno más violento que el otro? No hay consenso en las respuestas. Lo que sí está claro es que el vínculo que tuvieron por un poco más de un año puede ser catalogado, sin lugar a dudas, como “tóxico”.
A las relaciones de ese tipo los expertos suelen darles un nombre distinto, pues el adjetivo “tóxico” no es del todo preciso ni adecuado en términos de conceptualización.
Para los especialistas y académicos es preferible hablar de “relaciones de dependencia”, “relaciones dificultosas” o “relaciones insanas”, pues el concepto de relación tóxica se ha venido acuñando en los últimos años, “más por un uso común de las personas, que por una categoría clínica”, comenta David Bonilla Macías, psicólogo y docente de la Universidad El Bosque. Sin embargo, dice, “entendemos que el término hace referencia a una relación patológica, insana, en la que encontramos a dos personas que, en el afán de estar juntas, adoptan una serie de comportamientos que atentan con la integridad de sí mismas”.
A lo largo de la vida se construyen relaciones de todo tipo (entre familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc), y cada una de ellas puede tornarse dificultosa o insana en cualquier momento. No obstante, es cierto que aquellas que tienen que ver con una pareja sentimental suelen ser las de mayor incidencia. “En las relaciones amorosas la intensidad en el afecto es mayor. Además, es difícil que una persona dependa exclusivamente de un compañero de trabajo, por ejemplo. Las amistades o relaciones laborales pueden ser complicadas, pero en esos casos hablaríamos mejor de acoso laboral, celos o manipulación”, complementa Nadia Moratto, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad CES.
Pese a estos matices, es posible tener presentes algunas señales básicas que dan cuenta de que se está teniendo una relación poco sana, bien sea con su pareja o con otra persona (otro tipo de vínculo).
Observe con atención
Los principales signos a identificar en una relación patológica o “tóxica” (bien sea entre amigos, familiares, compañeros de trabajo o pareja) tienen que ver con la pérdida de la identidad y la autonomía frente a las actividades del diario vivir, “por ejemplo, si tienes una relación de compañerismo y no puedes interactuar con otras personas porque tu amigo se pone celoso, se molesta y hace reclamos, quiere decir que la relación no está siendo saludable”, señala Bonilla y agrega que además de eso, será evidente que el vínculo genera ansiedad, preocupación o cualquier tipo de displacer a nivel emocional.
Ahora bien, al hablar de una pareja sentimental, no solo el hecho de que deje de causar bienestar debe ser tenido en cuenta, también es importante identificar si otros ámbitos de la vida (laboral, familiar, académico) se han visto afectados y hay una sensación de estancamiento.
“La persona siente que no avanza, que su pareja no le aporta en términos de crecimiento y que, al contrario, hay sacrificio por el otro, acompañado de agobio y tristeza”, puntualiza Moratto. Este estado de sufrimiento que puede experimentarse, al evaluar las causas, se ve que está directamente relacionado con la vida en pareja, así mismo, es evidente que “se permite un cruce de límites que tienen que ver con el cuidado de uno mismo y del otro, hay daño, no solo psicológico sino también físico en algunos casos”, agrega la psicóloga Andrea Escobar, docente de la Pontificia Universidad Javeriana.
Finalmente, está la dependencia emocional, aquella que es clara cuando no es posible alejarse ni aunque haya maltrato físico y emocional.
Escuche a sus cercanos
Si su círculo de confianza le señala actitudes o situaciones que pueden ser preocupantes (manipulación, sufrimiento, celos por parte suya o de su pareja), es importante identificarlo y aceptarlo desde un punto de vista racional, incluso aunque afectivamente siga siendo imposible abandonar la relación. Esto, en todo caso, será un primer paso para buscar ayuda profesional.
“En ocasiones, cuando se está en una relación insana, alguien de la pareja decide cómo, cuándo, dónde y con quién puede estar el otro, de ahí que puedan dejarse de lado a los amigos o familiares”, complementa Moratto.
Por eso, es fundamental que ambas partes puedan establecer límites en torno a la incidencia que puede o no tener cada cual sobre la vida del otro. No debe haber coartación de la libertad ni de la independencia, coinciden las expertas.
Es posible salir y estar bien
Aunque parezca complicado, es posible resolver y salir de una relación patológica.
Establecer límites, señalar hasta qué punto está bien y genera bienestar el rol que juega la pareja, es fundamental desde que inicia el vínculo, sin embargo, si esto no se hizo desde el principio, debe hacerse al momento en que se descubra que se está tornando en una relación dificultosa. “Para eso hay que reconocer qué áreas se han visto afectadas: nuestra relación con nosotros mismos, con nuestra familia, con el dinero, con el trabajo o incluso con la parte espiritual. Ahí hay que tomar algunas decisiones que nos permitan estar más tranquilos y nos lleven a tener otras opciones de relacionamiento”, explica Bonilla.
Con eso último, el profesional se refiere a retomar espacios de ocio, de recreación, que permitan compartir con personas distintas a quien esté implicado en la relación de dependencia.
Otro asunto importante es que, al identificar los signos de alarma, no se trate de justificar al otro, más bien hay que mirar cómo eran todos esos ámbitos ya mencionados antes de conocer a la otra persona, si no se nota una mejoría, lo mejor es buscar ayuda. “Hay que entender que algo está pasando y, si es posible, hay que hablar con la pareja para que ambos busquen ayuda”, recomienda Moratto.
También acepte que podría ser usted mismo el que está asumiendo un rol dañino, por acción o por omisión. “De ahí la importancia de introducir a un tercero. En un primer nivel puede ser un amigo, un confidente, un consejero, pero en ocasiones, si quiero transformar mi papel en la relación, hay que acudir a acompañamiento psicológico o psiquiátrico”, puntualiza Escobar.
En definitiva, recuerde que si bien el tener una relación insana está relacionado con la historia de vida de cada persona, es algo que puede ocurrirle a cualquiera. “No es algo que deba estigmatizarse o satanizarse. Más personas de las que imaginamos pueden estar experimentando algo así, pero no quieren ponerlo sobre la mesa o en conocimiento de los amigos”. La clave es confiar en los demás, escuchar y ser escuchado. Una intervención a tiempo (entre la misma pareja o con la participación de un tercero) podría ayudar a que el desenlace sea positivo.
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