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Usar dispositivos móviles también consume agua

¿Por qué el consumo de datos en dispositivos móviles podría ser un peligro para el medio ambiente?

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
15 de octubre de 2016
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55 %
se estima que crecerá el tráfico en apps de video entre 2015 y 2021 según Ericsson mobility.

Escuchar música en una aplicación de streaming, revisar su Instagram o ver un video en YouTube tiene como consecuencia un gasto de agua. Aunque usted no lo crea, el consumo de datos en sus dispositivos móviles podría tener un efecto en el consumo de agua. Ese es uno de los señalamientos de una publicación del Centro para las Políticas Ambientales del Imperial College en Londres.

El informe indica que consumir un gigabyte representaría el derroche de 200 litros de agua, algo que a largo plazo pondría en peligro el recurso renovable. ¿Cuál es la relación entre el consumo de datos y el derroche de agua?

La huella hídrica de los centros de datos es el título del artículo escrito por Bora Ristic, Kaveh Madani y Zen Makuch. En él señalan que la eficiencia energética de los centros de datos ha sido investigada, sin embargo su huella hídrica ha recibido hasta ahora poca atención.

El término huella hídrica es usado como indicador del volumen del recurso que es consumido por una empresa para producir sus bienes y servicios, o consumido por un individuo o comunidad. En ese sentido, cualquier individuo tiene una huella hídrica.

No obstante, a la huella que se refiere específicamente la investigación es a la que podrían generar los centros de datos. Como centro de datos se conoce el lugar dispuesto, en general, por empresas de tecnología para almacenar, gestionar y proteger los datos de usuarios y organizaciones. Estos lugares generan consumos energéticos por enfriamiento y por energía, entre otras cosas, por la necesidad de mantener temperaturas adecuadas para el correcto funcionamiento de sus equipos.

Según el artículo publicado por el Centro para las Políticas Ambientales, los centros de datos están entre los consumidores de electricidad con más rápido crecimiento. “La base de servidores instalada en el mundo ha pasado de algo menos de 5 millones de dólares en 1996, a 30 millones en 2007. En los EE.UU., el consumo de energía de los centros de datos está previsto que aumente en un 53 %, a 139 millones de kilovatios-hora (kWh), entre 2013 y 2020”.

En Colombia, por ejemplo, IBM inauguró este año un cuarto centro de datos que tuvo una inversión de 17 millones de dólares. En 2015 la multinacional Claro abrió su centro de datos Triara, calificado como uno de los más modernos de Suramérica. Este crecimiento ha puesto a Colombia como el cuarto país de Latinoamérica, después de Perú, Chile y Argentina que más ha invertido en este tipo de lugares, según un informe publicado por Aniexter.

El mismo documento indica que Colombia alcanzó la quinta posición entre los países con mayor cantidad de metros cuadrados (12.952) destinados a este tipo de edificios. De igual forma, el país llegó a un 0,6 % en cuanto a energía consumida en el mundo por centros de datos, y es el cuarto en ese segmento en la región, por delante están Brasil, México y Argentina, que representan el 2,9, 1,6 y 0,7 %, respectivamente.

Agua y datos

Para Jefferson Galeano Martínez, docente de educación ambiental de la facultad de educación de la Universidad de la Sabana, indiscutiblemente cualquier acción humana lleva a un consumo de agua. La investigación publicada por el centro de educación en Londres, opina Galeano, busca hacer un análisis del consumo de energía en un escenario reciente, “que es todo el tema de la administración de la información que diariamente se recoge en el mundo en los centros de datos”. Para el docente es una caracterización de cuánta agua se usa para mantener esta industria “que es como cualquier otra, pero hace parte de una nueva generación, del mercado de la información”.

Según Galeano, este reciente mercado sí genera unos gastos del recurso renovable y señala que el artículo publicado por el Imperial College se debe revisar desde dos frentes. El primero, dice el docente, es desde el agua que utiliza la infraestructura física para el manejo y gestión de la información. “Es un edificio que necesita refrigeración, una de las maneras es precisamente el agua. Hay un uso, sí, ¿pero qué tanto es el consumo? Creo que se debe investigar más...”.

