x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Silencio, por favor

Aplaudimos todas las iniciativas contra el ruido. Creemos que lo primero es crear y consolidar una conciencia entre los ciudadanos del daño que hace.

31 de agosto de 2024
bookmark
  • Silencio, por favor

Alguna vez el rey Juan Carlos de España en una Cumbre Iberoamericana cansado de la perorata y de la interrumpidera del presidente Hugo Chávez, que no dejaba terminar ni una frase al presidente español Rodriguez Zapatero, le lanzó una frase con cara de misil: ¡Por qué no te callas!

En ese momento prácticamente se acabaron de romper las relaciones entre esos dos países. La frase, con esa mezcla de indignación y humor, se convirtió en un meme en épocas en las que todavía no existían las redes sociales.

Si una persona como el rey, instruido en el arte de la diplomacia y las buenas maneras, no se resiste el ruido, ¿qué podemos decir del resto de nosotros los mortales? Los niveles de ruido en algunas zonas de la ciudad han llegado a un punto que a cualquiera le puede provocar repetir la frase del hoy rey emérito.

Alguien podría alegar que la expresión ‘Por qué no te callas’ tenía que ver más con la política que con el ruido. Y sí. Mucho de ello había en ese rifirrafe. Pero en su esencia era un problema de ruido.

La anécdota nos sirve para ponerle color al informe que publicó este viernes EL COLOMBIANO, que lanza una fuerte alerta: de los 626 barrios que tiene el Valle de Aburrá, 552 sufren algún grado de contaminación por ruido y solo 74 disfrutan el placer del silencio o de los sonidos en su justa dimensión.

Según ese informe del Área Metropolitana, el 32% del total de los barrios requieren una gestión alta o muy alta de parte de las autoridades para reducir los niveles de ruido nocivos. Es decir, cerca de 200 barrios viven bajo la tortura de un ruido que supera niveles tolerables.

Porque el ruido es tortura. La CIA lo registraba en informes como un método de tortura que no deja huella, pero que tiene devastadoras consecuencias mentales. Tanto que la agencia de inteligencia “solo” permitía ese método de tortura hasta por 72 horas.

Puede que el ruido de la ciudad no llegue a ese nivel tan cruel, pero una moto allí, un equipo de sonido a todo taco allá, o 90 minutos de un partido de fútbol en la cancha vecina, poco a poco van taladrando hasta crear una que otra descompensación mental.

Organismos como la ONU han considerado el ruido como “un asesino escandaloso en las ciudades”. Porque, dicen, “los sonidos no deseados, prolongados y de alto nivel procedentes del tráfico o la parranda provocan molestias crónicas y alteraciones del sueño que a su vez llevan a enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos, como la diabetes, además de problemas auditivos y dañan la salud mental”.

En Medellín, en particular, el ruido está causando desplazamientos, enfermedades y graves problemas de convivencia. A Hernán Castrillón le reventaron los ojos a golpes hace dos años por pedirles a los vecinos en Guayabal, bajarle al ruido a una fiesta que ya llevaba dos días. En mayo pasado, a Gilberto Álzate lo mataron a puñaladas en el barrio Santa Cruz por pedir lo mismo, no hacer ruido. A tres familias les tocó salir de Castilla por problemas de salud y de seguridad originados por el ruido.

Por supuesto no estamos hablando solamente de las rumbas. También hablamos de los piques y frenazos en seco de los carros, de las podadoras, de los gritos de los vendedores, de los ladridos de mascotas, de los que se paran en un semáforo a pedir plata utilizando un parlante con música a todo timbal, de los almacenes que creen atraer clientes ponen una persona con megáfono a gritar en la calle, de las motos a las que les cambian el exhosto para emitir un ruido ensordecedor, en fin, son muchas las fuentes de malestar para los oídos.

En buena hora el congresista Daniel Carvalho ha decidido promover una ley para regular el ruido que busca dar claridad sobre cuáles son las autoridades responsables, así como fortalecer las sanciones para los ruidosos y obligar a las ciudades a dotarse de un plan de gestión de la contaminación acústica.

Y ojalá también pueda funcionar el nuevo modelo integral de manejo del ruido que lanzó esta semana la Alcaldía de Medellín en el que incluye una zonificación acústica de la ciudad y un trabajo con 300 bares para certificarlos en buenas prácticas en manejo del ruido. Hablan de dotar a estos establecimientos de unos “tranquilómetros” para identificar el número de decibeles y que impacto se está produciendo.

En el mundo, sobre todo donde han entendido el problema que acarrea el ruido, ya se usan fórmulas de reducción del mismo, desde asfalto y tipos de pavimento poco ruidosos hasta barreras acústicas innovadoras (algunas fabricadas con llantas de caucho recicladas) o “radares de ruido” para identificar y multar a los vehículos más ruidosos.

Aplaudimos todas las iniciativas. Pero sobre todo creemos que, lo primero que corresponde hacer es crear y consolidar una conciencia entre los ciudadanos del daño que hace el ruido. Y mejor si en vez de pensar decir, por qué no te callas, pedimos silencio, por favor.

Sigue leyendo

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD