La palomilla, pringa cara, alú o aliblanco, ya que tiene las alas paradas y es de color blanco, azota a los humanos que se adentran en la selva. Las personas que padecen esta enfermedad que produce el mosquito conocido en la ciencia como Lutzomyia es estigmatizada, en parte por las llagas visibles que produce. Los pacientes pueden cargar con las lesiones por meses, porque el único tratamiento que existe requiere inyecciones por 25 a 28 días y tiene muchos efectos adversos.
La leishmaniasis está presente en cerca de 100 países. El mosquito casi no se ve en las ciudades, aunque en Colombia se ha registrado en Montería, Sincelejo, Bucaramanga e incluso en El pie de la Popa, el barrio de Cartagena.
La noticia de hoy llega por una nueva patente que suman dos universidades colombianas y que muestra el esfuerzo que se hace por lograr otro tratamiento. “Uno más humanizado”, dice Sara Robledo, coordinadora de la unidad de desarrollo y servicios tecnológicos del Pecet (Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales) de la Universidad de Antioquia, un grupo interdisciplinario fundado en 1986 que incluye además de químicos y biólogos, antropólogos como investigadores y es miembro del comité asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Es la primera patente para la Universidad de Córdoba y es un logro muy importante. Ellos figuran como titulares, la U. de A. es coinventora”, cuenta Robledo.
Los investigadores de la Universidad de Córdoba son Omar Torres Ayazo (fallecido hace un año) y el profesor Roger Espinoza. Su patente protege un grupo de moléculas (estirilquinolinas) que fueron probadas en células en laboratorio y posteriormente en ratones enfermos. Según los investigadores, en ambos casos los resultados fueron buenos.
¿Y qué significa? Una patente es un conjunto de derechos exclusivos concedidos por un Estado al inventor. Esta en particular registra que al haber aplicado la biología molecular y la química se obtuvo la molécula que luego se probó biológicamente que tiene actividad contra el parásito, uno de los pasos con el que esperan fabricar una crema que trate la enfermedad. “La cura será consecuencia de un tratamiento adecuado”, apunta Robledo. Iván Darío Vélez, director del Pecet y coinventor de este trabajo, asegura que “estas patentes ya están apuntándole a medicamentos y productos nuevos”.