La economía colombiana desfalleció en agosto, de acuerdo con el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) del Dane. Con una reducción de 10,63 % en relación con el agosto de 2019, la actividad económica desaceleró frente al registro del mes de julio, cuando la reactivación lucía mejor. Pero hay que poner la cifra en contexto; el asunto es más complejo.
En realidad, se esperaba un dato malo por lo que se vio en las estadísticas de sectores muy importantes (industria, comercio y servicios) que la entidad divulgó hace unos días. En el ISE hay mucha más información para nueve sectores, incluyendo agricultura, minero-energético y construcción. Lo que significa que el desaliento de la actividad económica en ese mes fue más extendido, al tener en cuenta la producción de más actividades.
Es un hecho que en el mes de agosto, que está midiendo el ISE, todavía había restricciones por la pandemia en ciertas ciudades del país y eso habría afectado la actividad urbana en ese mes, pero el deterioro de los sectores primarios también es importante. Dentro del ISE les fue muy mal a actividades primarias, como la agricultura y minas y canteras. Son sectores afectados por la pandemia, por vías diferentes: la agricultura por la reducción de la demanda de los hogares y la minería por la debilidad de la demanda externa.
Esa precisamente es otra de las razones para que haya una baja probabilidad de una recuperación rápida, uniforme y sostenida, y es de esperar que puedan darse más meses malos en el futuro. El punto importante acá es que con la pandemia todos los sectores de la economía desaceleraron simultáneamente, pero no van a encenderse a la misma velocidad; de hecho, algunos están bastante arruinados y, de pronto se perdieron para siempre; paneles enteros de la estructura económica están averiados, sobre todo en los sectores de servicios.
Los hogares, de otra parte, están resintiendo el deterioro de su situación. Su confianza, medida por la Encuesta de Opinión al Consumidor de Fedesarrollo para el mes de septiembre, está mejorando muy lentamente; en ese mes fue mejor que en agosto, pero el indicador continúa en el terreno negativo.
Solo cuando los hogares recobren la confianza y se restaure su flujo del gasto, la economía va a recobrar su impulso. La ecuación es sencilla: el gasto de los hogares es la parte más importante de la demanda interna, pero estos no están gastando, o lo hacen moderadamente, por un motivo, precaución ante el aumento de la incertidumbre o porque perdieron efectivamente sus ingresos agobiados por el alto desempleo.
Algo parecido les pasa a los empresarios que, según otra encuesta de la misma fuente, también están recobrando gradualmente su confianza. No les da, sin embargo, para invertir; eso se puede tomar un tiempo. Es lo que muestra la caída semestral de 9,3 % en las importaciones de maquinaria y equipo que el Dane reportó para el mes de septiembre.
Así las cosas, con unos hogares y empresarios expectantes y nerviosos, y con un comercio internacional que apenas se despabila como muestran los organismos internacionales, la economía colombiana solo puede reaccionar gradualmente, y con el soporte de la política fiscal y monetaria. No hay que sobrerreaccionar al dato, el golpe sobre la economía fue de tal magnitud que la propagación de sus efectos se debe sentir por mucho tiempo; la situación va a mejorar lentamente.