La Encuesta de Percepción Ciudadana presentada por Medellín Cómo Vamos el pasado martes, realizada por Ipsos-Napoleón Franco, ratifica que los habitantes de Medellín están, en términos generales, más que satisfechos con su ciudad y con la vida que aquí pueden desarrollar.
La tendencia es constante en los últimos años. En esta última medición, el 77 % de los encuestados considera que las cosas van por buen camino; el 80 % de los habitantes están orgullosos de su ciudad; el 84 % se muestra satisfecho con ella como lugar para vivir; el 81 % está satisfecho con el barrio en que vive, y en una escala de 1 a 10, siendo este el mejor modo de vida posible, los encuestados la ubican en 7,2.
La encuesta se realizó en las seis zonas urbanas en que se divide Medellín, y consultó jefes de hogar y miembros de las familias de todos los estratos sociales. El documento está disponible en la página web de Medellín Cómo Vamos y arroja datos de interés para los ciudadanos y los estudiosos de nuestra realidad urbana. Un aspecto de interés sociológico sería determinar si tan altos índices de satisfacción, como se ha planteado desde otras ciudades, se deben al orgullo característico del paisa, que incluso lo lleva a negar problemas y realidades negativas evidentes con tal de pintar un entorno idealizado. O si, atendiendo el contraste con otras ciudades del país, se considera que no hay motivos para calificar mal diversos aspectos de la ciudad.
En este sentido, resulta realista la actitud del alcalde Federico Gutiérrez, que lejos de ufanarse por los buenos resultados, recalcó que el sentido autocrítico de su administración es constante, sin dejarse adormecer por las altas calificaciones.
Por ejemplo, resulta sorpresivo que mientras en la calle las conversaciones ciudadanas giran monotemáticas alrededor del problema de la inseguridad, los encuestados ubiquen este problema en el octavo lugar del listado de las condiciones de calidad de vida. El 73 % dice sentirse seguro en su barrio, y el 51 % en la ciudad. Un 15 % de los encuestados dice haber sido víctima de algún delito, pero de ellos, menos de la mitad lo denunciaron.
Otro de los aspectos que llama la atención de la encuesta es que a la pregunta de cuáles acciones ha cumplido el último año para apoyar ideas o personas, el 67 % contesta que ninguna. Y sobre si ha participado en organizaciones, espacios o redes, el 54 % dice que no. Las relaciones y acciones cívicas no son, pues, tan activas como se pensaba.
Los puntos de alerta para las autoridades son la atención en salud, la movilidad y el medio ambiente. La atención en salud pasa a ocupar el primer lugar en las preocupaciones de la población, y aunque la administración municipal obviamente puede desarrollar políticas de mejora, el sector depende de múltiples factores y a otras instancias de decisión política.
Sobre el medio ambiente se va adquiriendo progresiva conciencia. Ahí hay una corresponsabilidad entre la autoridad ambiental metropolitana y los ciudadanos, pero el papel de la administración sí puede ser más activa, pues la tolerancia con agentes contaminantes como camiones, buses y volquetas viejas sigue siendo evidente.
La dificultad en la movilidad y el tráfico, por su parte, genera molestias, y de allí que haya una mirada crítica hacia el papel de los agentes de tránsito y el ordenamiento del flujo vehicular (incluidas las motos). La exigencia de cumplimiento de las normas sigue siendo una tarea pendiente.