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“No tenemos botón rojo para apagarla cuando se salga de las manos”: Martin Hilbert hablando de Inteligencia Artificial

Es una de las voces más autorizadas en el ámbito tecnológico y el estudio de la inteligencia artificial. Analiza el presente y futuro de estos avances.

  • El catedrático Martin Hilbert, de la Universidad de California, es una de las voces más autorizadas en el mundo para hablar de Inteligencia Artificial. FOTO Cortesía
    El catedrático Martin Hilbert, de la Universidad de California, es una de las voces más autorizadas en el mundo para hablar de Inteligencia Artificial. FOTO Cortesía
22 de junio de 2024
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En menos de dos años, desde que se hizo público y de uso masivo el chatbot ChatGPT, de OpenAI, la inteligencia artificial ha alcanzado hitos sorprendentes, marcando un antes y un después en diversas áreas del conocimiento y la forma como interactuamos a diario con la tecnología.

Los avances han sido de tal magnitud que académicos consideran que el año 2023 marcó un hito histórico con el desarrollo de varias herramientas impulsadas por IA generativa, como el generador de imágenes DALL-E 2, Copilot de Github, el generador de arte MidJourney, el sistema para resolución de problemas de programación DeepMind’s AlphaCode, además de nuevas versiones de ChatGPT, Bing y Gemini, que utilizan algoritmos avanzados de inteligencia artificial para crear contenido nuevo, ya sea en texto, imágenes, código, o videos, a partir de descripciones o breves instrucciones (prompts).

Lo que tienen en común todas estas plataformas, según el catedrático Martin Hilbert, de la Universidad de California, es que son capaces de superar con facilidad la famosa prueba de Turing, propuesta en 1950 por el matemático británico Alan Turing como un criterio para determinar si una máquina puede exhibir un comportamiento inteligente indistinguible del de un ser humano.

Esta prueba se basa en la capacidad de una máquina para llevar a cabo una conversación en lenguaje natural, de tal manera que el humano no pueda distinguir si está conversando con otra persona o con una máquina.

Entre los estudiosos de la inteligencia artificial, pocos nombres resuenan con tanta autoridad y perspectiva como el del profesor Hilbert, un académico de renombre internacional que ha dedicado su carrera a desentrañar los complejos sistemas sociales digitalizados.

En los medios de comunicación, Hilbert fue una voz adelantada, alertando sobre la intervención de Cambridge Analytica en la campaña de Donald Trump un año antes de que el escándalo estallara, además, fue pionero en la academia con el primer estudio que cuantificó la cantidad de información en el mundo y, en el ámbito de la política pública, diseñó el primer plan de acción digital en colaboración con los gobiernos de América Latina y el Caribe.

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En entrevista con EL COLOMBIANO, Hilbert ofrece su visión sobre el presente y el futuro de la IA, destacando los desafíos y oportunidades que esta tecnología presenta para la sociedad. Además, destaca cómo la IA generativa, más allá de ser una herramienta de persuasión, está diseñada para mejorar nuestras relaciones, aumentando la empatía y la inteligencia emocional.

Empecemos hablando sobre la inteligencia artificial y la automatización de procesos con esta tecnología. ¿Cuáles son los beneficios y riesgos?

“Alrededor del año 2020, mientras estábamos principalmente centrados en la pandemia, ocurrió lo que se conoce como la brecha de parámetros en el procesamiento del conocimiento. Esto significó que se incrementaron significativamente los parámetros en las redes neuronales, lo cual resultó en avances sorprendentes. Esto fue una sorpresa incluso para expertos como yo, ya que al aumentar los datos y la capacidad computacional (es decir, los parámetros en las redes neuronales, que son las conexiones entre nodos), logramos crear sistemas que son prácticamente indistinguibles de los humanos”.

¿Cómo está relacionado esto con los avances previos en inteligencia artificial?

“Alan Turing, considerado el padre de la ciencia de la computación, planteó en los años 50 la pregunta fundamental de cuándo podríamos considerar que una computadora es verdaderamente inteligente. Él concluyó que si al interactuar con algo detrás de una cortina no puedes distinguir si es humano o máquina, entonces debes conceder que posee inteligencia. Esta forma de evaluar la inteligencia es similar a cómo evaluamos la inteligencia humana, ya que no podemos observar directamente el cerebro humano para hacer esa determinación”.

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¿Entonces, cree que hemos alcanzado ese punto con las tecnologías actuales?

“Siempre pensé que eventualmente podríamos superar la prueba de Turing, que es lo que se llama cuando una máquina puede pasar por humana en una conversación. Me sorprendió que esto ocurriera incluso durante mi vida, en 2023. Ahora podemos decir que los sistemas como ChatGPT son indistinguibles de los humanos en estas interacciones. Incluso aquí en la Universidad de California, donde evaluamos la inteligencia a través de pruebas de admisión como el SAT, los humanos promedian un 65 %, mientras que ChatGPT alcanza un 90 %”.

¿Qué otros campos están siendo impactados?

“Por ejemplo, para ser aceptado en un programa de doctorado aquí en Estados Unidos, ChatGPT supera a los humanos en varias pruebas académicas. Incluso en áreas como el derecho y la medicina, los humanos promedian un 60 % en estas pruebas, mientras que ChatGPT alcanza un 85 %. Incluso podría obtener una licencia como médico de atención primaria. Es interesante cómo han cambiado los estándares en tan poco tiempo”.

