Un lugar que en sus vitrinas tiene todo tipo de muñecas y otro con modelos de aviones en miniatura; aunque muchos de los museos más reconocidos del mundo exhiben obras de arte, estas colecciones demuestran que una exposición puede recopilar cualquier tipo de objetos y ser apasionante.
La Twittercrónica de esta semana acompaña a dos coleccionistas de Medellín con intereses peculiares. Un artista amante de los juguetes y un ingeniero aeronáutico que ha dedicado todo su tiempo libre a construir aviones y cohetes a escala.
Un juguetero en el centro
Con 62 años, Rafael Castaño no compra juguetes para entretenerse, él los consigue para construir el primer Museo del Juguete de Colombia.
Ubicado en Carabobo a tres cuadras de la avenida 33, este lugar es a la vez el estudio en el que trabaja Rafael, que hace esculturas mientras escucha música clásica.
Su compañía constante en las doce horas que pasa encerrado allí, es su colección y su gato Mono, que rescató de una caja de cartón mientras buscaba más juguetes en los “recicladeros” y tiendas de antigüedades donde los consigue.
“Mi esposa dice que soy un coleccionista de colecciones”, comenta al recordar que su afición comenzó con la compilación de estampas a los 7 años de edad.
Los dos pisos del local están llenos de elementos que usa para sus esculturas de estilo steampunk, un subgénero de la ciencia ficción que combina la tecnología con la estética industrial del siglo XIX, vitrinas con juegos de mesa, otra con cocinas en miniatura, además de triciclos, patinetas y bicicletas de diferentes décadas.
“Yo le debo esta colección a las mamás que botan las cosas, tanto que una vez vino un chico y me contó que había visto un juguete que se le había perdido cuando pequeño”, comenta Rafael.
Su proyecto comenzó hace 30 años y ahora tiene más de 4 mil juguetes que, con el sustento de su trabajo artístico y las donaciones voluntarias de los visitantes, le abre la puerta a todo aquel que le diga que quiere ir a visitarlo.
“Más allá de la nostalgia que genera el venir aquí, es un reconocimiento al aspecto más hermoso de la niñez”, afirma. “Es una teoría mía, pero darle un juguete a un niño es una forma de decirle ‘te quiero’ sin verbalizar las palabras. Es expresarle que tiene el derecho a divertirse”.