El deterioro del mercado laboral es uno de los problemas más apremiantes que enfrentan las autoridades económicas colombianas. Se ha visto recientemente un enfriamiento paulatino de dicho mercado, que desde hace un año destruyó unos 775 mil puestos de trabajo. El aumento de los desocupados se da a pesar de una menor tasa de participación, lo que significa que el desempleo crece aunque menos trabajadores están buscando empleo.
En esas condiciones, con una tasa de desempleo al alza como consecuencia del menguado dinamismo de una economía (apenas 2,77 % de crecimiento en el primer trimestre del año), y con un aumento muy importante del salario mínimo, podría esperarse un incremento de la informalidad.
Es paradójico, entonces, que según las cifras del Dane, haya sucedido exactamente lo contrario. La informalidad en el país se redujo y la proporción de ocupados informales en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue 46,5% para el trimestre móvil febrero - abril 2019 y para el total de las 23 ciudades y áreas metropolitanas fue 47,7%. Esos valores fueron en el mismo período del año anterior 47,5% y 48,6%, respectivamente.
Si se examina el resultado por ciudades se observan algunos aspectos interesantes. La informalidad está cayendo en algunas ciudades grandes (Bogotá, Cali, Barranquilla, Bucaramanga) y en muchas intermedias (Manizales, Pasto, Pereira). El indicador creció, en contraste, en Cúcuta y Medellín. En todo caso, se mantiene la tendencia a que las menores tasas de informalidad se den en las ciudades más grandes, mientras que en las intermedias y pequeñas se tienen tasas mucho mayores.
El descenso de la informalidad en la mayoría de las ciudades no es fácil de explicar, porque muchas están sintiendo la presión de la llegada de migrantes en su mercado laboral y las tasas de desempleo están aumentando. Resulta paradójico que el deterioro del mercado laboral se acompañe de un decrecimiento de la informalidad, aunque sea marginal.
El aumento en la informalidad en Cúcuta puede explicarse por la relación que esa ciudad fronteriza tiene con Venezuela, ya que es el punto de arribo de buena parte de los migrantes, al tiempo que su comercio depende de la salud de la economía venezolana, hoy completamente degradada. En Medellín es probable que la llegada de migrantes venezolanos en busca de mejores condiciones haya impactado la informalidad.
De otro lado, la menor tasa de informalidad que estructuralmente se observa en las ciudades grandes, se explica porque en ellas hay sectores productivos más complejos que en las pequeñas. Solo en las grandes, las empresas encuentran profesionales, técnicos y bachilleres que llenan sus necesidades. Como lo que cuenta para que una empresa compleja pueda funcionar es la diversidad de habilidades de sus empleados, en las ciudades grandes, donde está instalada la tasa de ocupación formal, ha aumentado más rápido. En la mayoría de las ciudades pequeñas, en contraste, se genera poco empleo formal, pues no puede atraerse suficiente personal calificado.
En suma, las cifras recientes de informalidad muestran una realidad palpable y es que en el país las ciudades más grandes generan más empleo formal, una característica estructural muy consolidada de nuestro mercado laboral. En contraste, la caída reciente de la informalidad aparece relativamente desconectada de la situación del mercado laboral y es un fenómeno de corto plazo que debería diluirse pronto.