¿Cree que la tecnología eventualmente afecte la percepción que tenemos de nosotros mismos como especie?

“Tenemos que aceptar que ahora convivimos con máquinas que, según todos los criterios tradicionales de evaluación de inteligencia hasta hace poco, superan al promedio humano. Esto plantea una reflexión profunda sobre nuestra identidad como homo sapiens, la especie conocida por su capacidad cognitiva. Estamos presenciando un cambio profundo que merece ser examinado con detenimiento”.

Hablemos sobre IA más allá de herramientas como chatbots, ¿cuáles son algunas aplicaciones menos conocidas que están teniendo un gran impacto en diversas industrias hoy en día?

“En los últimos 10 o 15 años, la inteligencia artificial se ha centrado principalmente en el aprendizaje automático mediante redes neuronales, inspiradas en el funcionamiento del cerebro humano. Esto ha permitido tanto la identificación como la generación de datos, con énfasis creciente en esta última función, especialmente en aplicaciones comerciales recientes.

La identificación, que abarca desde el reconocimiento de imágenes hasta los algoritmos de recomendación utilizados por gigantes como Google, Facebook y Amazon, sigue siendo fundamental. La generación de datos es un avance más reciente y técnico, que está transformando cómo se aplican las capacidades de la inteligencia artificial en diferentes sectores”.

¿Y qué otros tipos de inteligencia artificial están teniendo impacto en industrias distintas a la generación de contenido o la industria artística?

“Es que la propia inteligencia artificial generativa, como el GPT, va más allá de los chatbots y tiene diversas aplicaciones. En sectores como el de negocios digitales, especialmente aquí en Silicon Valley donde mis estudiantes escriben código, herramientas como Copilot de GitHub, derivado del GPT, aumentan la productividad hasta en un 55 % para programadores senior que pueden ganar medio millón de dólares al año.

Es decir, profesionales que antes tardaban cinco días en completar una tarea, ahora pueden hacerlo para el miércoles por la tarde gracias a herramientas que están prácticamente al alcance de todos en este momento”.

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¿Qué puede decir sobre los desafíos éticos que enfrenta la industria tecnológica y la aplicación de la IA en varios campos, incluyendo la protección de datos personales?

“Ese es un tema que me preocupa bastante. Recuerdo hace 20 años, en una conversación filosófica con un amigo, imaginábamos cómo sería si la inteligencia artificial realmente llegara a existir. Nos emocionaba la idea, pero también éramos conscientes de los posibles peligros.

En aquel entonces, establecimos tres reglas: no conectarla a internet abierto, evitar que interactúe con personas vulnerables como niños y aquellos con problemas de salud mental, y asegurarnos de que no pueda programarse a sí misma para alcanzar superinteligencia.

Lamentablemente, ahora vemos que hemos fallado en todas estas precauciones. La IA está integrada en todos los procesos abiertos, interactúa con niños, y escribe código con mayor eficacia que muchos de mis estudiantes. Hemos superado el momento en el que podríamos simplemente apagarla con un botón rojo”.

¿Cómo percibe entonces la integración de la IA en tantos aspectos de la sociedad y la economía hoy en día?

“Esta IA, que supera en inteligencia a la humanidad inicial, se está integrando rápidamente en todos los ámbitos: economía, educación, y hasta en la salud personal de las personas. Conoce más sobre nuestra salud que muchos médicos. Esta integración también abarca ámbitos como la política y la democracia, aunque no comprendemos completamente sus implicaciones.

Esta complejidad y falta de comprensión no son nuevas en ciencias sociales y sistemas adaptativos como la economía o la guerra. La IA añade otro nivel de complejidad a estos sistemas, y debemos manejarla con gran cuidado y respeto, reconociendo que no la comprendemos del todo desde el principio y ahora la comprendemos aún menos”.

¿Y cuáles serían las soluciones para abordar estos desafíos?

“Es evidente que hemos manejado sistemas complejos como la bolsa y la democracia por siglos, a pesar de no entenderlos completamente. Con la inteligencia artificial, debemos proceder con respeto y cautela, sin caer en la ansiedad.

La solución pasa por dos caminos principales. Primero, debemos enfocarnos en mitigar los riesgos existenciales que esta tecnología conlleva, automatizando aspectos fundamentales de nuestra especie. Esto requiere invertir más recursos en investigación y comprensión del impacto de la IA, así como establecer una superintendencia de algoritmos para auditar y controlar su uso. Segundo, debemos explorar cómo aprovechar los beneficios de la IA de manera positiva, fomentando su integración responsable en diferentes procesos sociales y económicos”.

¿Cuál es su visión del futuro de la IA y su impacto en la sociedad?

“Creo que el verdadero valor de los modelos como el GPT no reside únicamente en su capacidad de generar conversaciones interesantes, sino en su potencial para ser agentes de inteligencia artificial especializados.

Este es el nuevo horizonte: la creación de millones de agentes con expertise (pericia) específico, similar a la evolución de las páginas web y las aplicaciones móviles en el pasado. Imagino un futuro donde estos agentes están disponibles para diversas funciones como marketing, educación, salud, desarrollo de software, entre otros. Estos agentes se programan de manera accesible para todos, no necesariamente con código, lo que democratiza su uso y los hace herramientas útiles para mejorar la calidad de vida y aumentar la productividad en múltiples ámbitos”.

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