Hasta el gobierno de Julio César Turbay (1978-82) la alternativa de los jefes de Estado frente a la subversión fue estrictamente militar. Nunca se intentó un proceso de paz con las guerrillas comunistas que se gestaron en las décadas de los 60 y 70.
A mediados del siglo pasado el general Gustavo Rojas Pinilla ofreció amnistías y logró el desarme de varias guerrillas de los Llanos, pero se trataba de grupos de origen partidista, heredados de la Violencia Política, carentes de ideología.
“En su momento Guillermo León Valencia (1962-66) fue visto como el presidente de la paz, porque aparentemente había derrotado la insurgencia. Pero quien inicia con rigor y seriedad aproximaciones para la paz fue Belisario Betancur (1982-86), aunque fallidas. Desde él todos los presidentes se comprometieron en buscar la paz”, dijo Ricardo Zuluaga, constitucionalista y miembro de la Academia Antioqueña de Historia.
Pero si los anteriores presidentes intentaron o lograron desmovilizar grupos armados, ¿por qué ni siquiera fueron candidatizados al Nobel?
Según Rubén Darío Acevedo, historiador y experto en conflicto de la Universidad Nacional, los criterios el Comité Noruego son impredecibles, incluso, nadie sabe por qué escritores como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar nunca fueron dignos del galardón.
“En este caso hubo mucha gestión diplomática. El proceso de Betancur se truncó, y el de Barco fue parcial, como lo es el de Santos. También fue decisivo el apoyo que, desde el inicio, le dio Noruega a este proceso de paz con las Farc”.
Para Adolfo Maya, coordinador de la Maestría en Gobierno de Eafit, es un reconocimiento no propiamente a la figura del presidente, sino a la perseverancia, disciplina y la actitud política mantenida por él para lograr una salida política negociada al conflicto.
“Este proceso logró mantener con una ruta, una metodología y unos componentes diferenciales a los de otros esfuerzos en el pasado. Comprometió los ejes problemáticos e históricos que han generado el conflicto en Colombia: tierras, víctimas, drogas, participación política y refrendación popular a los acuerdos”.
El hecho de que solo le hayan dado el Nobel a Santos es para Julio Andrés Sampedro, decano de Ciencias Jurídicas de la Javeriana, un reconocimiento a su liderazgo, a su compromiso con las víctimas y un homenaje e impulso para que Colombia siga trabajando por la construcción de la paz.
Según Zuluaga, en la entrega del premio concurrieron dos factores, uno estructural y otro circunstancial. Para él ya estos premios han perdido su prestigio y no tienen el impacto de antes. De otro lado, pese a que se trata del fin de la guerrilla más vieja, en el conflicto más antiguo del mundo, el galardón esta “contaminado por las circunstancias en las que se dio el plebiscito”.