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Para el bien de Ecopetrol y del país ojalá soplen buenos vientos en los proyectos eólicos en los que se subió y no sea solo un entusiasmo de moda sin sustento técnico que se convierta en descalabro.
En momentos en que los grandes parques eólicos que se pensaban construir en La Guajira siguen varados por los problemas con las comunidades y las licencias ambientales, Ecopetrol anunció su ingreso en este negocio. ¿Será una oportunidad estratégica de ingresar con fuerza en las energías renovables no convencionales o un gran riesgo, que puede terminar en un fracaso?
Esa es la gran duda que surge tras los anuncios de Ricardo Roa, presidente de la petrolera estatal, quien anunció inversiones millonarias en el sector, en línea con el Plan 2040, basado en la transición y seguridad energética. En mayo de este año anunció la adquisición del portafolio de 10 proyectos eólicos y solares en La Guajira, Sucre, Córdoba, Caldas y Magdalena, de la noruega Statkraft European Wind and Solar Holding, que aportarían 1.300 megavatios energía, con inversiones que podrían superar los 1.000 millones de dólares.
Ahora, anunció la compra del proyecto eólico Windpeshi, que era de la italiana Enel, con el que espera generar 205 megavatios de energía. Enel intentó durante varios años sacar adelante este proyecto, pero en mayo de 2023 suspendió indefinidamente su construcción, después de realizar millonarias inversiones, ante los impedimentos de las comunidades de La Guajira, que se han convertido en uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de estas energías en el departamento.
Aunque la compra del proyecto se habría realizado por 50 millones de dólares, para ponerlo a andar se necesitan por lo menos otros 300 millones de dólares. Ecopetrol espera iniciar obras a finales de este año para que el parque eólico despegue en 2028.
Pero no será tarea fácil. Otras compañías nacionales y extranjeras han intentado sacar adelante los parques eólicos, pero se le han atravesado malos vientos. Celsia, que en 2019 ganó la adjudicación de dos parques Camelias y Acacias 2 en Uribia, La Guajira, decidió en febrero de 2024 salir de estos proyectos y llevarse parte de los equipos a Perú, donde sí están apoyando estas energías. La multinacional portuguesa EDP Renewables también se fue del país después de perder recursos estimados en 700 millones de euros en los dos mayores parques eólicos que se iban a construir en este departamento, Alpha y Beta, con una capacidad de generación de 500 megavatios.
Así están otras empresas que se ilusionaron con las medidas tomadas durante los gobiernos de Santos y Duque para impulsar las energías renovables no convencionales y que han visto que sus esfuerzos no arrojaron frutos. Como lo ha repetido el exministro Amilkar Acosta: los parques eólicos van a terminar en parques de ventiladores, es decir, inservibles, devorados por el sol y el salitre porque además de superar los problemas mencionados debe entrar en operación la línea de transmisión Colectora, que permitirá llevar la energía de esta región al resto del país, y que también tiene años de retraso.
Por eso para Ecopetrol el reto es mayúsculo. Tendrá que sacar adelante estos proyectos donde otros han fracasado y para lograrlo tendrá que conseguir las licencias ambientales, que se ha vuelto un trámite interminable, y llegar a acuerdos con las comunidades. Este es el mayor obstáculo porque cada vez que se intenta construir un proyecto aparecen nuevas comunidades indígenas que le hacen toda clase de peticiones a las empresas, esperando que estas reemplacen al Estado. Quieren que les hagan centros educativos, de salud, vías, labores que le correspondería al gobierno y las autoridades locales.
Si Ecopetrol logra incursionar con éxito en las energías renovables dará un paso en la diversificación de sus negocios y en la transición energética. Pero si no lo hace corre el riesgo de haber invertido millonarios recursos en proyectos en que no verá rápidamente los frutos, como sucedió con Bioenergy, la compañía de bioetanol en los Llanos Orientales que entró en operación en 2009 y después tuvo que ponerla en venta.
La petrolera no está para correr riesgos, menos cuando reconoció que tiene problemas de liquidez, razón por la cual activó un comité de emergencia para buscar fórmulas que le permitan mejorar su flujo de caja con el fin de seguir adelante con su plan de inversiones y pagar sus obligaciones. Por eso, tiene que impulsar la exploración y producción de hidrocarburos, el corazón de su negocio, haciendo oídos sordos a las peticiones del presidente Petro que quiere acabar con el petróleo y el gas colombiano.
Para el bien de la empresa y del país ojalá soplen buenos vientos en los proyectos eólicos en los que se subió Ecopetrol y no sea solo un entusiasmo de moda sin sustento técnico que se convierta en un descalabro para la empresa insignia del país.