El otro punto fundamental que toca el artículo, explica el docente de la Sabana, es el gasto de agua frente a la producción de energía para mantener los equipos que requieren los centros de datos. “El artículo invita a que las empresas busquen otras alternativas de energía diferente a la hidráulica. Existen diversas opciones para la refrigeración de estos equipos, por ejemplo construir alrededor de ambientes muy fríos o con suficiente viento”.

Claudia Campuzano, ingeniera civil, magíster en aprovechamiento de recursos hídricos, y asesora de la línea de agua y medio ambiente del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia (CTA), aclara que se está dejando una huella hídrica cuando durante un proceso se involucra el recurso. En ese sentido, así como se genera esa huella desde los centros de datos por las gigabytes que el usuario consume, también se crea por el simple hecho de usar el equipo móvil.

“Si el tema de dispositivos móviles está directamente relacionado con el consumo energético, tiene huella, porque para funcionar necesitan energía y esa energía para producirse depende del recurso hídrico y parte de ese recurso no volvió al sistema ambiental”, explica la ingeniera.

Para definir cuánto, comenta, habría que ir más allá y se tendría que indagar el consumo de los dispositivos y relacionarlo con los promedios de cálculos de huella hídrica asociados a la parte energética, “que no hay muchos porque es un tema nuevo que apenas se empieza a estudiar. Puede que no sea la más relevante, pero la hay”, manifiesta.

Uso de datos es imparable

Si el consumo de gigabytes se traduce en el derroche de agua, este último se incrementará cada vez más. Según un reporte de Ericsson mobility el tráfico de datos creció un 60% entre el primer semestre de 2015 y el mismo periodo en 2016.

“La mayoría de los dispositivos móviles de banda ancha son y seguirán siendo los teléfonos inteligentes. Muchos consumidores de los mercados en desarrollo están experimentando por primera vez internet en un teléfono inteligente, por lo general debido al acceso limitado a la banda ancha fija. Tomó más de cinco años alcanzar los primeros mil millones de suscripciones de teléfonos inteligentes, un hito que fue aprobado en 2012, y menos de dos años para alcanzar los dos mil millones”, destaca el informe.

Ericsson mobility indica que el crecimiento del tráfico de datos será continuo ya que está siendo impulsado por el aumento de las suscripciones de teléfonos inteligentes y por un incremento, también continuo, en el volumen promedio de datos por suscripción de los usuarios. Este último, señala el reporte, se ha dado principalmente por la visualización, cada vez mayor, de contenidos en formato de video.

Norte América, por ejemplo, es la región en el mundo donde los usuarios consumen más datos al mes desde sus teléfonos inteligentes. El reporte dice que esa tendencia continuará en los próximos años y en 2021, “el uso mensual de datos de teléfonos inteligentes por suscripción activa en esa región será de 22 GB, 1,2 veces mayor que el de Europa Occidental (18 GB) y 3 veces mayor que la de Asia y el Pacífico (7 GB)”.

Según el informe, el mayor consumo de datos en los usuarios por categoría en aplicaciones se presenta, primero por las apps de video, seguidas las de redes sociales y apps de audio; también se consumen datos por la descarga de software, la navegación web y compartiendo archivos. Ericsson mobility destaca que en 2021 el video representará el 70 % del tráfico de datos en los equipos móviles, en ese caso, el video embebido en las aplicaciones de redes sociales también cuenta.

Consumo responsable

El docente de educación ambiental de La Sabana comenta que las personas deben ser conscientes, además del consumo de lo tangible, de lo intangible, en este caso la información.

“Es muy apresurado decir qué sería responsable en el consumo de información. No conozco hasta ahora estudios que digan cuánto es un consumo responsable de Internet, pero sí queda esa inquietud para evitar que el impacto ambiental sea grande. Sería irresponsable decir cuántas gigabytes debemos de consumir para ser responsables”, señala Galeano Martínez. La responsabilidad, añade el docente, queda en las administradoras de la información.

