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Lo que va de AMLO a Petro

Petro no puede hacer cuentas alegres con lo ocurrido con AMLO en México y pensar que su historia puede ser similar. Tendría que cambiar mucho en su actitud y en su gobierno para lograr resultados parecidos.

11 de junio de 2024
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  • Lo que va de AMLO a Petro

Ahora, cuando se acerca el fin del mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, en México, vale la pena analizar lo que ha sido su gobierno para ver qué tanto se parece el fenómeno AMLO a Gustavo Petro y sobre todo qué puede esperar Colombia.

López Obrador y Petro han tenido eventos paralelos en sus vidas que, por momentos, hacen creer que se trata del mismo fenómeno en dos países diferentes, y nos llevan a preguntar si el colombiano, en dos años, podría estar entregando la Presidencia a su sucesor o sucesora, como lo está haciendo ahora el mexicano, con Claudia Shimbaum.

Tanto AMLO como Petro han sido vistos como los más destacados líderes de izquierda en sus respectivos países. Los dos curiosamente llegaron a la Presidencia después de dos intentos fallidos; los dos fueron primero elegidos como alcaldes de la capital, y así como a Petro lo suspendió la Procuraduría por la crisis de basuras en Bogotá, AMLO tuvo un proceso de desafuero durante su alcaldía en Ciudad de México, en ambos casos, los dos convocaron al pueblo a la plaza, Petro a la de Bolívar y López al Zócalo, y convirtieron los procesos en su contra en detonante de la popularidad de cada uno camino a la Presidencia.

Los dos, para llegar, utilizaron un discurso populista parecido, en el que convierten en “enemigo” a lo que ellos llaman élites o privilegiados; ambos tienen un aliento autoritario, atacan a cualquiera que los cuestione o les ponga límites: llámese cortes o medios de comunicación o sistema electoral. Y los dos tienen un núcleo duro de petristas y obreristas –ese 30%– a los que ningún dato o argumento saca de la idea de que si su mesías no hace no es por su culpa sino “porque no lo dejan”.

¿En la Presidencia siguen teniendo vidas paralelas? Hay algunos indicadores que sugieren que no. Por el contrario parecen haber tomado caminos distintos. Al menos por ahora.

Empezando por la popularidad. AMLO está cerrando su presidencia de seis años con aprobación de casi el 60%, su favorabilidad no ha bajado del 50% durante el mandato. En el caso de Petro, su desfavorable está más alto que su favorable desde el primer año de su mandato y ahora apenas tiene una imagen favorable de poco más del 30%. La popularidad no solo habla de lo mal o bien que lo están viendo sino que muestra qué tanto terreno de gobernabilidad tiene para moverse.

La segunda diferencia es la de los apoyos políticos. AMLO, que nunca militó en un grupo ilegal como Petro, construyó su carrera tejiendo redes políticas desde los partidos en los que ha militado –PRI, PRD y ahora Morena–. AMLO ganó las elecciones con el 53%, más de 30 puntos por encima del segundo, mientras que Petro obtuvo menos del 50% y solo le sacó 3 puntos al derrotado.

A eso se suma que el Pacto Histórico no cuenta con las mayorías en el Congreso, como si las tuvo AMLO, con el agravante de que la bancada de Petro cuenta con un puñado de jóvenes o inexpertos que no le han sido de ayuda. Mientras AMLO viene de procesos políticos partidistas más estructurados, Petro ha operado como un llanero solitario de la política.

La tercera diferencia, o gran diferencia, es el manejo de las finanzas públicas y en general los resultados macroeconómicos. Muchos creían que AMLO iba a aumentar el gasto fiscal sin control y a punta de peleas con los empresarios iba a ahuyentar la inversión. Pero nada de eso pasó. Todo lo contrario.

El analista Jorge Zepeda Patterson lo tilda incluso de neoliberal: “AMLO al margen de la retórica, dejó intocados los intereses de las élites y de los dueños del dinero, con quienes lleva una buena relación; y en lo económico, fue francamente conservador, con una batería de políticas más propias de una administración neoliberal: combate a la inflación, estabilidad en las finanzas públicas, moderación en el endeudamiento, achicamiento del Estado y la burocracia”.

Hay que decir que Gustavo Petro algo de eso ha intentado pero en últimas ha mandado un mensaje contrario: el aumento del Estado y la burocracia, por ejemplo, de 18% del PIB en la década pasada a 25% del PIB hoy. Por no hablar de los descaches con los que ha espantado a muchos inversionistas: empezando con el tiro en la pierna que se pegó diciendo que no se iba a explorar más petróleo ni gas y, en general, los mensajes que generan desconfianza como lo de congelar la tarifa de los peajes, la no adjudicación del contrato de los pasaportes o la intervención a EPS de empresas como Sanitas.

Por el contrario, AMLO contó con la buena suerte de que en medio de la pelea comercial entre Estados Unidos y China, México salió ganando porque muchas empresas pusieron sus fábricas en su territorio para satisfacer el apetito de consumo del país del norte. En 2023, Estados Unidos importó más productos de México que de China, un fenómeno que no se había visto en dos décadas.

Y una última diferencia es lo que han logrado, uno y otro, en cuanto a los subsidios a los viejos. Al menos por ahora es diferencia en la medida en que AMLO aumentó las llamadas “transferencias monetarias” en 471% en sus seis años de gobierno: los viejos que recibían US$63 bimestrales ahora reciben US$326, es decir les aumentó de $252.000 a $1.304.000. Es algo parecido a lo que quiere hacer Gustavo Petro, y para ello busca a como dé lugar, aprobar la reforma pensional para poder tener plata disponible para dar estos subsidios. Falta ver qué tanto logra en los casi dos años que le quedan.

Petro no puede hacer cuentas alegres con lo ocurrido con Andrés Manuel López Obrador en México, como pensar que por arte de magia su historia puede ser similar a la del presidente a punto de dejar el poder, es mucho lo que tendría que cambiar en su actitud y en su gobierno para lograr resultados parecidos.

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