El que el candidato que encabeza la intención de voto tenga 28 o 29 puntos, a mí me parece un liderazgo frágil. Es distinto cuando un candidato tiene una ventaja por encima de los 40 puntos, que sí indicaría una fortaleza difícil de revertir. En esta reciente encuesta lo que se ve es un movimiento importante del candidato Vélez Uribe, pero todavía sus cifras son bajas como para considerarlas definitivas. Su repunte, además, se debe a la publicidad del último mes y por la asociación con el expresidente Álvaro Uribe. La lectura es que tiene que ver más con apoyos al expresidente que al candidato, porque a aquel la ciudad le tiene una lealtad indudable. Medellín es una ciudad cuyas dos grandes fuerzas son el uribismo y el fajardismo. Candidatos que estén por fuera de esas corrientes les queda difícil mostrar una tendencia ascendente en intención de voto.
Los partidos aquí juegan poco. Cuando se les pregunta a los ciudadanos con cuál partido se indentifican o a cuál apoyan, el 60 % responde que a ninguno.
Por otra parte, la aprobación que tiene el actual alcalde, Aníbal Gaviria (57,1 %) es un índice aceptable, pero queda claro que el tema de la inseguridad ciudadana le implica un descenso en su imagen, así tenga resultados que mostrar en otros campos.