Dos noticias provenientes de las nuevas autoridades de Medellín (el alcalde Federico Gutiérrez y algunos de los corporados que acaban de asumir curul en el Concejo) invitan a que la ciudadanía participe en un debate en torno a un megaproyecto sobre el cual aún hay muchas dudas: el de Parques del Río.
Por un lado, el alcalde Gutiérrez insiste en que Parques del Río no es prioritario para la ciudad, y que hay muchos otros asuntos por atender, sin que los recursos alcancen para todos. Reconociendo varias de sus bondades, el actual alcalde objeta muchos otros aspectos y no oculta su inconformidad con algunas actuaciones de la administración anterior.
Por otro lado, los concejales del movimiento Creemos, precisamente el del alcalde, promovieron un debate en el Concejo -debate bienvenido y oportuno, pues esa es una de sus funciones- y exhortaron a la Administración Municipal para que se limite a ejecutar las obras ya contratadas de Parques del Río (tramos 1A y 1B), pero que desistan de terminar todo el proyecto.
Si algo hay que lamentar es que este proyecto no haya sido bien explicado a la ciudadanía, y que contingencias acaecidas en los últimos días, como accidentes de tránsito en las obras, o apresuramientos políticos como inaugurar obras inconclusas por parte de la administración pasada, envenenen un debate que debería fundarse en razones y análisis ponderados, teniendo siempre en mente el bienestar y el futuro de Medellín y su área metropolitana.
El momento escogido para iniciar la obra nos dejó preguntas sobre si era lo más necesario para Medellín en estos tiempos. Reconociendo, no obstante, que el objetivo que anima Parques del Río es perfectamente sustentable: transformar la línea divisoria de una ciudad conurbada que lleva décadas dándole la espalda al río, convertido, pese a los miles de millones ahí gastados, en una cloaca a cielo abierto. Al final el gobierno municipal tomó la decisión de asumir el proyecto como motor de equilibrio ambiental y social.
El error sería asumir Parques del Río sólo como túneles para crear más carriles subterráneos para el tráfico. Este componente también lo tiene. Pero el principio de “Devolverle la vida al río y el río a la ciudad y a sus habitantes” debe ir más allá que vehículos.
El plan proyectado contempla varias etapas, para que al final, según documentación de la Alcaldía, de las 328 hectáreas intervenidas la mayoría sea de nuevo espacio público; la apertura de 34 kilómetros de senderos peatonales y 32 de ciclorrutas, y la conexión, además, de los ecosistemas de los cerros Nutibara, El Volador y La Asomadera.
Consideramos prematuro decidir que el Grupo EPM se retire de la Sociedad Parques del Río, ya constituida, junto con ISA, el Metro y el Municipio, para ejecutar y mantener la megaobra. Para tomar decisiones, es oportuno recordar las respuestas que se le dieron al inolvidable dirigente Gilberto Echeverri Mejía, cuando este abogaba por grandes obras y vías amplias para el Oriente antioqueño. Le decían que “eso ahora no es prioritario”. Que había otras necesidades, que por demás nunca se cubrieron. El paso de los años ha mostrado quién tenía razón: el que pensaba en grande, para el futuro.
Obviamente la ciudad, sus habitantes, sus dirigentes, tienen que dar el debate, abrir espacios de discusión, equilibrar cargas financieras si es del caso y, ante todo, evitar sobrecostos. Tener la lupa activa. Vigilar, aportar ideas. Mirar con sentido de futuro si la mejor decisión es dejar en la mitad del cronograma algo ya en ejecución que podría cambiar, si se ejecuta bien, la faz de este Valle de Aburrá cada vez más árido