Perú ha sido un mercado estratégico para la expansión de las empresas colombianas. Su cercanía, estabilidad jurídica y economía estable, con unos de los indicadores macroeconómicos más positivos en la región, han atraído a muchos inversionistas. Durante la última década, alrededor de 300 empresas de Colombia llegaron a establecerse en ese país. Se invierte en muchos sectores, desde el área financiera y energética hasta la de los alimentos y cosméticos, pasando por software y servicios TI, entre otros. Algunas empresas colombianas son grandes jugadores en Perú y han realizado millonarias inversiones en contratos de obra pública y concesiones.
De allí la importancia de lo que ocurra en el vecino país, que dio un giro a la izquierda —hay quienes dicen que a la extrema izquierda o a la izquierda populista— en las pasadas elecciones presidenciales. Cualquier cosa que afecte la confianza será fatal para las inversiones. En este sentido, la reciente decisión que tomó el presidente Pedro Castillo de reacomodar su gabinete, en busca de gobernabilidad, también pretende mandar aires de tranquilidad a la comunidad internacional.
Lo sucedido con el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, el primero en ser designado por Castillo, cuando asumió la Presidencia hace poco más de dos meses, fue un campanazo de alerta que sonó más allá de las fronteras. El dirigente, quien forma parte del círculo más cercano a Vladimir Cerrón —fundador del partido Perú Libre y a quien se atribuyen visiones radicales de izquierda—, presionó a la empresa explotadora y comercializadora de Gas de Camisea (el megayacimiento de gas más importante de la Nación) para renegociar el reparto de utilidades, a favor del Estado, advirtiendo que se podría optar por la recuperación o nacionalización de los yacimientos. ¡Quién dijo miedo! El presidente Castillo, que no ha hecho otra cosa, desde que llegó, que calmar a los inversionistas, tuvo que salir a aclarar las palabras de su jefe de gabinete. Aseguró en un trino que cualquier renegociación se daría con respeto irrestricto al Estado de Derecho y velando por los intereses nacionales. Apartó de su cargo a Bellido y nombró en su reemplazo a Mirtha Vásquez, una figura, aunque también de izquierda, más moderada: exjefa del Congreso, conocida por su activismo medioambiental. Castillo también anunció la salida de otros siete miembros del gabinete.
En los últimos cinco años Perú ha tenido cuatro presidentes. Hasta ahora, la política y la economía en el vecino país parecen ir por caminos diferentes. Pero eso no siempre funciona así de bien, en especial si, como en este caso, un ala tan radical de la izquierda puede ejercer una influencia tan grande en el gobierno. Aunque Castillo envía señales de que hará un gobierno más moderado, esto podría traerle muchos problemas, pues ya se escuchan voces de su partido Perú Libre que hablan de traición.
En los círculos de la economía, la decisión política de renovar el gabinete fue bien recibida. El día en que se anunció la salida del polémico dirigente de izquierda, la Bolsa de Lima subió cinco por ciento, mientras que el sol peruano registró su mayor avance desde junio. Algunos dudan que la movida política sea un verdadero giro y piensan que solo es un maquillaje para buscar gobernabilidad en el Congreso. Pero Castillo sabe que puede ahuyentar la inversión privada, de allí su interés en nombrar un gabinete que parezca menos extremo, que contribuya a reducir la confrontación con el Congreso, pero que, a la vez, envíe señales de que cualquier transición será más suave. Por lo pronto, la cautela reina entre los empresarios colombianos que tienen operación en Perú. Esperan que las preocupaciones por el triunfo de Castillo se disipen en lugar de ahondarse. El clima adverso a la inversión privada, que muchos sintieron en carne propia en Venezuela, no puede repetirse en este caso