Primero que todo es un acto que me lleva a sumarme al repudio total que expresan la sociedad, las autoridades civiles y las Fuerzas Militares. Lo que ha ocurrido es un hecho absolutamente aberrante.
El episodio refleja las facetas de degradación que hoy muestra el conflicto armado colombiano. Yo, personalmente, hice un llamado al Eln para que dé las explicaciones del caso, dado que ese tipo de actos no son permitidos en las filas del Eln y deben ser condenados por su comandancia.
No hay ninguna posibilidad de soportar o justificar acciones de tal barbaridad, que van contra toda ética. Conocí el viernes que el Ejército de Liberación Nacional niega totalmente la autoría del hecho y sostiene que quizás se trata de una campaña de desprestigio.
No es lo habitual en el Eln donde incluso en medio de la guerra se cree en el trato humano de los combatientes enemigos. Han dicho que harán las averiguaciones y si hubiere responsabilidad se aplicarían sanciones. Ojalá así sea.
Es lo menos que se espera ante este hecho doloroso. Me sumo a la solidaridad con el suboficial Ávila y su familia. El episodio nos dice que hay que parar esta guerra definitivamente y encontrar cauces civilizados y políticos a nuestras diferencias de todo tipo.