No obstante, hace un llamado de atención y comenta que los usuarios sí somos responsables de la cantidad de dispositivos que compramos y tiramos, por lo que se debe garantizar que la disposición final de ellos se haga de una manera adecuada. “El gobierno tiene programas muy fuertes para que esto entre en procesos de reciclaje”, destaca.

Alejandro Álvarez Vanegas, profesor de ingeniería de procesos y coordinador de cultura ambiental de la Universidad Eafit, también señala que ante este panorama cobra importancia el tema de los rápidos cambios que hay entre una tecnología y otra, lo que tiene como consecuencia que los tiempos de reemplazo sean cada vez más cortos. A esa dinámica la han nombrado obsolescencia programada.

“Los dispositivos deberían ser diseñados para poderse usar mucho tiempo. Todo esto se enmarca en un tema de economía circular. Hay que procurar hacerlos para combatir la obsolescencia programada y que usen en la medida de lo posible materiales diseñados para ser amigables con el medio ambiente”, comenta Álvarez.

Según él, una empresa holandesa llamada Fairphone (Teléfono justo) fabricó un móvil con métodos de producción responsables y un diseño para la longevidad. El equipo es modular y según dice la empresa en su página web “nuestro objetivo es crear un impacto social y medioambiental positivo desde el principio hasta el final del ciclo de vida de un teléfono”. Para el profesor de ingeniería el trabajo realizado con Fairphone es un ejemplo de que se pueden hacer este tipo de equipos de manera justa y con materiales que pueden recuperarse.

“Los productos que se diseñan no son para que se adapten a los cambios tecnológicos y se desechan una gran cantidad de recursos que son útiles, los estás tirando. Ahí hay un problema y es que los aparatos no están construidos para que haya una correcta separación de sus materiales, y lo que no se puede separar fácilmente va a parar a un relleno sanitario, o los incineran para intentar recuperar los metales, pero en esta quema hay graves daños para las personas y el medio ambiente”, explica el docente de Eafit.

Álvarez Vanegas coincide con el docente de La Sabana y señala que, en general, la gente supone que el tema de la información, por ser un asunto intangible, no va a tener ningún impacto ambiental. “Creemos que podemos almacenar información y que eso no tendrá ningún efecto. Ese es un patrón generalizado en nuestro modo de economía, el asunto del derroche es una problemática muy común y clara en nuestra época, y por eso el tema de consumo responsable cobra mucha importancia”.

El coordinador de cultura ambiental de la universidad Eafit añade que el consumo responsable es uno de los objetivos del desarrollo sostenible declarado por los Naciones Unidas. Según él, la organización trazó la nueva agenda global para el desarrollo y de ella se obtuvieron 17 objetivos que deben cumplirse entre 2015 y 2030.

“Entre ellos está producción y consumo responsable. Eso nos indica que no estamos hablando solo de una responsabilidad de los productores, sino de que como consumidores tenemos una gran influencia en la forma en la cual funciona nuestra economía y cómo las empresas intervienen los ecosistemas y manufacturan sus productos”.

Toda la información intangible necesita un lugar donde almacenarse, un lugar (en este caso un centro de datos) o un aparato (móvil o tableta) que también consume recursos, fue manufacturado y por ende posiblemente tiene un impacto en el medio ambiente.

Para minimizar esto Claudia Campuzano cree que cualquier tipo de plan que le aporte a la sostenibilidad es importante. La ingeniera sugiere que las acciones humanas deberían generar impactos menores en el sistema ambiental, y que se deben hacer esfuerzos para crear estrategias que reduzcan esas huellas que se están dejando en el territorio.

“El asunto del consumo ilimitado no es ajeno a nosotros y tenemos unos retos de uso a los que tenemos que responder rápidamente”, puntualiza el docente de Eafit.

41 %
crecerá el tráfico generado por aplicaciones de redes sociales entre 2015 y 2021.
37 %
se cree que crecerá el tráfico en apps de audio entre 2015 y 2021 según Ericsson mobility
35 %
estima Ericsson mobility que aumentará el tráfico por descarga de software.
25 %
crecerá el tráfico en móviles entre 2015 y 2021 debido a la navegación web.
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