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Para el bienestar del Catatumbo y del país más importante aún sería que Petro no siga echando gasolina con su controvertida “paz total” que lo que ha producido es más guerra y muerte. Y para eso no necesita conmoción interior.
¿De verdad se podría solucionar algo en el Catatumbo con una declaratoria de conmoción interior como la que anunció el presidente Gustavo Petro? Veamos qué ha pasado con las otras siete declaratorias de Conmoción Interior desde que se creó la figura en la Constitución de 1991. Tres de ellas las tumbó la Corte (a Cesar Gaviria, a Ernesto Samper y a Álvaro Uribe) y sólo le dio el visto bueno a cuatro (dos de Gaviria, una de Samper y una de Uribe). La figura, si cabe la expresión, ha pasado de moda, tres de los últimos cuatro presidentes no la utilizaron.
¿Las conmociones aprobadas qué argumentaron? Una se declaró por la eventualidad de una excarcelación masiva de detenidos de la mafia (1992), otra por ataques terroristas de la guerrilla (1992), la tercera por el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado (1995) y la última por ataques guerrilleros y amenazas a alcaldes y gobernadores (2002). Dos de las tres conmociones que la Corte negó esgrimieron el mismo argumento que se podría pensar va a utilizar ahora Petro: el de la crisis de violencia desatada por grupos armados ilegales.
¿Y para qué se usaron las conmociones que la Corte ha declarado exequibles? La primera para suspender el Habeas Corpus, la segunda para darles funciones de policía judicial a los militares, la tercera para permitir chuzadas, allanamientos y capturas; y en la cuarta se crearon las zonas de rehabilitación que luego tumbó la Corte.
¿Qué puede hacer Petro entonces si finalmente declara la conmoción interior? El Presidente, por ejemplo, podría imponer toques de queda para que la población no se movilice a ciertas horas o por ciertas zonas, o le podría dar la facultad de hacer allanamientos o chuzadas sin orden judicial. Todas estas son herramientas que, en teoría, le permitirían al Ejército ejercer mayor control sobre el territorio.
Petro también podría prohibir manifestaciones o reuniones públicas, e incluso aplicar censura a medios de comunicación. Estas últimas medidas sin embargo no tendrían ninguna utilidad para bajar la temperatura en la región. Y por el contrario, de aplicarlas, se entendería como una acción que buscaría satisfacer otros intereses del gobernante.
En el mensaje en el cual el presidente Petro anunció su decisión –“Se declara el estado de conmoción interior y el estado de emergencia económica”– también escribió: “El copamiento militar siempre se desarrollará con la transformación económica de las regiones bajo violencia”.
Sus palabras sugieren que buscaría control militar de la zona, pero para ello no tiene que recurrir al estado de excepción sino que bien lo puede hacer con las herramientas ordinarias a su disposición. De hecho fue Gustavo Petro el que desmanteló las estructuras militares especializadas y de despliegue rápido en esa frontera. Para ponerlas a operar de nuevo no necesitaría la conmoción interior, simplemente una orden suya al Ejército para que actúe.
Si lo que necesita es apoyar a los desplazados y a los civiles víctimas en el territorio, pues para eso ya tiene la famosa UNGRD que, como bien ha visto el país, tiene una abultada chequera para atender a quienes sufren calamidades como esta.
Ahora, en cuanto al desarrollo económico, si el interés es construir una universidad en El Tarra y otras infraestructuras para el progreso, como prometió Petro al comienzo de su gobierno, no se necesita tampoco la conmoción sino ponerle motor al proyecto. Tras estar en operación tortuga, ayer firmaron el acta de inicio de la construcción.
Llama la atención que Petro, tras hacer el anuncio en red X, a las 5:35 de la tarde del lunes –“se decreta la conmoción interior”– al cierre de esta edición, al filo de la medianoche del martes, el país no conocía un detalle más, ni mucho menos el decreto.
El anuncio de conmoción interior ha provocado opiniones divididas: mientras el expresidente Juan Manuel Santos dice que “no hay justificación para la conmoción”, su excomisionado de Paz y hoy senador Humberto de la Calle apoya la declaratoria: “El descontrol territorial ahora es un tema de soberanía. No se puede decir a la vez que esto es extraordinariamente grave pero que sólo se utilicen normas ordinarias de policía”.
En el Palacio de Justicia, donde esperan el decreto con la declaratoria de la conmoción para comenzar su estudio, no cayeron bien las palabras del presidente Petro pidiéndoles a los magistrados ayuda: “Espero del poder judicial su apoyo”. Entre otras cosas porque consideran que el papel de la Corte Constitucional no es ayudar al Presidente, sino ayudar a la democracia y a la Constitución.
En la Constitución de 1991 se crearon tres estados de excepción: el de guerra exterior, la emergencia económica y la conmoción interior. La idea de los constituyentes era acabar con el Estado de Sitio, que estaba consignado en la Constitución anterior, la de 1886, y se declaraba bajo muchas razones. Los presidentes en Colombia se acostumbraron durante todo el siglo 20 a gobernar bajo el amparo de esta figura que les permitía decretar sin pasar por el Congreso.
Uno de los más férreos opositores del Estado de Sitio fue el M-19, la guerrilla de la que hacía parte Gustavo Petro. De hecho, el llamado Estatuto de Seguridad qué tanto marcó la vida del hoy mandatario, lo decretó el entonces presidente Turbay bajo el paraguas del Estado de Sitio. Paradójicamente, de concretarse el anuncio de Petro, sería él quien resucitaría una figura parecida tras 22 años de no utilizarse.
Sin duda la Conmoción Interior puede ser una herramienta útil para momentos de crisis de orden público y si la Corte Constitucional le da el visto bueno ojalá, de verdad, sirva para llevar algo de tranquilidad a los civiles en el Catatumbo.
Pero para el bienestar no solo de ellos sino en general de todo el país más importante aún sería que Gustavo Petro no siga echando gasolina con su controvertida idea de “paz total” que contrario a lo que dice la frase lo que ha producido es más guerra y muerte. Y para eso no necesita conmoción interior.